Arte
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Agencia Reforma
Publicado el miércoles, 12 de febrero del 2025 a las 04:02
Ciudad de México.-Dos de las más importantes colecciones de pintura mexicana se unen en el Museo Kaluz con el propósito de reescribir la historia y, con ello, devolver a la memoria a los artistas de esta disciplina que han caído en el olvido. Titulada Bajo el mismo México. Las colecciones Kaluz y Juan Coronel Rivera 1921-1973, la exposición declara desde el inicio no sólo su intención revisionista, sino también todo aquello a lo que se opone.
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No es la típica exposición de revisión de arte mexicano, en específico, de la Escuela Mexicana de Pintura. No es esta exposición de ‘vamos a juntar dos colecciones y hacemos una selección de las grandes obras maestras’”, señaló el curador de la muestra, el historiador del arte Raúl Cano, al inicio de un recorrido.
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Esta exposición busca mostrar a los artistas importantes, los consagrados, y a los que no lo fueron, pero en una igualdad; es una exposición que busca reescribir la historia del arte mexicano”, contrastó. Por ello, la primera sala de la exposición funciona como una suerte de declaración de principios, donde los artistas ampliamente conocidos, como David Alfaro Siqueiros, el Dr. Atl, Lola Cueto y Luis Nishizawa, comparten espacio con nombres que, con seguridad, pocos habrán escuchado: Alfredo Serrano Lara, Horacio Rentería, María Marín, Amador Lugo y Francisco Moreno Capdevila.
Sobre su acervo, el historiador del arte y crítico Juan Coronel Rivera ha dicho que “no es una colección de pintores, es una colección de pintura”, afirmación que ahora hace suya la institución privada que aloja la muestra.
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Ese leitmotiv de Juan Coronel Rivera yo creo que también se traslada al Museo Kaluz: es una colección de pintura”, expuso Miguel Fernández Félix, director del recinto. “Ambas colecciones se nutren de artistas no conocidos, artistas que espero que también sean más valorados, pero, sobre todo, por ese ánimo de ambas colecciones de seguir descubriendo a esta pintura mexicana”, agregó.
La intención de que la pintura se valore por encima del nombre del artista ha llegado, incluso, a que, salvo por los textos de sala, la exposición carezca por completo de cédulas. Para disfrutarla, el visitante podrá ingresar a cada espacio, dar un primer vistazo a las obras en igualdad de circunstancias, y luego tomar una cédula de mano para consultar los detalles completos de cada pintura. Esta apuesta curatorial permitirá que gran parte de los 86 artistas que conforman la exposición tengan una segunda oportunidad con el público que les había sido negada.
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Muchos artistas que van a ver en la exposición llevaban más de 50 años perdidos”, advirtió Cano. “Desde la década de los 50, muchos artistas no volvieron a ser representados en este tipo de exposiciones”.
Además de ser el foco de atención de ambas colecciones, el periodo temporal de 1921 y 1973 fue elegido porque permite hacer una reevaluación de la Escuela Mexicana de Pintura, desde los inicios del muralismo hasta la preeminencia de otras escuelas, pero sin dar prioridad a los “Tres Grandes” (José Clemente Orozco, Diego Rivera y Siqueiros), o a artistas mundialmente reconocidos como Frida Kahlo y María Izquierdo. “Esta exposición quiere ser pionera en romper eso, en mostrar que la Escuela Mexicana no solamente son esos artistas, sino que hay muchísimos más que, desgraciadamente, ya sea por decisión propia, o porque en su época las críticas no les favorecieron, o no los tomaron en cuenta, quedaron olvidados en los anales de la historia mexicana, en específico de la historia del arte pictórico mexicano conocido como Escuela Mexicana de Pintura”, expuso el curador.
Con este propósito, la exposición no se divide cronológicamente, sino a partir de diversos temas que, con sus particularidades, los artistas abordaron de alguna u otra forma: el retrato y el autorretrato; el paisaje rural, urbano y arquitectónico; naturaleza muerta; el costumbrismo y la cotidianidad rural, y lo metafísico y lo surrealista.
Esto propicia que, por ejemplo, en el primer núcleo temático lo mismo conviva el Retrato de Ruth Rivera (1949), considerado una obra maestra de Diego Rivera, con obras del género que son de gran valor, pero de artistas poco atendidos, como la China poblana (1928) de Francisco de la Torre, la Niña mulata con muñeca (Sin fecha) de Rosa Rolanda y el Retrato de María Izquierdo (1954) que pintó Lauro López.
De igual forma, sendos paisajes de Juan O’Gorman y Jorge González Camarena se miden con los de nombres menos conocidos como Ana Waterland, Concha Toussaint, Francisco Romano Guillemín y Eloy Cerecero Sandoval. Abierta al público desde este sábado, hasta septiembre, Bajo el mismo México. Las colecciones Kaluz y Juan Coronel Rivera 1921-1973 pretende ser apenas el inicio de una revisión más amplia y necesaria.
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Esta exposición busca armar, o rearmar, el rompecabezas de la historia del arte mexicano, porque hay muchas piezas faltantes en la historia y aquí es un primer avance, un primer intento de que más adelante haya más investigaciones y se sigan rescatando artistas”, concluyó Raúl Cano.
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