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Amor y muerte

Por Juan Villoro

Hace 1 año

En abril de 1970 los Beatles se separaron. “El sueño ha terminado”, dijo John Lennon, y los Fabulosos Cuatro tomaron rumbos diferentes. John se adentró en el pacifismo y el arte conceptual, Paul se retiró a componer en una granja sin luz eléctrica y Ringo encontró variadas formas de pasarla bien. La situación más compleja era la de George. Durante una década había estado a la sombra de dos de los mayores compositores del rock, concibiendo el prodigioso álbum triple All Things Must Pass, que lanzó en noviembre de 1970. El título aludía al fin de una era, pero también a las transformaciones personales por las que él pasaba. Su mejor amigo, Eric Clapton, se había enamorado de su esposa, Pattie Boyd.

Después de años de cantarle al amor, Harrison y Clapton decidieron ser congruentes con sus letras. Las aventuras del corazón no debían dañar a nadie. Se reunieron en el jardín de George, en la banca donde él compuso “Here comes the Sun”; el exbeatle aseguró que su relación con Pattie había terminado y prometió conservar la amistad con ambos si en verdad se trataba de un amor y no de una infatuación.

Clapton demostró la sinceridad de su pasión del único modo que conocía. Formó el grupo Derek and the Dominos y compuso la canción “Layla”, dedicada “a la esposa de mi mejor amigo” e inspirada en el poema persa Layla y Majnún del siglo 12, sobre dos jóvenes amantes que se ven separados.

Por su virtuosismo como guitarrista, Clapton había conquistado el sobrenombre de Mano Lenta; aun así, decidió reforzar las cuerdas con Duane Allman, maestro del slide. El resultado fue un estallido eléctrico de dimensiones épicas al que sólo le faltaba algo: romanticismo. El destino amoroso dependía de esa pieza y había que rematarla de otro modo. Un día, Clapton oyó que su baterista, Jim Gordon, tocaba una melodía en el piano y le pareció perfecta para concluir su canción de amor. Le pidió permiso para usarla y la coda de tres minutos y 48 segundos se convirtió en un clásico instantáneo.

En El amor y Occidente, Denis de Rougemont revela lo mucho que la tradición poética les debe a las pasiones no correspondidas. Eric Clapton actuó como un trovador cátaro del siglo XII, convirtiendo su anhelo en música y palabras. El impulso decisivo para que Pattie Boyd cambiara de vida llegó con el nombre de “Layla”.

Los otros creadores de la canción no tuvieron la misma suerte. En 1971 Duane Allman se estrelló en su motocicleta Harley Davidson y Jim Gordon se sumió en una crisis sicótica. El baterista pasó por más de 10 internaciones clínicas hasta que se le detectó esquizofrenia. A pesar de esas deficiencias trabajó con Frank Zappa, John Lennon, Traffic y Jackson Browne. Sólo las percusiones acallaban sus persecutorias voces interiores. En ocasiones se encerraba a comer ingentes cantidades de pollo empanizado para no pensar en nada más. Poco a poco, una voz se apoderó de su mente: la voz de su madre. El 3 de junio de 1983, Gordon fue a visitarla para que se callara de una vez. No encontró mejor modo de hacerlo que golpearla con un martillo y acuchillarla.

Su estado mental no impidió que fuera condenado como delincuente común y hoy es el preso C89262 del estado de California. Pero la historia de amor y muerte no termina ahí. En los tiempos en que colaboraba con Clapton, Gordon era novio de la cantante y compositora Rita Coolidge. De acuerdo con varios testigos, fue ella quien compuso la canción “Time”, que su novio incorporó como el remate instrumental de “Layla”. La cantante no quiso protestar en su día porque Gordon la había golpeado y temía sus arrebatos.

Hasta la fecha, el baterista recibe unos cuatro mil dólares mensuales de regalías por “Layla”. En 1992, la versión unplugged vendió 26 millones de discos y en 2019 la guitarra que Duane Allman usó en la grabación se subastó en 1.25 millones de dólares.

Nadie visita al preso James Beck Gordon, que se niega a tomar medicinas y pasa el día viendo las manos que en otro tiempo hicieron música.

Su abogado ha tratado de reducir la condena apelando al diagnóstico clínico, pero sus hijos se pusieron de parte de la Fiscalía y solicitaron que no fuera liberado.

El arte se alimenta de carencias y en ocasiones del oprobio. Una extraordinaria canción de amor fue posible gracias a la amistad y la pasión, pero también al robo, la muerte y la locura.

 

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