Primero las preguntas.
¿Sabían que el presidente Obrador y su claque tienen lista una iniciativa para modificar la Constitución y que permitiría la reelección presidencial?
¿Sabían que está previsto aprobar al vapor tal iniciativa, si Morena pierde en las urnas la mayoría en la Cámara de Diputados?
¿Por qué razón el descomunal manotazo autoritario, con todo el peso de Palacio, sobre la Auditoría Superior de la Federación?
¿Por qué la prisa por desaforar al Gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca?
¿Por qué el Presidente decidió someter de manera pública al Tribunal Electoral y al Instituto Nacional Electoral, justo cuando se violentan todas las reglas electorales desde Palacio, a través del mismísimo
Presidente?
¿Por qué el pacto presidencial para que gobernadores y alcaldes no metan mano al proceso electoral, si el llamado es una atribución constitucional del INE, y cuando desde Palacio el Presidente hace justo todo lo contrario?
Las interrogantes anteriores son –entre otras– el punto de partida para entender la preocupación del Presidente, de su pandilla y de su partido, frente al proceso electoral de junio próximo.
Y es que en Palacio y entre la claque presidencial, saben que conforme se aproxima la elección federal del primer domingo de junio, se aleja más la posibilidad de que los candidatos de Morena consigan la victoria en las urnas.
Por eso, desde Palacio se hace todo lo posible para impulsar el fraude; se amenaza lo necesario, se aprietan tuercas, se exige incondicionalidad absoluta y se pone en marcha una persecución ejemplar más, como la emprendida contra el Gobernador de Tamaulipas.
Por ejemplo, en el caso del manotazo contra la Auditoría Superior, lo que se buscó fue una carambola de fantasía.
Primero se intentó apagar el fuego del escandaloso desfalco oficial; un robo del Gobierno de López Obrador, apenas en el primer año de gestión.
Luego se pretendió “limpiar la casa” frente a la eventualidad de perder la mayoría en la Cámara de Diputados. Así, y ante una posible mayoría opositora, pocos creerán en la Auditoría Superior desacreditada y menos en el supuesto desfalco en el NAIM.
A su vez, la premura para derrocar al gobernador Cabeza de Vaca tiene una explicación
distinta.
Primero se trata de una venganza personal. ¿Por qué?
Porque acaso Cabeza de Vaca es el único gobernador que se enfrentó de manera clara a López Obrador. Vale recordar que, en agosto de 2020, durante una visita de AMLO a Tamaulipas, el Mandatario panista reclamó de manera directa los ataques lanzados desde Palacio en su contra.
Así le reclamó al Presidente: “los recientes ataques y señalamientos en mi contra, Presidente, no son producto de la casualidad; nuestros adversarios están preocupados porque saben que Tamaulipas va en el camino correcto”.
En Tamaulipas, curiosamente, el PAN lleva una ventaja abrumadora en la intención del voto y el partido Morena podría ser aplastado.
Por eso, el segundo objetivo de la venganza contra Cabeza de Vaca es, que gobernadores y alcaldes se enteren de lo que les puede pasar, si se atreven a ganarle la elección a Morena y al Presidente.
Por eso, le urge al Presidente que antes de la elección de junio, Cabeza de Vaca haya sido destituido, para que los otros gobernadores y alcaldes se doblen y ayuden a la victoria de Morena.
Y también por esa razón el llamado presidencial a los gobernadores de todo el país “para que no metan las manos a la elección” y para que se comprometan a respetar el resultado.
En el mismo sentido va el sometimiento al INE y al Tribunal Electoral; para que no se les ocurra “meter su cuchara” en una elección en la que López Obrador será el único árbitro y el verdadero “fiel de la balanza”.
Pero lo más importante, la verdadera “joya de la corona” –ante el riesgo de perder la mayoría en la Cámara de Diputados– es que López Obrador tiene una carta escondida bajo la manga; una iniciativa que propone la reelección presidencial.
Esa iniciativa sería enviada de emergencia al Congreso –y aprobada al vapor por los lacayos legisladores oficiales– si en Palacio se percatan que el resultado electoral no favorece a Morena.
Sí, que a pesar del descomunal fraude que se prepara en Palacio, el propio presidente López Obrador teme perder la elección.
Por eso los manotazos desesperados.
Al tiempo.
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