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Por Grupo Zócalo
Publicado el jueves, 4 de marzo del 2021 a las 04:28
Ciudad de México.-A 82 años de su fundación, el INAH finalmente se apresta a la aprobación del Reglamento de su Ley Orgánica, un pendiente histórico que nunca, a pesar de varios intentos, había podido concretarse.
El documento, realizado durante la Administración actual, tras un proceso de varios años, ya se encuentra en la Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal, a la espera de su aprobación final para poder promulgarse.
El anteproyecto de este reglamento, consultado por Reforma, otorga por fin al INAH una estructura orgánica fija con todas sus direcciones generales, coordinaciones nacionales, centros regionales y nuevos órganos, así como un Consejo General Consultivo.
El pasado 19 de enero, durante un mensaje a la comunidad del Instituto, su titular, Diego Prieto, informó: “A lo largo del 2020 y en el inicio del 2021 hemos dado continuidad a la gestión para la aprobación del Reglamento de la Ley Orgánica del INAH. Es una prioridad para este ejercicio y esperemos tener resultados favorables en breve, y podamos constituir, por fin, los consejos de área y el Consejo General Consultivo previstos en nuestra Ley Orgánica”.
Publicada originalmente el 3 de febrero de 1939, y reformada por última vez en 2015, el documento es el instrumento jurídico que detalla los objetivos y razón de ser de la dependencia.
La falta histórica de un reglamento de esta ley hizo que la institución operara de manera más bien discrecional, a partir de las facultades del director en turno, como detalla en entrevista el especialista Bolfy Cottom.
“De alguna forma, el Instituto operó, funcionó, quizá, diría yo, haciendo uso de las facultades discrecionales que se le otorgan al director o directora del Instituto, pues tuvo la posibilidad de crear órganos como consejos que operan todavía en la actualidad”, apunta.
Esta falta ya había sido señalada con anterioridad por parte de numerosos trabajadores del INAH de todos los niveles, pero también por la Auditoría Superior de la Federación (ASF).
“Llegó un momento en el que, no solo por la propia necesidad de que el Instituto cuente con el reglamento que lo haga operar de una manera mucho más eficiente, también tuvo que ver con la observación de la ASF”, explica Cottom, exsecretario técnico del Instituto.
El anteproyecto divide opiniones entre los trabajadores.
El arqueólogo Gustavo Ramírez, representante de los investigadores del INAH, por ejemplo, considera que el documento carece de una estructura que garantice contrapesos y tampoco define los perfiles que deben cumplir quienes ocupen puestos directivos.
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