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No se puede saber con certeza de qué tamaño es el daño causado al país y a todos nosotros. Y no se puede siquiera calcular porque sigue saliendo a flote toda la inmundicia acumulada.

Cuando se creía que todo iba a cambiar para mejorar, nos encontramos que ese cambio fue lo peor que pudo ocurrirle al país y a todos los mexicanos.

Tuvimos la oportunidad de modificar el rumbo de nuestro México; de recuperar entre todos este gran país que se veía iba hacia el abismo.  Cuando salen a flote los sentimientos mezquinos arraigados en el corazón de las personas, no puede considerarse que se tenga un final feliz.

¿De verdad en algún momento alguien creyó que íbamos bien? Sólo un ingenuo podía creerlo. ¿De verdad nadie se daba cuenta que había algo raro en los resultados de las elecciones en los estados? ¿Que, en los viajes a Badiraguato, de madrugada, había algo más que pasar a saludar a la mamá de un capo?

No se comprende que, si había inconformidad en el país, los votos “expresaron” lo contrario. ¿Miedo a perder una pensión? Recursos que al final de cuentas no da el gobierno.

¿A quién le importó que se apropiara el gobierno de fideicomisos? Sólo a los afectados, que vieron pulverizarse los recursos económicos que tenían para ser empleados en proyectos, necesidades, estudios, dependiendo de dónde provenían.

Los mexicanos siempre hemos sido solidarios cuando la tragedia nos llega; sin embargo, que el sentimiento noble que nos distingue no se confunda con una estupidez que no tenemos.

Error de gran dimensión es creer que quien gobierna es dueño del país. Por encima de funcionarios, representantes y del mismísimo presidente y sus aliados, está nuestro México y eso las Fuerzas Armadas lo saben.

Nuestro respetable Ejército Mexicano obedece órdenes, sí, pero jamás deberá permitir que se traicione nuestra Constitución, nuestras instituciones y mucho menos deberá defender a quienes traicionan a la Patria.

Proteger a un traidor, los convertiría en cómplices. Y eso -lo de ser cómplices- no debe suceder jamás.

El respeto debe ganarse con hechos, no con palabras ni con discursos; menos aún cuando se observa a alguien “arrodillado” ante un individuo -sea hombre o mujer- mostrando una obediencia que debería tener límites ante órdenes absurdas y descabelladas.

“La Patria es primero” bien lo dijo Vicente Guerrero en un momento decisivo en la que tomó una honrosa decisión.

Con la aprobación para desaparecer instituciones, mostraron el “cobre”, diputados y senadores que dieron su voto. Cobre, que significa el desprecio a ellas, nuestras instituciones y el valor que para ellos tiene nuestro maravilloso México.

Y qué decir de los oportunistas que se cambian de partido, creyendo que van a ser mejores al irse a otro. 

¡Hipócritas! Sí, falsos e hipócritas. Están mostrando su verdadero “yo” el de la ambición que sale a la luz; prefieren traicionar que perder su posición privilegiada. Seguramente arrastran una carga muy pesada; un costal de mentiras, fraudes y vaya usted a saber qué más.

Todo eso muy bien documentado en un expediente que se puede dar a conocer tarde o temprano. Ceder a chantajes no los exime de la culpa.

Existe mucho, muchísimo dolor en este México nuestro.

Pacientes con cáncer, un gran número de ellos en espera de medicamentos. Pequeñitos que deberían haber sido atendidos de inmediato y a quienes se les ha privado de algo muy sagrado: El derecho a recibir atención para recuperar su salud.

¿Cuántos pacientes han perdido la vida por carecer de atención? No lo se. Es inaceptable que se le prive a una persona del derecho a la salud y con ello a la vida.

Hay dolor en nuestro México al ver a mujeres, madres, hijas, en la búsqueda de sus seres queridos; secuestrados un día por gente malvada para ser reclutados en algún cartel.  ¿A qué autoridad o gobierno le importó? ¿Dónde quedó el Servicio de Inteligencia que se supone México tenía?

El trabajo de las autoridades lo han estado haciendo los colectivos que se han dado a la noble tarea de continuar con la búsqueda de desaparecidos.

Para Dios no hay imposibles como tampoco hay límites para una madre que llora la ausencia de un hijo. Ella siempre habrá de perseverar en la búsqueda sin importar el tiempo transcurrido. Una madre jamás se dará por vencida.   

Hoy, gracias al trabajo de los colectivos, a su esfuerzo y dedicación, conocemos del hallazgo de fosas encontradas en una finca de Jalisco. Tal suceso hace que nos invada el horror.

Cuánto sufrimiento debió experimentar quien tuvo la desdicha de caer en las garras de verdaderos criminales, individuos convertidos en verdugos de gente inocente. México merece vivir en paz y despertar de la pesadilla que parece no tener fin.