Piedras Negras
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Grupo Zócalo
Publicado el martes, 18 de marzo del 2025 a las 04:10
Piedras Negras, Coahuila.- Marca el 18 de marzo de 1938 un hito en la historia de México, un momento en el que la voluntad popular y la determinación de un gobierno convergieron para redefinir el destino de nuestra nación, afirmó el doctor Jesús Martín Cepeda Dovala.
La expropiación petrolera, decretada por el presidente Lázaro Cárdenas del Río, agregó, “no fue sólo una decisión económica o administrativa, fue un acto profundamente filosófico, ideológico y político que puso a prueba la autodeterminación de un pueblo frente a los intereses extranjeros”.
Desde un punto de vista filosófico, la expropiación petrolera es una manifestación del derecho de un pueblo a decidir sobre sus propios recursos y su destino. Representa la lucha por la justicia social, la idea de que la riqueza de una nación debe servir a su gente y no sólo a intereses privados.
Se trata de la dignidad colectiva por encima de la sumisión, de la resistencia ante un sistema que históricamente había privilegiado a unos pocos a costa del bienestar de la mayoría.
Ideológicamente, la expropiación fue “un golpe de autoridad en favor del nacionalismo económico, un principio que defendió la soberanía energética como pilar del desarrollo”, señaló Cepeda.
Fue, precisó, “una declaración de independencia frente a poderes externos que explotaban los recursos sin devolver beneficios justos al pueblo mexicano”.
Más allá del acto en sí, esta decisión “sembró una identidad de resistencia y de autoconfianza en nuestra capacidad de gestionar nuestro propio futuro”.
Políticamente, el 18 de marzo representa “un equilibrio entre el poder del Estado y la organización social”.
La movilización popular que respaldó la expropiación demostró que un gobierno, cuando es legítimamente apoyado por su pueblo, “tiene la fuerza suficiente para tomar decisiones audaces en beneficio de la nación”.
Al mismo tiempo, dejó en claro que “la soberanía energética debe ser un tema de constante vigilancia, pues los intereses económicos externos e internos nunca desaparecen, solo cambian de forma”.
Hoy, a 86 años de este acontecimiento, es esencial preguntarnos: ¿Hemos sabido honrar este legado? ¿Realmente somos dueños de nuestros recursos o seguimos sujetos a presiones económicas globales?.
¿Cómo conciliamos el derecho a la soberanía con los desafíos energéticos actuales?.
Invito a cada lector, señaló Cepeda, “a reflexionar sobre el significado de este día, a mirar el pasado con gratitud pero, también con un sentido crítico hacia el presente y el futuro”.
“ Que el espíritu de aquella decisión nos inspire a seguir defendiendo la justicia, la independencia y el bienestar de nuestro pueblo”, finalizó Cepeda.
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