Nacional
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El Universal
Publicado el miércoles, 7 de septiembre del 2011 a las 18:04
México.- Jorge Antonio Iniestra Salas se declara cínico, Clara Tapia Herrera se dice inocente y víctima de un monstruo, pero ambos iniciaron una historia de violencia, sexo, abusos, corrupción de menores y explotación.
Los dos están detenidos, acusados de secuestro, homicidio calificado, lesiones y otros delitos cometidos durante siete años.
Claudia, Juan Carlos y Ana Laura Iniestra, además de Soledad Salas y Érick, hermano del depredador, también fueron cómplices.
El caso se inicia 2004, cuando la madre de familia conoció a Jorge Antonio; enamorada, se dispuso a vivir con él bajo el consentimiento de sus hijos, menores de edad.
Lo que era una familia se transformó en el calvario de los tres adolescentes. Gabriela y Rebeca se convirtieron en parejas sentimentales de su padrastro, mientras su hermano Ricardo fue obligado a trabajar y era objeto de golpes.
Las dos mujeres fueron privadas de su libertad. Dentro de un cuarto interactuaban una con otra para satisfacer al sujeto. De estas relaciones hubo cinco hijos.
Jorge Antonio sostenía que “todas las mujeres eran unas locas” y por ello impedía que las jóvenes salieran a la calle. Primero estuvieron en la vivienda que tenía su madre en la conserjería de la escuela primaria Manuel C. Tello, en Iztapalapa; después las obligó a pernoctar en una vivienda de la colonia Renovación.
“Este individuo, conjuntamente con las adolescentes y su progenitora, mantenían relaciones íntimas con él, actos que observaba Ricardo, el hijo menor de la madre de familia”, advirtió el procurador Miguel Ángel Mancera.
La Procuraduría General de Justicia del DF tuvo conocimiento del caso cuando la madre denunció a su pareja el pasado 1 de julio.
Desde entonces la Policía de Investigación indagó las actividades de la familia Iniestra Salas y el paradero de los adolescentes y nietos de Clara. Confirmó que Ricardo pasó de ser estudiante a recolectar cartón y vender dulces y paletas de hielo.
Tenía 17 años y era golpeado si no cubría la cuota que imponía su padrastro, que acostaba en el piso, con la cabeza en un charco de agua, y ahí lo dejaba toda la noche.
Rebeca también fue víctima de maltrato que no resistió. Falleció en noviembre de 2009, mientras su bebé recién nacido murió cuando el sujeto la tomó en sus brazos y obligó a succionar el pecho de su madre. La asfixió.
“La colocó en el pecho del cuerpo sin vida para que, según él, con la lactancia reaccionara”, detalló.
Ambas permanecieron un mes en la vivienda tapiada con tabique y madera y cerrada siempre.
Jorge Antonio dijo que para evitar el olor fétido rociaba cal y creolina, pero un día pidió a su hermano Juan Carlos que lo ayudara a deshacerse de los cadáveres.
Las víctimas aparecieron envueltas en bolsas negras y amarradas con cinta canela sobre la autopista México-Puebla, en el Estado de México.
Gabriela, la otra víctima retenida, tiene 21 años. Ella cuidaba a Darren, de dos años; Derek, de cuatro; Randi de cinco y una bebé que hoy se encuentra grave en un hospital pediátrico.
Esta pequeña, de tres meses, fue golpeada por el jefe de familia hasta provocarle traumatismo craneoencefálico.
De estos abusos eran testigos los cuatro hermanos de Jorge Antonio Iniestra y su madre Soledad, de 55 años. Durante un cateo ejecutado por la policía fueron detenidos y acusados de delitos graves.
En la presentación del caso, el procurador capitalino detalló que la obsesión del sujeto de 32 años era tal que Rebeca y Gabriela hacían sus necesidades fisiológicas en su vivienda.
“Rebeca y Gabriela no salían del cuarto; les colocó una cubeta donde hacían sus necesidades fisiológicas, obligando a Ricardo a tirar y lavar la cubeta diariamente, y cuando no lo hacía también era golpeado salvajemente”, enunció.
Los siete detenidos serán consignados ante un juez del Reclusorio Oriente como responsables de secuestro, homicidio calificado, homicidio en razón de parentesco, lesiones calificadas, corrupción de menores, explotación laboral de menores y violencia familiar.
Los pequeños fueron llevados al Centro de Estancia Transitoria para Niños y Niñas de la procuraduría capitalina.
Los exámenes sicológicos practicados a Jorge Antonio Iniestra determinaron que no padece ninguna enfermedad mental, tampoco tiene antecedentes penales.
“Como dice por ahí: para bailar danzón se necesita dos personas, luego entonces, la señora permitía todo y sabía que lo hacíamos para satisfacer una fantasía”, dijo el sujeto antes de subir a la patrulla que lo trasladaría a la cárcel.
Los austriacos
En agosto pasado un austriaco de 85 años fue arrestado por haber confinado en una cocina, golpeado y abusado de sus descendientes desde 1970. El hombre les prohibía todo contacto social y amenazaba con armas.
Las mujeres, de 53 y 45 años, escaparon cuando el sujeto quiso violar a la hija mayor y ella se resistió. El hombre cayó, no pudo pedir ayuda y fue encontrado dos días después por un trabajador social y llevado al hospital.
En abril de 2008 una mujer de 42 años denunció que su padre la mantuvo prisionera durante 24 años en la ciudad austriaca de Amstetten. Josef Fritzl, entonces de 73 años, engendró siete hijos con su propia hija.
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