Ciudad de México.- No importa si están hechos de madera, piedra, hueso, barro, hoja de maíz, plumas o textiles, los tradicionales nacimientos mexicanos tienen elementos comunes que los hermanan dentro de una misma tradición. 

Más allá, claro, de la representación de la Natividad de origen cristiano, estas piezas de arte tradicional, de gran sofisticación técnica y estética, son una celebración de la colaboración entre las manos que unen sus esfuerzos para llevarlas a cabo, habitualmente a través de una labor que se comparte y se transmite entre familias enteras de artesanos. 

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En la Edad Media, San Francisco de Asís quiso mostrar el valor de la familia por medio del Nacimiento: San José, la Virgen y el Niño”, narra en entrevista María Amparo Clausell, recién designada directora del Museo de El Carmen.  “Hoy, el nacimiento rescata el concepto de familia, pero de toda la familia, porque es toda una familia la que trabaja en un solo nacimiento”, agrega. 

Es en este recinto de la colonia San ángel donde, por cuarta ocasión, se presentan a las piezas ganadoras del Concurso Nacional de Nacimientos Mexicanos, una iniciativa conjunta entre el Fondo Nacional para las Artesanías (Fonart) y Fomento Cultural Citibanamex. 

Ubicada en dos salas del Antiguo Colegio de San ángel (Av. Revolución 4 y 6), la exposición Nacimientos mexicanos reúne a las 45 piezas que fueron elegidas en la edición 28 del concurso, todas ellas a la venta y con la garantía de que el pago llegará directamente a los artesanos, sin
intermediarios. 

Este 2024, el Galardón Nacional, máximo premio del certamen, fue otorgado al artesano Leonardo Cárdenas Cervantes, originario de Apaseo el Alto, Guanajuato, con una pieza titulada Nacimiento indígena mexicano, elaborada con madera de colorín tallada, acabado con blanco de España y policromado. 

Esta obra, que reimagina el nacimiento de Jesús en un entorno campesino e indígena de México, ya fue adquirida por Fomento Cultural Citibanamex para su colección por una cantidad de 19 mil 838 pesos. 

En un recorrido por la muestra, la directora del recinto mostró cómo muchos de los nacimientos galardonados comparten la vocación de transportar la escena de Belén a distintos contextos que, en sí mismos, preservan las tradiciones populares de México. 

Este es el caso de la obra Ha nacido el Niño Dios al son de los Parachicos, del artista zoque Francisco Emmanuel Sánchez Pérez, cuya delicada factura en hueso de aguacate tallado muestra a la Virgen María siendo asistida por una partera, mientras los danzantes de Chiapa de Corzo celebran el nacimiento. 

Lo mismo que el imponente Nacimiento thanchenero de Juan Hernández Arzaluz, una obra modelada con el tradicional barro de Metepec que construye un árbol de la vida en torno al Belén y donde todos sus personajes evocan a la Tlanchala, la “sirena” de esa antigua zona lacustre, con sus colas de animal acuático. 

Otro ejemplo es el nacimiento realizado por Sara Adame Ramírez, que retrata con cera a los personajes de la Natividad y los viste con atuendos de la tradición purépecha de Michoacán. 

Las 12 categorías del concurso dan cuenta de la enorme variedad de posibilidades de hechura de los nacimientos, como los textiles, la cartonería, la pintura popular, las fibras vegetales, la cerería, la metalistería y la orfebrería, las miniaturas, y la cantería y lapidaria, entre otras. 

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Es algo muy vistoso el nacimiento y esperamos que esta tradición siga a través de todos los siglos, porque realmente muestra no tanto el tema religioso en sí, no entras (a la sala) y te tienes que persignar, sino ver la creatividad del artesano, eso es importantísimo”, señala Clausell.  “Tenemos nacimientos en piedra, bordados en cada hilito de la tela, en barro negro, de Metepec tenemos muchísimos, y tenemos con la indumentaria bordada como si fueran mayas, con punto de cruz; todos hermosos”, ejemplifica. 

En exhibición hasta el 2 de febrero del 2025, Nacimientos mexicanos también conmemora los 50 años del Fonart con un premio especial otorgado a Bernabé Díaz Nava, artista nahua que realizó su nacimiento con papel amate decorado con tinta china y donde la escena principal está rodeada, con gran detalle y maestría de trazo, por las danzas tradicionales de Xalitla, Guerrero. 

Una tradición diversa que representa a una familia y que, como lo demuestra la exposición, ha ido pasando de generación en generación por las familias de artesanos que la mantienen viva y con buena salud.