El México doloroso, violento, corrupto, pederasta, pero, sobre todo colorido, fue recreado por más de 40 años por Gerardo Rodríguez Canales, autonombrado el “monero del pueblo”.

Fueron varias las exposiciones pesimistas, como la que tituló: “Sean bienvenidos a los infiernos”. Por aquí hay una mujer que gotea sangre sobre un hombre que llora –porque la muy estúpida se atravesó entre los disparos de militares y matones–; les presento al señor Maciel, el pederasta, él es nuestro invitado de honor. Pero ahorita está ocupado siendo mordido por un demonio. ¿Ya vieron nuestro adornito? Es una cabeza decapitada que dos perros se disputan para almorzar”.

Así era el mundo fascinante del pintor saltillense Gerardo Rodríguez Canales, “Geroca”, que se manifiesta en exposición en Saltillo con mucho color.

Geroca nunca asistió a sus exposiciones, menos a sus inauguraciones. Ni el día que la Pinacoteca de Nuevo León le dio un reconocimiento. Al final de su vida se volvió por voluntad propia una persona introvertida, prefería y disfrutaba perfeccionar la pintura recluido en su hogar, ya no frecuentaba las cantinas.

El Cerdo de Babel, un bar de Saltillo, donde se exhibieron algunas de sus obras, se levantan las copas y se cortaba el invisible listón inaugural.  “Geroca” se describía a sí mismo en casi todas las pinturas: cara redonda, nariz chata, calvicie y lentes de circulitos.

El “monero” se inició el 4 de octubre de 1975 en un periódico de la localidad, a sugerencia de Armando Fuentes Aguirre “Catón”, y un acierto de Armando Castilla padre, quien lo invitó a su diario.

Sus obras reflejan miedos, tristezas, lujurias, impotencia y dolor por este mundo, por este México, y lo plasma con una suficiente y necesaria dosis de humor en la muestra titulada Agasajón a Monero del Montón.

“Aquí está la Cámara de Diputados, acostúmbrense a ver a un payaso con nariz de Pinocho que habla frente a lobos, borregos, cocodrilos, putillas y ratones apiñados por unos billetes. Y muy allá en la esquina, está la Bandera de México, tan chiquita que casi no cabe en la escena”. Esta es la pintura: “Diputado Echando Rollo”.

En “Fuego Cruzado” está una escena de guerra: la de la odisea de narcotráfico que tanto le ha costado a México.

Las pinturas de Geroca quedaron plasmadas en algunos bares de Saltillo, Monterrey y Matamoros. Una mujer cocodrilo que le muerde la cabeza a un Geroca Semidesnudo. El Bar Cerdo de Babel es un gran aparador que da cuenta de más cantinas, en cuyos rincones se “refugiaba” el artista para crear con modelos de verdad: mujeres con prendas ligeras, ratones “humanos de dos patas” que roban a un borracho, y baños que despedían un fuerte hedor a orín, obscenidad y lujuria.

Para muchos, Gerardo Rodríguez Canales fue el pintor social más importante de la ciudad. Su obra retrata a la fauna de hombres que se convierte en animales (ratones o ratas que son policías y putillas. Un hombre es un mono o un burro, y un ratón que lame dinero. “El Sabor del Dinero”, que es acechado por buitres sobre la carroña. En una de sus exposiciones hay maltrato animal, secuestro y futbol regio).

Muchas veces nos encontramos con él en los bares, principalmente, de Presidente Cárdenas al oriente, donde estaban sus “modelos”, siempre atento a lo que aconteciera en los bares y las cantinas, que era su lugar de trabajo primordial. Ejemplos hay muchos dentro de las cantinas, donde encontró la esencia de la condición humana,

En 1975 comenzó a hacer cartones. Su carrera lo llevó a vivir en la capital regiomontana, donde creo, sin llegar a equivocarme, que valoraron más su trabajo y temática que aquí. Fue caricaturista de El Norte de Monterrey por más de 25 años.

Alguien dijo con mucho acierto que la obra de “Geroca” son los seres humanos y sus contradicciones, las cuales quedan expuestas cuando alguien ingiere unos tragos de más. Un fino humor, en ocasiones negro, es parte de la lectura de sus cuadros que muestran sin tapujos el “hilarante mundo terrenal”

Antes de ingresar a los diarios, Geroca tuvo su primera exposición en el Café y Arte, que se ubicaba a un costado de la Plaza de Armas, que le dio acceso a sus muros para exponer.

La semana pasada le dijimos adiós a nuestro estimado amigo Gerardo Rodríguez Canales y lo quiero recordar “chocando” las botellas de cerveza en el bar Modelo de Saltillo, donde concurríamos con cierta frecuencia. Recuerdo que siempre me comentaba sus temas, antes de plasmarlos en el cartoncillo. Fuimos compañeros en el mismo periódico por algún tiempo. La amistad nunca se perdió.