El Gobierno de México fue durante mucho tiempo reacio a extraditar narcotraficantes a Estados Unidos. Las cúpulas políticas se protegían así de delaciones, pues ningún cartel o corporación al margen de la ley surge, se expande y perdura si no es con la complicidad de los poderes públicos, en particular de las autoridades responsables de garantizar la seguridad ciudadana.
Jean-Francois Boyer expone la realidad de nuestro país y sus instituciones frente a ese fenómeno global en el libro La guerra perdida contra las drogas: Narcodependencia del mundo actual (Grijalbo Mondadori, 2001). Con nombres de figuras de la vieja guardia y de políticos de la época, el periodista anticipa, de alguna manera, la crisis presente.
Las consecuencias de la incuria gubernamental y de estrategias equivocadas como las de Felipe Calderón, quien “puso a la Iglesia en manos de Lutero” al designar como zar antidrogas a Genaro García Luna, sentenciado en EU a 38 años de prisión por recibir sobornos del cártel de Sinaloa, fueron terribles. No solo provocó la multiplicación de organizaciones criminales, sino también la aparición de una de las más sanguinarias. El narco infiltró todas las actividades, no solo la política. Penetró en los altos círculos sociales, en la economía, el deporte, el espectáculo, en los medios de comunicación y en las iglesias.
El asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, el 24 de mayo de 1993, en Guadalajara, tuvo un vínculo directo con el narcotráfico. Una de las líneas de investigación del atentado contra el candidato del PRI a la presidencia, Luis Donaldo Colosio, 10 meses después, fue también la de las drogas. Los crímenes ocurrieron en Guadalajara y Tijuana, donde las organizaciones ilícitas tienen mayor dominio. En ambos casos se responsabilizó al Estado. Desde esa perspectiva histórica, el Presidente de EU, Donald Trump, no se equivoca cuando advierte que el país es gobernado por cárteles.
Después de la Revolución y hasta el año 2000, los presidentes de México procedieron de un solo partido, el PRI. Dos fueron del PAN. Claudia Sheinbaum es la segunda emanada del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). El narcotráfico inició su ciclo en ese periodo de casi 100 años. Cada Gobierno, por tanto, tiene responsabilidad en el crecimiento de la hidra. El traslado de 29 capos mexicanos a EU es un mensaje de la presidenta Claudia Sheinbaum a su homólogo Donald Trump y al mundo. No teme a las acusaciones de los narcos, pues los cárteles y sus jefes son anteriores a los gobiernos de la 4T. La forma expeditiva de la entrega le permitió señalar al Poder Judicial por la tardanza para extraditarlos, individualmente o en grupo.
La firmeza de la Presidenta, en un momento crítico para el país, aumentó su aprobación, pero también la compromete por el resto del sexenio. El combate al narcotráfico deberá ser claro, permanente y efectivo. Trump amenaza y presiona para imponer su agenda, así sea a trompicones.
Ya no se trata solo de afrontar a los cárteles y detener a sus cúpulas, sino de atacar su enorme riqueza y poder político. Negar que lo tienen es una falacia. Las organizaciones han financiado campañas y su influencia en los gobiernos ha sido demostrada. Los ojos de Palacio Nacional y de la Casa Blanca están puestos en los cárteles y en sus padrinos políticos. En ese sentido, la presión trumpista servirá para romper los círculos de impunidad.
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