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Arde la música de El Llano en Llamas; inspira Juan Rulfo composición

  Por Christian García

Publicado el miércoles, 7 de agosto del 2024 a las 06:42


Crea Antonio Juan-Marcos una pieza inspirado en el cuento Macario e interpreta la Filarmónica de Minería

Saltillo, Coah.- Hay mucho de musical en la literatura del escritor Juan Rulfo. Unos dirán su prosa llena de efectos sonoros, otros pensarán en su lírica pero, más allá, hay una representación de esta en sus textos para reflejar un mundo vivo. Como demuestra el arranque de su cuento Macario, que forma parte de su clásico libro El Llano en Llamas: “Estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas. Anoche, mientras estábamos cenando, comenzaron a armar el gran alboroto y no pararon de cantar hasta que amaneció”.

Esa capacidad sonora, pero también de color y sobre todo emocional es lo que interesó al compositor Antonio Juan-Marcos para crear Canto de Macario, composición que estrenó de forma reciente con la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM). En esta, el músico crea un relato sensorial que viaja, al igual que el relato, de lo más íntimo de la existencia mental, emocional y física del personaje hasta el exterior en un pueblo cruzado por la violencia.

Según detalla el compositor formado en el Conservatorio de Boston, escogió ese cuento “porque no narra una historia sino que narra la vida interior de un personaje. Él nos abre la ventana a su vida secreta, interna. Es una visión muy generosa porque no cuida su intimidad sino que la comparte y por eso entramos directo al reino de las emociones”, de ahí que fuera un relato perfecto para adaptar a lo sonoro pues “lo interesante de la música, sobre todo la puramente instrumental, es que no busca contar una historia sino transmitir emociones”, explicó en entrevista con Zócalo.

En el cuento de Rulfo, Macario es un hombre cuya realidad se encuentra trastocada por, se infiere al leerlo, una discapacidad mental. Eso lo dota de una voz personalísima a la hora de contar el mundo, dando paso a que se enfoque en detalles como el canto de las ranas o el color de los ojos de su madrina o el de su compañera Felipa, de quien está enamorado.

Así, Macario construye una realidad propia en la que las dimensiones internas y externas se conjugan en una sola. Así, el amor interior se llena de flores exteriores o, por el contrario, la violencia de los habitantes de su pueblo se une al sonido de un tambor imaginario.

La existencia de Macario parte de una vida interior caótica en la que el mundo exterior de alguna manera lo sobrepasa. Siento que hay dos dimensiones que él tiene para acercarse al mundo: el caos de una realidad violenta que tiene su madrina y la gente del pueblo hacia él, y en la que Felipa es la única salvación que tiene, y la otra es su percepción personal, también caótica por la discapacidad mental que tiene y que se percibe al leer el cuento.

 

Por otro lado está su casi obsesión por un tambor imaginario que, en mi comprensión del cuento, sirve como un mantra que lo centra. Siento que lo imagina para concentrarse en esa visión un poco calidoscópica que tiene y que va de una emoción a otra: pasa del miedo al deseo y de la angustia al enojo. Es una existencia que va de un lugar a otro sin ton ni son pero, en medio de ese desorden, tiene ese tambor que por lo menos le da un referente”, apunta. 

Por eso la forma de trasladar la narración de Rulfo al mundo de la notas musicales requirió de varios instrumentos como un tambor que marca un ritmo único, o un mayor número de músicos, especialmente percusiones. Esto para que cada uno, con sus sonidos, timbres y tonos, dotara de una atmósfera distinta al pasaje que contaba.

La música que creé oscila entre esos elementos y en los que la parte rítmica es muy polifónica, y en los que la sección de percusiones es muy nutrida, tiene siete percusionistas. Esa polifonía trata de evocar ese caos de comprensión del personaje que a veces corta de forma abrupta para ir a pasajes musicales mucho más estáticos, lisos y claros en su intención musical en el que hay un sólo ritmo: el del tambor.

Lo que hice al analizar el cuento fue identificar cuáles eran esas emociones. Una de ellas era el amor hacia Felipa, que está articulada por un solo de violín que después se acompaña por el resto de las cuerdas, y también hay una parte emotiva que, siento, tiene que ver con una obsesión de Macario por tener cierto orden entre todo su desorden. Esas son las facetas del personaje que intento musicalizar”, detalló el también creador de la ópera Sed de los Cometas.

 

Hacia afuera

En Canto de Macario no todo es el mundo interno del personaje, ya que al igual que en el libro, Juan-Marcos permite una escucha al mundo de afuera. Ese que margina al personaje y en el que se percibe, como en todos los cuentos de El Llano en Llamas, un olor a pólvora que viene, un mar de sangre que se avecina, un grito de guerra que espera a escaparse de la garganta. Todo eso aderezado con un extraño instrumento: la chirimía.

También hago referencias a la música que, me imagino, pudo haber sonado en la existencia de Macario. En el cuento él comenta que escuchaba la música de una chirimía, un instrumento muy interesante que vale la pena proteger y evitar que se pierda. Entonces escuché mucha música para chrimía que es típica de los Altos de Jalisco. Para ello me salgo de la parte íntima del personaje para entender el contexto en el que está, para ver ese pueblo que es un poco hostil hacia Macario, porque lo apedrea, o a su madrina que no lo trata con cariño. Por ello intuyó que es un pueblo que está un poco marginado en el hambre y la violencia, y me da la sensación también de un contexto prerrevolucionario en el que hay una cierta pobreza y cargada de una implícita venida de la Revolución.

Eso se convirtió en un deseo musical un poco irónico que evoque pasajes de canciones de la Revolución, entre los que se cita El Barzón, por ejemplo. Son elementos que no tienen que ver con la vida de Macario pero que están ahí”, concluyó el también autor de Canto de Semillas, inspirado en poemas de Octavio Paz.

Así, Canto de Macario retrata la visión total de una mente caótica, de un ritmo que enseña la marcha en un camino que cruza la selva oscura de su sique para encontrar, al final, el canto de las ranas.

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