Si usted le cree a la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, respecto a que entre su Gobierno y el de Estados Unidos, cuyo titular es Donald Trump, existe respeto mutuo, y se encuentra basado en una buena comunicación; tal cual lo asegura diariamente la misma Mandataria; déjeme decirle que, contrario a eso, hace seis días, Donald Trump, lanzó a los mexicanos, una nueva amenaza de imponer más aranceles, si no damos agua a Texas.
Extrañamente, tras el ultimátum del estadunidense, desde el pasado domingo, de manera oculta, se aumentó la extracción en la presa La Amistad de Coahuila, pasando alarmantemente de 18 metros cúbicos, que es lo que ordinariamente se le entregaba a EU a 120 metros cúbicos por segundo, con la intención de hacerlo hasta el 23 de abril; lo anterior, a pesar de que dicha presa se encuentra en su nivel histórico más bajo con apenas el 12.7% de su capacidad, lo que la dejaría por debajo del 10 por ciento.
Ante tal atropello, el Presidente Municipal de Acuña, Emilio de Hoyos, a través de un comunicado, pidió la intervención de la presidenta Sheinbaum, para que se suspendieran estas extracciones extraordinarias y se privilegie el consumo humano; por su parte, el gobernador Manolo Jiménez respaldó la postura del Alcalde de Acuña, al tiempo que pidió una reunión con la Secretaría de Gobernación y posteriormente con la misma Presidenta, a fin de solicitarles que no se afecte el abasto de agua a la población coahuilense.
Como respuesta a tales reclamos, en primera instancia, la Presidencia de la República, a través de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), intentó justificar dichas extracciones, argumentando que se trataba de un procedimiento ordinario del sistema de presas La Amistad y Falcón que, en conjunto, abastecen de agua potable a 13 ciudades, así como al Distrito de Riego 025, por lo que las mismas eran comunes entre una presa a otra para complementar el abasto destinado a la zona noreste de México, y que las mismas no estaban relacionadas con la amenazas de Trump o el Tratado de Aguas de 1944.
A pesar de lo anterior, posterior a la “aclaración” de la Conagua, la misma Presidenta de México, aceptó dichos trasvases extraordinarios del vital líquido, pero aseguró que su Gobierno accedió al diálogo con los gobernadores de Tamaulipas, Coahuila y Chihuahua para establecer un acuerdo conjunto que permita determinar cuánta agua se puede entregar a Estados Unidos sin afectar a los productores nacionales, tal cual lo había anunciado, días antes, el Gobernador coahuilense. Así pues, por órdenes de la misma Presidenta, las extracciones extraordinarias de agua se suspendieron desde el primer minuto del miércoles pasado.
Con todo lo anterior, se hacen evidentes tres cosas: la primera, que efectivamente el Gobierno de México sin consultar a los estados cedió a las presiones de Trump; la segunda, que, sin importar las consecuencias, se inició de manera oculta, con una extracción irresponsable por el Gobierno federal, por lo que, de no habernos percatado, se habría puesto en riesgo el abasto de la gente, las actividades productivas y el ecosistema que depende de esa fuente y; por lo último, que, ante tal amenaza, a los coahuilenses sólo nos quedan dos opciones: o nos quedamos sin agua o la defendemos para garantiza nuestro presente y futuro, aun en contra de los intereses de la Presidenta.
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