Las palabras de un líder arrinconan.
Y a más poder más arrinconados quedan.
Ahí vienen los aranceles.
No importó la razón
No importó que, según cálculos del prestigiado Peterson Institute (PI), el PIB de Estados Unidos perdería entre 1.5 y 6.4 billones (de los nuestros, millones de millones) de dólares en los siguientes tres años.
Tampoco importó que los que pagarán los aranceles serán los estadunidenses con un impacto inflacionario para este periodo de entre 13.9% a ¡22.8 por ciento!
Por supuesto, resultó irrelevante que el 14.6% de los puestos en el sector agrícola de EU son ocupados por migrantes indocumentados. Ah, y que la cifra para la construcción sea de 13.7 por ciento.
O que en la manufactura es del 5.7% y, para completar la lista, que 7.1% de los empleos en el sector de hospitalidad (restaurantes, hoteles, etc.) los ocupen indocumentados.
No importaron sus asesores
No importó que el secretario del tesoro Scott Bessent y otros asesores que sí le saben a la economía argumentaran que era mejor iniciar con aranceles del 2.5% para darle tiempo a la industria y consumidores estadunidenses para que se ajustaran.
No importó que el rival fuera otro
No importó que China sea en realidad el rival a vencer para EU. Resultó irrelevante que, por mucho, el mayor déficit comercial de nuestro vecino del norte sea con el gigante asiático.
No importó que según un gran artículo reciente de Tom Friedman, la industria china se está preparando para avasallar a EU. Por eso, es poca cosa que para 2030 el 45% de la capacidad manufacturera del mundo será china.
O que se están sentando las bases para que China domine la industria de vehículos eléctricos o aún más relevante, de los autónomos.
Tampoco resulta notable que China camine a pasos agigantados a la robotización o que, como acabamos de conocer, hasta en la inteligencia artificial están preparando sorpresas desagradables para EU.
No importó que en China apoden a Trump “Chuan Jianguo”, que significa “Trump, constructor de naciones”. Y, finalmente, tampoco es relevante que con los aranceles Donaldo golpee a sus aliados, a los que debiera alinear para la batalla geopolítica y económica con el país de las pagodas.
No importó que México hiciera todo bien: que nos hayamos puesto las pilas en migración y hasta en confiscación de fentanilo. Todo eso es poca cosa. Los aranceles van.
Aún no sabemos si serán generales, si habrá condiciones o si serían escalonados. Lo que sabemos es que algo anunciará este sábado. Y también sabemos que Trump se arrinconó con su promesa del 25 por ciento.
¿Qué pasará en México?
Obviamente se oscurece el panorama de crecimiento, que de por sí ya se estimaba en alrededor del 1% para 2025. Si esta cifra ya daba lástima, prepárate. La probabilidad de una recesión crece. El impacto final dependerá de la duración y profundidad de los aranceles.
Por otro lado, espera gran volatilidad en el tipo de cambio y también, por supuesto, un golpe en el empleo. El impacto dependerá otra vez de la duración y profundidad de los aranceles, así como también de qué tanto disminuya la demanda estadounidense por el alza de precios de las exportaciones mexicanas.
Finalmente, el golpe inflacionario doméstico va a depender de si México responde con aranceles a EU.
¿Qué debe de hacer Sheinbaum?
Han repetido incesantemente que actuarán con cabeza fría. Pues ya llegó la prueba. Una pregunta clave es: ¿impondrá México aranceles a su vez? ¿Entramos a una guerra comercial?
Otra vez, depende de la profundidad de los aranceles y de la actitud de Trump y su Gobierno. Quizá podrían empezar imponiendo aranceles sectorialmente, donde duelan.
Dice Trump que para quitar los aranceles quiere que paremos la migración, eso ya está en camino. Lo duro será parar el fentanilo porque, ¿cómo se medirá el éxito? No está fácil.
Pero eso debemos entender: ¿qué requieren para quitarlos y cómo medirán si cumplimos? Para luego poner manos a la obra.
Urgen contactos directos de alto nivel con operadores que intenten hacer entrar en razón a Trump. Una tarea que sin duda se antoja imposible.
Vienen tiempos difíciles. Veremos y diremos…
En pocas palabras…
“No tengo tiempo para una crisis, mi agenda está llena”.
Henry Kissinger
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