Ciudad de México.- El 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua y no hay mucho que celebrar.

Asael Bello es habitante de la Alcaldía Iztapalapa, una de las zonas con mayor escasez de agua en la Ciudad de México. El suministro de agua en la zona puede ser de dos a tres veces por semana, por lo que se organiza para abastecerse en piletas, cisternas y tambos, con el objetivo de cubrir las necesidades de su familia.

“ Desde hace más de 10 años esta zona ha sufrido escasez de agua. En épocas de sequía se complica aún más la situación, porque si ahorita cae un par de veces a la semana, entre mayo y julio luego solo llega un día y con mala calidad. El gobierno nos dice que es por mantenimiento del sistema de distribución, pero en el fondo sabemos que hay un problema de escasez”, explica Bello. 

Como Asael Bello en la alcaldía Iztapalapa, el 41% del territorio nacional enfrenta una crisis hídrica, con 46 municipios en sequía excepcional y 119 en situación extrema, de acuerdo con el Monitor de Sequía de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

A nivel mundial el panorama no luce nada diferente. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) afirma que en el año 2025 se estima que 1,900 millones de personas vivirán en países o regiones que enfrentan una escasez absoluta de agua, y dos tercios de la población mundial podrían estar en una situación de estrés hídrico.

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De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el estrés hídrico es la relación entre la cantidad de agua extraída y la cantidad disponible. Se considera que hay estrés hídrico cuando los suministros de agua anuales por persona son inferiores a los 1,700 metros cúbicos (el consumo per cápita anual en México es de 1,978 metros cúbicos).

El impacto del estrés hídrico va más allá de ser una problemática ambiental, según la ONU. La organización explica que también afecta a la salud e higiene por el consumo de agua contaminada: a la nutrición, ya que los alimentos pueden volverse escasos y más caros; además impacta los medios de vida, ya que el rendimiento de la tierra disminuye.

Mariana Fernández, gerente de sustentabilidad y relación con inversionistas de Grupo Rotoplas, señala que es un problema relevante porque menos del 1% del total del agua que existe en el mundo es potable. Además, explica que en los últimos 40 años la demanda se ha duplicado y la oferta es cada vez más reducida.

“ Tenemos tres escenarios en el país en el norte, centro y sur. Se sabe qué sureste tiene mucha agua, sin embargo, la mayor parte de la industria se encuentra en el norte, donde es la zona más árida. En la zona centro tenemos una sobreexplotación en los mantos acuíferos, mientras que en el sur, la región con más agua, se han presentado problemas de contaminación del subsuelo”, menciona Fernández. 

El uso de agua en México es principalmente para la generación eléctrica con el 55.6%, para el sector agropecuario representa el 32.2%, mientras que el abastecimiento para la industria, servicios y hogares, con el 12.2%, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Principales alternativas

Las personas, gobiernos y empresas tienen que transformar su ritmo actual de consumo de agua. De no ser así, las reservas de agua dulce que se utilizan para el consumo humano podrán desaparecer en 2040, según un informe de la Aarhus University.

Los hermanos Barrionuevo, fundadores de Somos Pura, coinciden en que las tendencias de consumo actual generan presión sobre el recurso hídrico, por eso, consideran que es importante crear procedimientos que dejen a la tierra hacer su proceso regenerativo de manera natural.

“ Para las empresas que trabajamos en el desarrollo de innovaciones se vuelve una oportunidad, de incluso, poder regenerar el agua de mar y abrirnos a la posibilidad de acabar con la crisis del agua”, dice Lucas Barrionuevo. 

Mariana Rodríguez, de Rotoplas, asegura que las crisis climática e hídrica están entrelazadas: por cada aumento de 1°C en la temperatura, hay una reducción del 20% en el agua renovable, por eso, considera que las empresas deben trabajar en invertir en plantas de reciclaje y para el sector agrícola (consume el 70% del agua en el mundo) un sistema de riego tecnificado.

Leandro Barrionuevo, cofundador de Somos Pura, cuenta que ahora las empresas tienen la posibilidad de que su consumo de agua sea circular en su proceso productivo, es decir, no solo para limpieza y riego, sino también para integrarlos a su producción y generar valor. Esto se logra con tecnología de captación de agua y potabilización.

“ Las empresas deben saber que por cada dólar invertido en acceso al agua y saneamiento podría generar aproximadamente siete dólares en retornos. Además, la solución a la crisis global del agua costaría solo el 1% del PIB anual hasta 2030, solo falta que esté en las agendas públicas”, comenta Rodríguez. 

Con información de Expansión