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Aguas de Saltillo: desafíos y oportunidades (I)

Por Federico Muller

Hace 3 semanas

De la estructura administrativa vertical a la toma de decisiones en equipo. De trato afable para con su interlocutor, a quien le comenta que concluyó el pre y posgrado en la Politécnica de Cataluña. De ascendencia catalana, y aun así considera al trabajador mexicano como productivo. Afirmación, que sustenta con la experiencia laboral que tuvo. Desde que fue contratado por Aguas de Barcelona (Agbar), antes de llegar a la gerencia de Aguas de Saltillo, Jordi Bosch B. estuvo en cuatro países de culturas muy diferentes a la de México, y en cada uno de ellos, fue parte del equipo que manejó la administración del agua potable. Al llegar a la compañía paramunicipal, “calibró” sus expectativas laborales y también las del trabajador de la empresa. Se decantó por la administración menos jerárquica, más plana que incentive la creatividad, la cooperación y el entusiasmo por el trabajo que se hace. El acompañamiento (coaching) y consulta, que ha hecho con sus colaboradores, le han permitido tomar decisiones previamente consensadas. La permanencia promedio de los trabajadores en la empresa ha sido de 11.2 años, que se considera un indicador de baja rotación de personal; y por otra parte, durante su administración, no ha habido ningún emplazamiento a huelga por el sindicato de la compañía. Fue enfático al decir que la empresa que dirige no participa en el ecosistema de agua, que conforman nueve fraccionamientos del norte de la ciudad, que se abastecen de pozos “particulares”, y por lo tanto quedan fuera de la regulación de la operadora. Libertad de mercado en el uso del servicio, pero que contrasta con la regulación rajatabla que aplican, Conagua y CEAS, a la explotación artesanal de norias, que se localizan en los corrales o patios de varias de las vetustas viviendas del centro y sur de Saltillo, que ante una denuncia ciudadana anónima proceden a su clausura inmediata por considerarlas fuentes clandestinas. También considera que la Unión de Usuarios de Agua de Saltillo representa un contrapeso o veedor cívico a la gestión del agua en Saltillo; sus criticas pueden contribuir a mejorar la calidad en el servicio que presta la compañía a los saltillenses.

 

De Aguas de Barcelona (Agbar) al Grupo Veolia

Ambas compañías nacieron en Europa y por décadas manejaron servicios ambientales en África, América, Asia y en algunas ciudades de la Unión Europea. Pero, a finales de 2021, decidieron fusionarse, no sin antes haber pasado por el escrutinio del regulador antimonopolios europeo, quien finalmente autorizó la transferencia de activos al grupo francés Veolia, quien aprovechó la experiencia de los trabajadores que tenía Ag Bar en la prestación del servicio de agua para constituirse en una empresa líder en el ramo ambiental, especializada en la gestión de energía, residuos y agua. Los acuerdos de fusión entre los accionistas, comenta el entrevistado, no cambiaron el modelo de negocios y estructura administrativa de Agsal. Sigue prevaleciendo la cohabitación entre sector público y empresa, como un esquema sui generis, poco replicado en el mundo por la compañía trasnacional; el Gobierno

municipal regula los precios y tarifas que cobra la empresa a los consumidores y desarrolladores de vivienda. La operadora se maneja como una unidad de producción autosuficiente, sin subsidios públicos. No aportó ningún recurso monetario a la matriz financiera del Grupo Veolia, a pesar de que, en 2023, los costos de producción de un m3 de agua fueron en promedio 12% por debajo del precio que se le cobró al usuario en su recibo.

 

De lo público a lo privado en el manejo del agua potable

Algunos economistas acostumbran llamarle benchmarking; al ingeniero Bosch, le gusta comparar las eficiencias física (EF), comercial (EC) y global (EG) de la empresa saltillense con las de dos operadoras de agua cercanas a la capital de Coahuila, ambas monopolios naturales: Monterrey y Torreón, las cuales tienen indicadores menos competitivos que los que logra Agsal. Por el glosario de Conagua se sabe que la EF mide la cantidad de agua que se pierde en la red desde que sale de la fuente hasta que llega al consumidor domiciliario. Una forma de calcularlo es mediante el cociente: volumen de agua facturado dividido por el volumen de agua producido, indicador que se complementa con el de la EC. Esta registra el porcentaje de ingresos que logra recaudar el operador del volumen de agua facturado. La diferencia entre los metros cúbicos cobrados y facturados puede obedecer a usuarios morosos, recibos extraviados, micro mediciones inexactas, cambios de domicilio, etc. Al no recibir subsidio gubernamental, la empresa depende financieramente de los ingresos que recauda por la venta de los servicios que ofrece al consumidor. Finalmente, la eficiencia global es el resultado de la multiplicación de los dos indicadores ya mencionados. La eficiencia física de la paramunicipal pasó de 42% en 2001 a 78% en 2023, año en que las aguas no controladas ascendieron a 22%, del cual 14% representaron fugas de agua, y 8% fueron por subcontratación y tomas clandestinas. Los ingresos que recibió la operadora de agua en 2023 se aproximaron a los que facturó. La EC fue 99%, mientras que en 2014 se ubicaba en 98.7 por ciento.

 

De la inspección visual a la satelital

Para el graduado de la Universitat Politècnica de Catalunya, las mejoras alcanzadas en los rendimientos del manejo del agua por Agsal, que la convierten en una de las operadoras líderes del país, se deben a la tecnología y productividad del trabajador, más que al tipo de administración que esté en turno. Se les adjudica a los ingenieros y técnicos del grupo Veolia, la patente tecnológica por el uso del gas helio (He-tracer) en la detección de fugas en las tuberías subterráneas de agua. Según, explica, continuará.

 

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