En la actualidad se observa cómo las tensiones y los conflictos se incrementan con mayor fuerza, están cada vez más presentes en la sociedad, todos los días somos testigos de ellas, la violencia la padecen todas las personas sin importar la edad, sexo, situación económica, religión, entre otras, todos sin excepción estamos expuestos a sufrir la violencia, ya sea en la calle como transeúnte, en los lugares públicos como escuelas, parques, centros de diversión; también se manifiesta en las expresiones artísticas, como por ejemplo la música, y lamentablemente se ostenta en el hogar, los medios de comunicación reportan diariamente un gran número de personas violentadas o en el peor de los casos asesinadas.
La Organización Mundial de la Salud precisa el término de la violencia como: “El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho, o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que tiene como resultado la probabilidad de daño sicológico, lesiones, la muerte, privación o mal desarrollo”. No podemos dejar de percibir a la violencia como el abuso intencional para dominar a alguien o imponer algo hasta vencer su resistencia, con la intención de provocar daños físicos o síquicos a nuestros semejantes.
Podemos encontrar algunos elementos que intervienen para que se manifieste la violencia como son: la pobreza, la falta de empleos dignos, desigualdades sociales, la corrupción, entre otras. Las consecuencias que tiene la violencia en los individuos son graves y muy variadas, se puede exteriorizar en depresión, trastornos por el estrés postraumático, el abuso de sustancias, trastornos en el sueño, en la alimentación y en el tan temido suicidio, es bien sabido que aparece debido a causas históricas y sociales, el escritor Isaac Asimov señalaba con gran lucidez “Nos acostumbramos a la violencia y esto no es bueno para nuestra sociedad. Una población insensible es una población peligrosa”, es cierto, el peligro es volvernos tan insensibles que no reaccionemos ante los estragos que deja a su paso.
Es responsabilidad de todos evitar que se manifieste y una obligación poner un alto a la violencia, estoy segura de que usted querido lector estará de acuerdo conmigo que esto sólo se logra con educación, una educación enfocada en los valores éticos, como lo es el respeto, la solidaridad, la cooperación, a resolver los conflictos de manera pacífica, utilizando el diálogo como un gran antídoto. Es prioritario realizar campañas de sensibilización, donde se rechace el uso de las armas, de las drogas y el alcohol o cualquier otro medio que provoque la violencia.
Un componente fundamental para lograr combatir la violencia es no imponer nuestra manera de ver la vida en los otros, es necesario aceptar las diferencias de pensamiento, de creencias, de forma de vivir, para lograrlo la comprensión es excelente porque nos permite entender e intuir las cosas, permitiéndonos ser flexibles, por ello, la infancia es un diamante para fomentar la paz en la sociedad, esto implica educar con autoridad responsable, no con violencia o en el otro extremo cumpliendo todos los deseos, lo más complicado en la educación de los hijos es lograr la neutralidad en las reglas que rigen en el hogar y hacerlas cumplir.
Ya lo decía el defensor norteamericano de los derechos humanos Martin Luther King: “En el centro de la no violencia se alza el principio del amor”. Es necesario fomentar hogares sanos con el apoyo de profesionales, además, exigir a quien corresponda, ya sea Gobierno o las instituciones educativas, el diseño y operación de programas que contribuyan a prevenir la violencia, que tengan como objetivos construir relaciones sanas con el entorno; prevenir el consumo de alcohol o de cualquier estimulante; evitar el uso de cualquier tipo de armas; transformar las creencias culturales que propician la violencia, sé que este sueño puede hacerse realidad por el bien de la humanidad. No olvidemos que la violencia tiene serias consecuencias que son imborrables, duran por siempre.
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