Desde que la gavilla que ahora hunde al país llegó al poder, no cejan en declarar “democrático” al régimen, basan su argumento, en que el numero de votos, “es un signo inequívoco” de su victoria.
Nada más relativo, porque las maquinarias electorales de México en 2018, eran organizaciones hechas a modo para los regímenes priistas, organizaciones que mantenían al electorado en sus bolsillos, para cuando se ofreciera.
Una elección era un gran evento, en el que veíamos a funcionarios y sus familias tocando puertas para entregar folletos y dadivas, invitado a asistir a las urnas. El día de la elección, en las casas de lideresas y coordinadores de campaña, se cocinaban cantidades industriales de menudo y otros platillos y veíamos taxis y autobuses para trasladar a los votantes, afuera de las casillas, veíamos mapaches estacionados para controlar el proceso, y periódicamente asistían mujeres jóvenes con uniforme del PRI , ostentando su poder, algunos conseguidos en las sabanas.
El sistema funcionaba, y seguiría funcionando, si quienes lo manejaban y los beneficiarios no hubieran aprovechado para interceptar los recursos para beneficio propio (huachicoles electorales)
Con los sexenios de Fox y Calderón, los gobiernos priistas recibieron recursos como nunca, acostumbrados a estar limitados por el presidente, recibieron mucho dinero, desgraciadamente, en vez de hacer obra pública, gastaron esos recursos en armar unos Ejércitos privados, repartir dadivas y robar la mayor parte.
¨Por eso, muchos gobernadores priistas de esa época tuvieron problemas con el gobierno gringo, por sus transferencias al exterior, ya que eso le da calidad de lavado de dinero, y ese gobierno no cree historias como la de que el hijo haragán de un vigilante de Pemex, que luego puso una tienda de abarrotes, recibió en herencia un rancho en Macuspana Tabasco.
Todos aseguramos que la elección del 2018 se decidió por el intercambio de impunidades de gobernadores y hasta el mandatario priista, incluso suena lógico que la elección de 2024 haya sido negociada igual.
Un país democrático es aquel en el que las leyes y gobierno actúan por el bienestar de sus ciudadanos, aquel en el que empleados y funcionarios viven de su sueldo, un país en el que los ciudadanos temen y respetan las leyes, y que el crimen organizado no tiene el poder de apropiarse de territorios completos. (En ninguno de los grandes movimientos nacionales, hubo tanto territorio en manos de enemigos del país)
La familia de la encargada del sillón presidencial, tiene grandes sumas depositadas en bancos extranjeros, siendo los padres de la señora, maestros investigadores de poca monta, la misma “científica” tiene sumas grandes en el exterior, que no corresponden a sus ingresos.
Una democracia invariablemente se caracteriza por tener a los mejores ciudadanos al frente, funcionarios que terminan su mandato sin enriquecerse, y que al terminar su responsabilidad, vuelven a su practica profesional, a seguir viviendo de su labor, no grotescos emperadores del arrabal que ejercen el poder sobre la vida y cuerpos y hasta futuros adeudos de los ciudadanos.
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