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| La joven Flor Estela Rodríguez Villarreal, fue desaparecida en el 2010, y su madre no ha dejado de buscarla para “llevar a descansar en paz a su hija”.

Monclova Región Centro

‘Todo apunta a que mi hija fue asesinada’

  Por Mario Valdés

Publicado el viernes, 11 de abril del 2025 a las 04:00


Tiene testimonios que confirman que junto con su amiga Yesenia, Flor fue subida y esposada en una patrulla de la Policía Municipal en el 2010

San Buenaventura, Coah.- Han pasado casi 15 años desde la desaparición de dos jóvenes, una originaria de Reynosa, Tamaulipas, de nombre Flor Estela Rodríguez Villarreal, quien viajó en octubre de 2010 a San Buena; desde entonces, su madre, Lucila Villarreal López, no ha dejado de buscarla, con el corazón roto pero la determinación intacta, Lucila continúa exigiendo respuestas y justicia. Y una joven más de nombre Yesenia Abigail Garza; pues lo que en un principio fue un viaje corto, acompañando a la familia de su amiga, terminó en una pesadilla de la que aún no despierta después de 14 años.

Un viaje que cambió todo

La joven, de apenas 19 años, estaba en San Buena junto a la familia de su amiga Yesenia, pero el 14 de octubre del 2010, según testigos y declaraciones oficiales, una patrulla de la Policía Municipal se las llevó en plena luz del día, testigos han declarado que vieron cómo ambas fueron esposadas, forzadas a subir a una camioneta y desde entonces, no se volvió a saber de ellas.

“Las esposaron y se las llevaron… ahí comenzó todo”, relata Lucila, con voz entrecortada; “Después hubo amenazas contra los padres de Yesenia y los policías ordenaban quitar las fotos que se colocaban para buscarlas”, dijo.

Búsqueda solitaria

A pesar de haber recurrido a diversas instituciones, incluyendo la entonces recién reabierta Agencia Ministerial de San Buena, la respuesta fue mínima; Lucila fue canalizada con la Fiscalía de Personas Desaparecidas y aunque en un inicio hubo promesas de apoyo, los años pasaron sin avances significativos.

“No estoy en un colectivo, ando sola”, dice Lucila, “he recorrido ranchos, ríos, terrenos baldíos y demás; el año pasado estuve en un rancho detrás de la colonia Amalia Solórzano y en el kilómetro 25, donde estuvimos un mes sacando restos del río, pero no hubo suerte”.

En cada búsqueda, Lucila ha sido testigo de las huellas del horror: casas abandonadas donde supuestamente operaban centros de detención clandestina, restos humanos extraídos de ríos, ruinas donde aún se perciben los rastros de quemas masivas. “Había una rueda donde quemaban cuerpos de los grupos criminales en aquel entonces”, recuerda con dolor.

Impunidad y silencio

Lucila señala a elementos de la Policía Municipal de San Buena, que estaban activos en el 2010, como responsables de la desaparición; años después, recibió información de que varios de esos agentes habían sido detenidos por otros delitos y permanecieron presos por al menos cinco años; sin embargo, los expedientes fueron quemados, destruidos, borrando toda posibilidad de justicia. “No hay documentos, no hay registros… sólo testimonios. Y ahora, incluso la señora que firmó la declaración original, falleció, pero hay más testigos que siguen señalando a los policías”, explica la desesperada madre, que aún no se cansa de buscar a su hija.

El dolor de una madre

Lucila no ha descansado en estos 15 años, su salud física y mental se ha deteriorado: “Estoy enferma, no he podido dejar medicamentos, he pasado meses internada en el psiquiátrico… pero no puedo parar y no puedo dejar de buscarla”.

Su esperanza es que alguien rompa el silencio y que algún expolicía hable, que alguien reconozca un rostro en las fotos de los policías de aquella época, que le digan, aunque sea con palabras duras, qué pasó con su hija, porque más allá de la justicia, Lucila sólo quiere un lugar donde su hija pueda descansar.

“Todo apunta a que mi hija fue asesinada… y sólo quiero saber dónde está, y llevarla a casa”, dice con lágrimas.

“Si alguien sabe, si recuerda caras de los policías… tenemos fotos, por favor hablen”.

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