-“Trabajé muy duro, aprendí tanto y me gané mi lugar. Entré a nuestra casa, rebosaba emoción. Entonces apareció mi madre. ‘¡Tengo la noticia más increíble!’”, exclamé.
-“La noticia puede esperar”, me dijo. “Necesito que salgas a comprar leche”.
-“¿Por qué no le pediste a Raj que fuera a buscarla?”, pregunté.
-“Parecía cansado, así que no quise molestarlo”, dijo.
-“Recogí mis llaves, volví al auto y fui a comprar la leche. Al entrar de nuevo a la cocina, estaba furiosa.
-“¡Acabo de convertirme en presidenta de PepsiCo y no pudiste detenerte a escuchar mis noticias!”, dije en voz alta.
-“¡Sólo querías que fuera a buscar la leche!”.
-“Escúchame, puedes ser la presidenta o lo que sea de PepsiCo, pero cuando vuelves a casa eres esposa, madre e hija. Nadie puede ocupar tu lugar, así que dejas esa corona en la cochera”.
Wow, así cuenta Indra Nooyi en un podcast de Freakonomics, un pasaje del su libro, My Life in Full: Work, Family, and our Future.
Y sí, Nooyi efectivamente fue CEO de PepsiCo del 2006 al 2018, un logro que para nada es poca cosa: este gigante global emplea a 320 mil, tiene ventas superiores a los 90 mil millones de dólares y su valor de capitalización ronda los 225 mil milloncitos de billetes verdes.
Vaya que doña Indra se había ganado su lugar. Pero nada como una madre para poner en su lugar al que sea. “Deja la corona en tu cochera”.
Una reflexión, en palabras de Nooyi, sobre la importancia de combinar trabajo y la vida personal. Sobre la relevancia de los roles familiares, donde nadie puede ocupar nuestro lugar y sobre lo vitales que son para mantener la estabilidad de cualquier hogar.
Y por encima de todo, una reflexión sobre la relación amplia entre el poder y la humildad. “Es una lección increíble para quienes ascienden en sus carreras y terminan en puestos que les otorgan autoridad real”, dice Nooyi.
Totalmente. Porque te propongo que en la vida vamos acumulando coronas.
Algunos acumulan muchas, otros pocas. Algunas coronas serán muy llamativas (ser CEO de Pepsi, sin duda). Otras no tanto.
Hablemos de las coronas que nos mueven el piso. Esos triunfos que realmente nos marcan. Por supuesto, son momentos de la vida que hay que disfrutar, que hay que atesorar.
Y, ojo, no sólo en lo profesional, sobre todo también en lo personal, que es lo que trasciende, lo que al final es nuestra herencia.
A riesgo de ser un aguafiestas, pienso que esas coronas que nos hacen más felices también pueden ser las más peligrosas.
Nos pueden volver arrogantes… y ya sabes, el arrogante tarde o temprano pierde piso, olvida lo que lo llevó a triunfar… Y puede hasta perder su corona.
¿Cómo vacunarse? Con una virtud fácil de decir y muuuy difícil de practicar: la humildad. Y, sobre todo, la humildad de un líder. Porque por supuesto, los líderes siempre pesan más.
“Equipos encabezados por líderes humildes tuvieron un mejor desempeño y calidad en su trabajo que los de jefes soberbios”, demuestran estudios citados por un reportaje de The Wall Street Journal.
Equipos directivos bien aceitaditos que trabajan mejor, brindándose ayuda para tomar decisiones más acertadas.
¿Cómo practicar la humildad? El autor Bill Taylor explica en el Harvard Business Review que se puede ser humilde frente a ancianos o personas exitosas.
Pero hay una tercera forma más valiosa y difícil de lograr. La humildad de aquí y ahora.
“Saber que eres inferior a una persona porque en ese momento dependes de ella. Y entonces puedes optar por aceptar esa dependencia para lograr objetivos o ser arrogante y fallar”, señala.
Este tipo de humildad es clave sobre todo en tareas complejas, como las que se requieren para triunfar consistentemente. Porque por definición, a mayor complejidad, mayor será la necesidad del trabajo de un equipo heterogéneo y capaz.
Y, por ende, mayor la necesidad de practicar la humildad “de aquí y ahora”.
¿Quieres que tu corona dure? ¿Quieres nunca perder piso? ¿Quieres no olvidar tus otros roles?
Practica la humildad y como bien diría Maa (mamá) Nooyi: “acostúmbrate a dejar tu corona en la cochera”.
En pocas palabras…
Posdata. Ojalá que la 4T tenga algo más que chistoretes para responderle a Trump… porque ya se asoma, ya toca la puerta. El martes hablamos de eso…
“La humildad es el cimiento de todas las virtudes”.
Confucio
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