Saltillo
Por Diana Rodríguez
Publicado el domingo, 22 de diciembre del 2024 a las 09:00
Saltillo, Coah.- La Arena Obreros del Progreso es uno de los contados edificios antiguos de la calle Ignacio Allende que aún conserva su estructura original, sin embargo, pasa desapercibido a la vista de los transeúntes, perdido entre los comercios, restaurantes, estacionamientos y bancos que abundan en la Zona Centro de Saltillo.
“ Las nuevas generaciones ignoran que detrás de esa centenaria fachada blanca de cornisas y pilares pintados de un rojo brillante se esconde un santuario que ha sido testigo de la historia de la lucha libre amateur y profesional de la ciudad. Por su cuadrilátero, religiosamente cada domingo desde hace más de 50 años se realizan combates de dos a tres caídas sin límite de tiempo, entre rudos y técnicos, quienes se enfrentan alentados por los gritos o insultos de los espectadores para proclamarse vencedores.
En ese ring, en la década de los 90, se formó Gabriel Sánchez Pérez, un saltillense originario del barrio del Ojo de Agua y que es conocido por los tacos al vapor que vende desde hace 30 años al oriente de la ciudad, en el puesto ambulante que tiene sobre el bulevar Fundadores. Pero la historia de Gabriel en la lucha libre no comenzó en Saltillo, este oficio lo aprendió a los 25 años cuando vivió en la ciudad de Monclova. Relató que sus pininos fueron en la Arena del Chacho Herodes, quien fue formador de muchos peleadores.
“ Había mucha gente que se drogaba y todo, y dije, de seguir esos pasos a un deporte, pues seguí un deporte, y gracias a Dios, que tanto la lucha libre como aquí en el negocio de los tacos me ha ido bien”, expresó sobre los motivos que lo alentaron a iniciarse en este camino, mientras se desplazaba hábilmente entre las ollas para preparar el pedido de sus clientes. Luego de su debut regresó a Saltillo donde finalmente eligió el que sería su nombre artístico, “El Perro Sánchez”. “Decían que era bien salvaje. A Saltillo vine cuando ya tenía tiempo jalando, vine a luchar aquí, me tocó luchar con el ídolo de Saltillo, que fue el Costeñito Moy”, explicó.
Aunque al cuadrilátero le dedicó más de 20 años, aconsejado por sus hijos, don Gabriel decidió alejarse de la lucha libre, y fue así como encontró en la venta de comida una forma de mantener a su familia. “Ahorita traemos cinco puestos, el del Mercado de Abastos, en la Clínica 82, en la Clínica 89, afuera de las oficinas del Bienestar, y en Abasolo”, mencionó.
Me retiré porque mi chamaco ya creció, ellos siempre estuvieron con su mamá. Ahorita ya crecieron. Mi chamaco fue el que me dijo ‘quiero verlo, quiero gozarlo, porque usted nunca estuvo con nosotros’”, añadió.
El Perro Sánchez” se retiró de la lucha libre amateur hace 16 años, a pesar de esto, entre sus clientes se encuentran hombres y mujeres que vieron sus peleas desde las gradas en la Arena Obreros del Progreso.
Los que son clientes asiduos de la Arena Obreros del Progreso, sin duda alguna ubican a Víctor Manuel Martínez, quien además de ser el administrador y organizador de las luchas dominicales en el recinto, de 1970 a 2014 fue conocido como “El Costeñito Moy”. El monclovense, mencionó que a lo largo de su vida se dedicó a oficios como albañil, mecánico, obrero o pintor, pero fue en la lucha libre donde encontró su vocación. Explicó que su primer contacto en una arena fue gracias a su tía, quien lo llevó a muchas funciones, mientras creció en casa de sus abuelos.
“ Muchos luchadores tienen familiares dentro, yo no, yo fui el primero que empecé dentro de la familia, fui el primero dentro de la lucha. “La lucha para mí no fue una profesión del 100%, para nosotros es como un hobbie, porque tenemos nuestro trabajo aparte, yo tengo la palabra semiprofesional, porque no nos dedicamos a esto, un profesional se dedica a su profesión”, agregó. Por algunos años combinó su trabajo como obrero de Cifunsa y luchador en entrenamiento, pero al ver la facilidad con la que aprendió las destrezas, se decidió a entrarle de lleno.
Sus primeras apariciones en el ring fueron con máscara y bajo el nombre de “El Fantasma”, pero tiempo después lo cambió a raíz de una pelea donde se le olvidó la indumentaria para cubrir su rostro y se probó con el nombre de el “Costeñito Moy”, en referencia a dos personajes: el primero en alusión a un boxeador al que le apodaban el Costeño Morales, y “Moy”, por su admiración al luchador español Carlos Moll. A sus 73 años cumplidos y tras una década de su retiro oficial del cuadrilátero personificando al “Costeñito Moy”, afirmó que la lucha libre ha sido “todo” en su vida.
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