Estimados lectores y lectoras:
Primer domingo del nuevo año, bendito sea Dios que nos dejó vivir a ustedes y a mí, hoy 5 de enero no sabemos qué nos depara el destino, pero sí qué queremos o qué no queremos para este nuevo año. No me pondré objetivos, ni metas forzosas, este año no.
Sólo sé que me cuidaré más yo, este año estaré más pendiente de mí y mis necesidades, logros a alcanzar, ya tengo muchos en tantos años, reconocimiento sólo necesito el mío. De nadie más.
Les compartiré un escrito que pareciera que me leyeron el pensamiento.
“Me niego a presionarme y dejarme llevar por la insistencia de ser mejor cada día, de rendir mucho, de permanecer inalterable al paso de los años y agradar siempre.
Procuraré ser más amable y bondadosa conmigo misma. Seré paciente con mis miedos y no lucharé contra ellos: les haré un nido de ternura en el pecho.
Me daré todo el tiempo que necesito para mis tristezas, mis duelos, mis nostalgias. Cobijaré mi vulnerabilidad como un tesoro.
Me regalaré días de ocio y de silencio, de vagar y reír.
Escucharé mucho más a mi cuerpo y descansaré todo lo necesario.
Me valoraré por haber llegado hasta aquí. Sobreviviente y extraña. Perseverante en mis intuiciones. Dramática, obstinada, solitaria y rebelde.
Bailaré, contaré historias, me volveré a caer, me repondré sin prisa. Limpiaré mis heridas, pediré ayuda, seré manada.
Protegeré mis espacios de los depredadores. Seré compasiva con mi alta sensibilidad y no encajaré en ninguno de los moldes esperados.
Me detendré instantes en todo lo efímero del mundo: mariposas y besos. Fecundaré poemas.
Dejaré de buscar lo que nunca me encuentra. No me culparé.
Me regalaré todo aquello que me haga bien y aceptaré con conciencia todas mis sombras.
Me amaré imperfecta, libre, mía.
Bienvenido 2025, bienvenida vida.
Y que llegue la PAZ”.
Me gustó y me identifiqué, estaba por empezar la columna, ¿leí de casualidad? No, no hay casualidades, de verdad era lo que estaba empezando a escribir. Por eso el título. Y de repente me llega un mensaje y veo este escrito, dije no puede ser, es lo que empezaba yo a querer escribir.
Sin promesas, sin presiones, sin hacer lo que otros quieren que haga, decir lo que pienso, sobre todo no dejarme manipular por ninguna persona.
Soy mediadora certificada, pero eso no significa que tenga que quedarme callada y dejar que otras personas decidan por mí, tengo voz propia y la fortaleza y el derecho de decir lo que me desagrada y lo que no puedo permitir. Antes me quedaba callada ante comentarios que algunas personas “amigas” me decían, ¿con qué intención? No sé, pero las buenas intenciones se sienten, así como las que no lo son. En mi pensamiento y en mis acciones no se ofende a las amigas, se les habla con cariño, con amor, se les ayuda con ese mismo amor, pero si recibes desconfianza, o falta de respeto, habrá que evaluar si realmente son amigas o sólo compañeras por algún asunto de trabajo, estudio, etcétera. Para mí las amigas son sagradas, son como hermanas las verdaderas amigas, hay quienes nos han encajado el puñal hasta el fondo y varias veces, hasta que entendimos con lágrimas. Ya no más. Hay un límite y la dignidad de una persona es tan importante como la vida misma.
Retirarse a tiempo es amarse. No permitir que te ofendan es amarse, no permitir injusticias es amarte, decir lo que necesitas y piensas es ser honesta, y no todos lo son. Y ser franca no a todos les gusta y lo aceptan, la verdad incomoda a algunas personas.
Habrá que replantearse si seguimos con algunas de nuestras amistades. Creo que es mejor estar solas que mal acompañadas. Sí es muy importante comunicarse asertivamente, nada sencillo cuando hay dos personas que tienen diferentes puntos de vista de un mismo hecho. A veces se quiere tener la razón antes que la paz, o a veces queremos mejor la paz que la justicia. Pero en la vida a veces escoges una y a veces la otra. Sobre todo cuando ya son varias veces que la injusticia se hace presente, es cuando dices: prefiero la justicia ante la paz, pues como he dicho todo tiene un límite, si no ponemos un límite seremos abusadas. Hay que valorar cuándo hacer justicia o preferir la paz. Que no se confunda una cosa con la otra. Por más que quieras escoger la paz, no se deben permitir ciertas cosas.
Se los dejo como reflexión.
Finalmente es solo una forma de pensamiento que se comparte. Todos tenemos ese libre albedrío, bendito Dios, de escoger qué sí y qué no para nuestra vida.
Vayamos pues potenciando nuestra felicidad interior para que podamos ser felices al exterior, y para ello, en mi experiencia mucho de lo aquí compartido ayudará por mucho a lograrlo. Feliz y bendecido 2025. Diosito por delante. Un abrazo de luz para todos. Su amiga, Verónica. ¡Gracias!
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