Cuando la presidenta Sheinbaum dice, con tono muy serio y casi solemne que en su Gobierno y, en su autollamado “Segundo Piso” de la Transformación, ya no hay corrupción ni se permiten los excesos porque que el “pueblo siempre decide”, en realidad está mintiendo. Porque si todo eso fuera mínimamente cierto, la Presidenta nunca hubiera propuesto a Rutilio Escandón -bautizado por los propios chiapanecos como “el peor Gobernador que haya tenido Chiapas”- como el cónsul General de México en Miami, ni la mayoría borrega de su partido en el Senado hubiera consumado semejante ofensa a los habitantes del estado del sureste.
No hay manera de que la doctora y sus obedientes y descerebrados senadores no se den cuenta del enorme tamaño de su incongruencia y su desprecio por la tragedia de inseguridad, violencia y guerra que vive Chiapas. Porque todo eso se originó y se descontroló en los últimos tres años de la administración de Rutilio, y que llegó a reconocer incluso el expresidente durante una mañanera: la gravedad de la situación que vivían los chiapanecos, aunque eso no sirvió para que su Gobierno actuara, removiera al inepto o coludido Gobernador morenista y mandara ayuda federal para acabar con la guerra entre el Cártel de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación que permitió y toleró primero el gobernador y después la propia Federación.
Aunque no es la primera vez que la presidenta Sheinbaum se contradice entre lo que pregona y lo que hace. Lo hizo al rescatar a Cuitláhuac García, también nefasto Gobernador de Veracruz, y ayer mismo lo hizo también al defender a Alicia Bárcena como “una funcionaria ejemplar”, luego de que la misma doctora condenó la escándalosa boda fifí de su ex Jefe de Oficina, Martín Borrego, que utilizó el Munal como salón de fiestas particular, y pidió que el asunto se investigara. La realidad es que la Presidenta se vuelve cada vez más dura y privilegia la lealtad y la pertenencia a su movimiento político, por encima de casos de corrupción, ineptitud o colusión con el crimen organizado.
Lo que hizo con el cónsul Rutilio no fue sino reafirmar lo que antes había hecho con la ratificación de Rosario Piedra al frente de la CNDH. Y si de Piedra decía que “la señora es un símbolo”, sin evaluar su pésimo trabajo y desviación ideológica en la defensa de los derechos humanos, de Rutilio justificó y explicó su pésima decisión de premiarlo con el exilio dorado de la diplomacia cuando no evitó la tragedia de Chiapas, con la siguiente y poderosa razón: “Rutilio además de ser un compañero que viene con nosotros de toda la vida, tiene la capacidad, si es que se dan circunstancias especiales, de apoyar a todos nuestros hermanos y hermanas allá”, dijo en tono casi incoherente y absurdo la Presidenta.
Pero hay quienes no quieren aceptar la realidad del radicalismo de Sheinbaum y afirman que en realidad muchas de esas decisiones no son del todo suyas y le son sugeridas u ordenadas desde Palenque, aun cuando los acusen de que decir o pensar así es machismo misógino.
La verdad es que, sea como sea, porque ella lo decide por sus pistolas o porque le siguen susurrando al oído los pasos que debe seguir, resulta igual de absurdo, incongruente e indolente con la difícil realidad que vive Chiapas, el mandar al gobernador responsable de eso a disfrutar del sol, la fiesta y la gastronomía de Miami.
En el estado chiapaneco hay malestar en serio por la decisión de la presidenta Sheinbaum y la ejecución del Senado, no sólo a nivel popular, sino también en las altas esferas políticas e incluso en el nuevo gobierno que encabeza el gobernador Eduardo Ramírez Aguilar, donde se quejan en corto del desastre en la seguridad del estado, pero más se quejan y se preocupan por faltantes y lo disminuidas que le dejaron las arcas financieras en el gobierno morenista anterior. Podría decirse que ni arriba ni abajo, ni en ninguna parte del territorio chiapaneco, cayó bien que premiaran al exgobernador Escandón.
Tal vez puedan decir que a Rutilio Escandón lo tenían que “proteger” por la guerra violenta de cárteles que hay en su estado, pero la realidad es que la manera en que Rutilio se desentendió de esa disputa y permitió que los dos cárteles se repartieran el estado y sembraran el terror y la muerte en las regiones, sólo se explica si el gobernador cedió o concedió que el crimen gobernara todas las regiones de Chiapas, mientras él se enriquecía cada vez más y se dedicaba a cortar listones o a vestirse como indígena. Lo que habría que saber es cuánta de la enorme riqueza que dicen los chiapanecos amasó Rutilio en sus seis años fue producto de su complacencia con los cárteles de la droga y cuánto se debe a la corrupción y el saqueo de las finanzas chiapanecas… Se agitan los dados. Capicúa y se nos fue el fin de semana. Descanso y relajación para los amables lectores.
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