Desde que el cine llegó para quedarse, permea a la vida cotidiana, una prueba de ello, son la frases que dejan la pantalla grande para ser incorporadas a nuestro día a día; una de estas frases icónicas es la que Dorothy le dice a su perrito Toto en una de las escenas del mago de Oz, “me parece que ya no estamos en Kansas”, si bien, la dijo tras sobrevivir a un tornado al llegar a un lugar desconocido, es común utilizarla actualmente para hablar de algo que sorprende, algo que te deja con la boca abierta; así me pasó a mi cuando visité el museo Pape, me topé con algo que jamás imaginé.
Sobre Kansas, no se más que algunas cosas, la primera, como ya dije, que la historia del mago de Oz empieza en una ciudad de ese Estado, y que ahí nació Amelia Earhart la aviadora más célebre de todos los tiempos, si hablamos de mujeres famosas Amelia cumple con todos los parámetros exigidos para hablar de una mujer excepcional.
A las nuevas generaciones les parecerá más familiar recordarla porque es uno de los personajes que cobran vida en la película Una Noche en el Museo 2, aquí la aviadora estadounidense es interpretada por la actriz Amy Adams, quien se apega aun con la adaptación del personaje a transmitir el alma aguerrida de Amelia.
Herthart, por su parte fue la decimosexta mujer en obtener de la Federación Aeronáutica Internacional la licencia como piloto, una hazaña envidiable para cualquier mujer inclusive en este tiempo; además es celebre por batir marcas de vuelo, así como ser la primera en intentar el viaje aéreo alrededor del mundo siguiendo la línea ecuatorial.
Cuando niña no sintió mucha emoción por los aviones, sin embargo para los 22 años de edad cuando pudo volar en un biplano por 10 minutos sobre la ciudad de Los Ángeles, California, supo tan pronto como despegaron que tendría que volar de ese momento en adelante, así tomó sus primeras clases de aviación con otra piloto pionera, por sus inicios poseía un aeroplano que llamó El Canario, en el sufriría varios accidentes, cosa que no la desalentó pues era comprensible en ese tiempo que sucedieran debido a la poca fiabilidad de los motores y la lentitud de las naves al volar.
Después de ello, fueron acumulándose los records vencidos, lo primero que realizó fue volar a más de 4,267 metros de altura, después fue la primera mujer en cruzar volando el océano Atlántico, también fue una impulsora incansable de la aviación para mujeres, formó una organización llamada las 99, pues agremiaba a 99 mujeres piloto, siendo ella la primer presidenta, su carrera en la aviación siguió en ascenso, siendo la primera mujer que realizó un vuelo sobre el Atlántico en solitario, además de que fue la primera persona en hacerlo dos veces, alcanzó el record de la distancia más larga volada por una mujer sin parar, así como en hacerlo en el menor tiempo; fue reconocida como una de las mejores pilotos de Estados Unidos, votada la mujer más destacada del año, y condecorada con La Cruz de Voladora Distinguida.
No sólo piloteo naves, pues en los inicios de su carrera durante un tiempo en el que dejó la aviación, se compró un automóvil al que en esta ocasión bautizó como, El Peligro Amarrillo, sin duda un nombre épico como todo lo que se propuso; en éste vehículo acompañada de su madre recorrió los Estados Unidos de América con dirección a Boston, Massachusetts, despertando el interés de propios y extraños debido a que en esos tiempos era una novedad ver autos por los paisajes campiranos.
Realizó un tour por Europa, también voló de Los Ángeles a la Ciudad de México, sus proezas fueron sin duda impresionantes poniendo de manifiesto su ímpetu tenaz, su amor por la aventura, y de vivir la vida sin miedo, prueba de ello es lo que le escribió a su marido en una de sus últimas cartas.
En ella se leía, “Por favor debes saber que soy consciente de los peligros, quiero hacerlo porque lo deseo. Las mujeres deben intentar hacer cosas como lo han hecho los hombres. Cuando ellos fallaron sus intentos deben ser un reto para otro”.
Es difícil encontrar esta determinación de vivir la vida sin miedos e ir tras las metas que te propongas, sin embargo, no es imposible reconocer a aquellas mujeres temerarias, pioneras adelantadas a su época; así me encontré yo de frente con Suzanne Lou Pape, en un viaje a la ciudad de Monclova, Coahuila; ahí en el primer piso del museo estaba la magnífica trayectoria de una mujer grandiosa en todo sentidos, inicialmente creí que era una reseña de Amelia, pero mi sorpresa fue que se trataba de una dama que aunque nacida extranjera vivió y dejó su alma en la ciudad del Acero.
Al leer los artículos sobre su vida que se encuentran dispuestos en el interior del museo, encontré muchísimas similitudes con la propia Amelia, Lou como cariñosamente se le dice hasta nuestros días en Monclova, también obtuvo su licencia de piloto en la década de los veinte, realizando un viaje de ensueño para su época pues voló de París a Marruecos.
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