Arte
Por Agencia Reforma
Publicado el jueves, 21 de noviembre del 2024 a las 04:01
Ciudad de México.- Del libro que mereció a Angel Vargas el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2024, la poeta María Baranda elige un fragmento y lee: “Demasiados días en el estómago de la ballena, / nadie ha venido, / estoy solo”.
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La ballena y yo respiramos al mismo tiempo, / escucho el océano. / He comenzado a oír los pensamientos de la ballena, / es confuso. / Tal vez / soy la ballena. / Trago toda el agua que puedo”, enunció Baranda, con el propio Vargas sentado a su lado derecho durante la presentación de “El estómago de las ballenas”, este martes en Bellas Artes.
Algo de ese lirismo del autor, celebrado tanto por Baranda como por el poeta Eduardo Langagne, también presente en el acto, resultó tan sugerente, que al concederse la palabra a los oyentes reunidos resonaría de pronto la duda “øHas visto una ballena?”, cómo preguntó una mujer con cachucha, y unas risitas cosquillearon el ambiente en la Sala Manuel M. Ponce.
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Las he visto pasar en donde yo vivía, que es por Pie de la Cuesta, en Guerrero”, respondió Vargas (Acapulco, 1989). “Y entonces la imagen global del libro tiene que ver justamente con esos avistamientos de la infancia; es una metáfora que tiene que ver con estar afuera y estar adentro”.
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Yo creo que la ballena es la palabra, la palabra poética”, agregaría Baranda, que antes ya había destacado la capacidad del acapulqueño para hacerse uno con el lector y las letras. “Somos con él, somos poema, fuimos léxico engullido vorazmente por la ballena poeta”.
Vargas, a quien Langagne definió como “un poeta que alcanza y explora profundidades, y sabe también elevarse a alturas indispensables para que su voz tenga vuelo propio”, compartiría que su libro premiado nació de un conjunto de poemas atravesados por la sensación de que “algo se estaba terminando”.
Y fue como si en torno a esa preocupación otros textos casi por su cuenta hubieran comenzado a orbitar ese centro de preocupación por el futuro. De manera que podría decir que el libro se fue haciendo solo, de una u otra manera”, expresó el joven recientemente galardonado también con el Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde.
Luego explicaría que, escarbando en la memoria de la infancia, posiblemente el origen de tal inquietud fue su propia abuela materna, que era muy religiosa y todo el tiempo hablaba de temas apocalípticos y el Día del Juicio Final; “puede ser de familia esta fascinación por la catástrofe”, diría el poeta, a quien le parece natural que ello eventualmente emergiera en su escritura.
Citando una parte del acta del jurado, Langagne resaltaría el carácter unitario del volumen premiado, diciendo que “cada poema de este libro se completa en sí mismo porque está trabajado con ese esmero que lo individualiza, y es capaz de integrarlo cuidadosamente al conjunto”.
Tras los comentarios de Baranda y Langagne, ambos reconocidos en su momento con el Premio Aguascalientes, Vargas dio lectura a esa poesía precisa y confesional, con poemas que evocan memorias de infancia, como el árbol en el que sus abuelos enterraron a su hijo de siete meses muerto de disentería, y apuntes sobre la crisis del mundo y quienes lo habitan.
Existe una probabilidad altísima de que nunca nos pasen cosas extraordinarias, / una vida común sin clavos ni días para resucitar / (…) No todo desciende de grandeza, / hay ruinas de lo mínimo, / escombros de algún día donde no pasó nada / o piedras que taparon sepulcros para darnos alguna idea de Dios indigerible y grueso / como el trago de esta cerveza oscura. / Enorme probabilidad de que nunca seamos relevantes”, declamó el poeta.
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Bueno, pero hoy sí nos pasaron cosas extraordinarias a nosotros y nosotras porque te pudimos escuchar”, zanjaría la poeta Nadia López García, moderadora del acto, quien se refirió a Vargas como “una voz muy necesaria dentro del panorama de la literatura mexicana”. “Es un poeta que seguirá dando excelentes sorpresas por su fortalecimiento en el oficio y la ascendente calidad de su expresión”, aseguró Langagne.
El acapulqueño selló la noche firmando ejemplares y tomándose fotos con algunos de los asistentes a la presentación.
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