Vida
Por Roberto García
Publicado el miércoles, 11 de diciembre del 2024 a las 20:20
Torreón.- La madrugada de un 9 de diciembre de 1531 el indígena Juan Diego Cuauhtloatoatzin reportó un hallazgo extraordinario y sin otra explicación que la divina, justo en lo alto del conocido Cerro del Tepeyac en la Ciudad de México.
En aquella nación colonial, la fe católica había tomado desde muchos años atrás una fuerza y un dominio claro, era evidente su popularidad por sobre otras creencias nativas y con arraigo prehispánico, la versión de Juan Diego correspondía a un contacto sobrenatural, con nadie más y nada menos que la madre del Dios judeo-cristiano, la Virgen María, quien se le presentó rodeada con la luz del Sol, levitando entre música y olor a flores frescas, con voz suave se identificó llamándolo por su nombre.
Según la versión del llamado “indio Juan Diego”, la Virgen le pidió ese 9 de diciembre la construcción de un templo justo en ese sitio, de forma que pudiera interceder y aliviar las penas del pueblo mexicano; movido por el impacto de aquella experiencia, decide acudir ante las autoridades eclesiásticas y contar todo lo ocurrido, pero en lugar de aceptación encuentra incredulidad y dudas, lo que le genera una decepción.
Cerca de las 17:00 horas, decide regresar al Cerro del Tepeyac para solicitarle a la Virgen María la elección de “otro mensajero”, pues consideraba que su mensaje sería desestimado por tratarse de un indígena más; ante dicha postura la imagen mariana le pide insistir y además regresar al día siguiente con el obispo.
La narrativa oficial de la Iglesia Católica refiere que, tal como fue ordenado, Juan Diego regresa con el clérigo para insistir en la construcción del templo, pero en esta ocasión le es solicitada una prueba para confirmar que su interlocución divina es real y es precisamente con la Virgen María.
Así pues, el 10 de diciembre regresó al Tepeyac para solicitar la evidencia divina a la Virgen, quien le confirma que la tendrá lista al siguiente, sin embargo, justo en esos momentos el tío de Juan Diego se encontraba luchando contra una enfermedad, lo que le obligó a evitar ese encuentro en la fecha pactada.
Para el 12 de diciembre, Juan Diego Cuauhtlatoatzin parte rumbo a la Ciudad de México en busca de ayuda, para evitar el contacto divino rodea el Cerro del Tepeyac, pero es interceptado por la Virgen María, quien le asegura que su familiar se encuentra curado; además le solicita cortar rosas en los alrededores para llevarlas ante el obispo en su tilma, acción que obedece para luego enfilarse rumbo a la presencia del sacerdote.
Especialistas en temas religiosos discuten si una quinta aparición ocurre precisamente con el tío Bernardino del indio Juan Diego ese mismo 12 de diciembre, fecha en la que además le revela a ese hombre su advocación oficial: “la Virgen Santa María de Guadalupe”.
El desenlace de la historia es posiblemente uno de los episodios religiosos y culturales más conocidos en la fe católica, con Juan Diego dejando caer las rosas de su tilma, mostrando la imagen guadalupana frente al obispo y otros testigos ahí presentes, dando paso así al llamado “milagro guadalupano” que le refirió identidad al México naciente y que aglomeró desde entonces a millones de fieles en torno a su imagen.
Notas Relacionadas
Más sobre esta sección Más en Vida
Hace 17 horas
Hace 18 horas
Hace 21 horas
Hace 22 horas
Hace 23 horas
Hace 23 horas
Hace 1 dia
Hace 1 dia
Hace 2 dias
Hace 2 dias
Hace 2 dias
Hace 2 dias