“Que buena tu charla. Excelente entrevista. El panel de discusión me generó mucho entendimiento”.
Te pido recuerdes alguna ocasión en la que recibiste alabanzas por tu trabajo. Ah que bien se siente, ¿apoco no? El sentimiento del deber cumplido.
Y aún más, el orgullo de que alguien más se dé cuenta.
Te propongo que uno de los secretos del éxito en lo que sea es el sistematizar la capacidad de alcanzar ese sentimiento, logrando que nuestro trabajo siempre sea excelente.
Si me apuras, te diría que es hasta uno de los secretos de la felicidad. Porque si trabajamos la mitad de nuestra vida, el sentirse realizado por nuestra chamba cuenta mucho para vivir felices. ¿Cómo lograrlo?
Aquí te doy mi fórmula, que tiene 3 ingredientes.
Capacidad
En dos vertientes. La primera es personal: tener las cualidades para realizar el trabajo. Y aquí te diré algo polémico, pero pues es sólo mi opinión: hay cualidades innatas. O sea, no todos tenemos las mismas fortalezas para todo. Somos buenos para unas cosas y malos para otras. Por lo tanto, es recomendable orientar el trabajo a áreas donde se tengan fortalezas. Algo fácil de decir, pero difícil de realizar.
Porque la vida cambia, quizá se inicia la carrera en un área fuerte, pero al progresar se termina en tareas donde se cojea, donde no se es fuerte.
Ahí entra la segunda vertiente en una regla clave: tu capacidad no está limitada a tu persona, sino al equipo con el que te rodees.
Por lo tanto, expande tu capacidad reforzando tus áreas débiles. Que no te quepa la menor duda, ese es uno de los secretos de los mejores líderes: se rodean de gente talentosa, los escuchan y los dejan actuar y, por supuesto, les pagan bien (de otra forma emigran).
Experiencia
La capacidad de aprender es vital. Siempre hay que aprender de todo. De los éxitos y, hombre, por supuesto de los fracasos. Te propongo que cuando en tu carrera dejas de aprender, ya estás estancado.
El aprendizaje puede ser práctico (de tareas y proyectos) o académico (libros, mentoraje, diplomados, etc.).
Para el aprendizaje práctico adopta el método científico. Realiza pausas y analiza: ¿en qué te fue bien y en qué mal? ¿Por qué? ¿Qué lecciones puedes derivar para repetir o evitar en el futuro? Desarrolla tu método y sistematiza el aprendizaje, porque el mismo no se dará por ósmosis.
Finalmente, el aprendizaje debe ser dinámico. Hay que estar al tanto de cambios del entorno para ajustar capacidades. Ejemplo, la Inteligencia Artificial: ¿cómo afectará tu trabajo? ¿Cómo le puedes sacar jugo? Contesta estas preguntas y pon manos a la obra. Quizá vayas ya tarde.
Respeto
Paradójicamente, el que cumple los primeros dos consejos corre un gran riesgo. Corre el riesgo de confiarse en exceso… y fracasar.
El tercer ingrediente es, pues, el respeto a la tarea. Ojo, no es temor, es respeto. El que teme se paraliza, el que respeta se prepara. Y ahí está el secreto, en la preparación.
¿Tienes una tarea importante frente a ti? Estúdiala. Analízala. Deduce lo que requieres para enfrentarla. Crea un plan. Agénciate los recursos. Y manos a la obra.
Una anotación final: a mayor reto o competencia, mayor el esfuerzo estructurado que requerirás para triunfar.
Aquí te platiqué alguna vez de las lecciones de vida de uno de los más grandes jugadores de tenis de la historia: Roger Federer.
A Federer le molestaba mucho que le dijeran que era un jugador “natural”.
“Muchos decían que jugaba sin esfuerzo… y esa alabanza me frustraba. La verdad es que trabajaba muy duro para hacerlo ver fácil”, comenta.
¡Ja! Es al revés. Roger entrenaba mucho más duro para ganar…
…cuando nadie lo veía.
…no por talento, sino por trabajar más.
…enfocándose en las fortalezas del rival. Porque cuando logras esto te haces más fuerte. Piénsalo, tiene toda la razón. Sabiduría pura.
…aun cuando juegas mal.
O en una sola frase de Federer: ganar sin esfuerzo el máximo logro.
Capacidad. Experiencia. Respeto.
Espero que te sirva esta receta para cocinar muuuchos triunfos.
Suerte en el torneo.
En pocas palabras…
“La práctica hace al maestro”.
Proverbio universal.
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