Coahuila
Hace 1 dia
El pasado 15 de diciembre, sorpresiva y atemporalmente, en domingo, diversos representantes de Morena en Coahuila difundieron en sus redes sociales la fotografía de un desaliñado Andrés Manuel López Beltrán, secretario de Organización del partido, aparentemente desde la sede del Comité Ejecutivo Estatal, en Saltillo, reunido a puerta cerrada con alrededor de 25 personas para “bajar la línea” (al estilo centralista de siempre) y plantearles las directrices para el próximo año: quiere 254 mil 454 afiliados al Movimiento en la entidad, como parte de un plan nacional en el que pretende enlistar a 10 millones de ciudadanos.
En 2025, por tanto, no habrá otra cosa más que reparto de credenciales.
Con un programa informático creado para la ocasión que registra datos personales y al instante imprime un plástico, abordarán a la gente para invitarles a formar parte de la secta guinda, y que quede constancia de las afinidades en una fotografía plastificada que les identifica como “protagonista del cambio verdadero”.
Lo anterior significa una base social propia para el príncipe heredero del Obradorato, hijo varón del mesías, aunque no su primogénito pese a ser homónimos, como responsable único de “las tareas de afiliación, credencialización, actualización y resguardo del Padrón Nacional de Protagonistas del Cambio Verdadero”, de acuerdo con los estatutos del partido.
Se trata de pasar de 2 millones 322 mil 136 afiliados válidos en el país, vigentes al 31 de agosto de 2023, a 12.3 millones.
En Coahuila sucede un fenómeno similar: crecer de 36 mil 794 afiliados actuales, un coto cerrado que no permitía nuevas incorporaciones (bajo la máxima “entre menos burros más olotes”), a 291 mil 248 al finalizar el próximo ciclo.
Pese a la cifra, el estado representa sólo 2.5% de la meta nacional (en CDMX, para dimensionar, el objetivo son 900 mil afiliaciones). Coahuila no es significativo en su estrategia, como no lo ha sido en ningún momento desde su fundación como instituto político, en 2014. En su gira de reconocimiento por toda la república, si acaso significa un mensaje, fue la entidad 25 de 32 en visitar.
Ahora bien, para avanzar electoralmente se requiere hacer una intervención quirúrgica. No reclutar a los mismos de siempre, convencidos y resentidos, reunidos en las plazas públicas que han hecho propias, donde suelen solazarse, sino abordar a nuevos potenciales militantes que no estén vinculados a otros partidos.
El grueso de la pirámide poblacional en esas condiciones por excelencia es la juventud entre los 18 y 29 años de edad. No obstante, por qué participarían en la cruzada; cuál es el incentivo cívico para su generación, más allá de un eventual boleto para la tómbola de plurinominales.
En Coahuila, por lo demás, no hay los graneros de votos rendidos al clientelismo que identifican al sur del país, y sus coronas de panes o collares de flores para los iluminados que se presentan ante ellos.
Cortita y al pie
Exactamente hace un año en este mismo espacio, a propósito del deceso de Armando Guadiana, mecenas de la franquicia Morena en Coahuila, se publicó lo siguiente:
“Las circunstancias apuntan a lo inevitable: a pesar del dinero eventualmente invertido, será difícil que se geste un nuevo liderazgo unificador. La tendencia es, más bien, atomizarse. Atrincherarse en grupos reducidos, ninguno más relevante que otro, dispersos por región, velando cada quien por sus intereses. Sin espacio para figuras emergentes. Y asomarse previo a cada proceso electoral estatal para la rebatinga y rivalizar”.
“Ni siquiera las directrices emitidas desde la capital del país (desde donde se toman las decisiones a distancia con emisarios generalmente de allá que desconocen el contexto local) podrán encauzar ni unificar lo desunido, como ha sucedido en el pasado. Está en su ADN”.
“La vida después de Guadiana pinta para eso”.
Y así ha sucedido 365 días después.
La última y nos vamos
Pese a ser “El Gran Dedo” y tener la posibilidad de cambiar vidas y cuentas bancarias con sólo una mirada suya de reconocimiento, y el control de las candidaturas venideras, Andy no destrabó, por ejemplo, la Presidencia del Consejo Estatal de Morena en Coahuila (paralizado luego de dos años, y único estado del país sin tener uno en funciones) ni el 22 de noviembre ni el 15 de diciembre que estuvo en la capital.
Mucho menos unificó nada. Al contrario: sin así desearlo, como en otras actividades y convocatorias, puso a competir a los grupos en disputa de la lejanísima candidatura a Gobernador del estado en 2029.
Ingenuos, estos creen que aplicará la política “Mesa que más aplauda” (le mando-le mando-le mando a la niña): quien más gente afilie, gana más puntos o incluso la partida final. Nada más alejado de la realidad.
¿Qué arregla entonces?
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