‘El libre comercio sirve a la causa del progreso económico y sirve a la causa de la paz mundial’.
Ronald Reagan, 20.11.1982
En 1981 Ronald Reagan afirmó: “Las empresas no pagan impuestos. Las empresas tienen que pasar sus costos de operación, y esto incluye los impuestos, al consumidor en el precio del producto. Sólo las personas pagan impuestos”.
No todos los políticos entienden esta regla básica de la economía. Es el caso de Donald Trump, Presidente electo de Estados Unidos, quien ha amenazado con cobrar aranceles -impuestos a la importación- de 25% a todos los productos de México y Canadá, sus principales socios comerciales, y otro de 10% adicional a los que ya se cobran a los productos chinos. En una entrevista con John Micklethwaite, de Bloomberg News, el 15 de octubre de 2024 declaró: “Para mí, la más hermosa palabra del diccionario es ‘arancel’, y es mi palabra favorita”.
Lo curioso es que Trump ha afirmado ser admirador de Reagan. El 2 de abril de 2013 citó en Twitter una versión de la famosa frase del californiano: “Las empresas no pagan impuestos, cobran impuestos”. Ahora desprecia la enseñanza. Su ignorancia económica la comparte con el presidente Joe Biden, que no eliminó los aranceles que Trump impuso en 2018 a los productos chinos.
Los dos políticos reflejan una opinión popular, pero falsa. Una encuesta de CBS News y Yougov publicada este 25 de noviembre señala que 52% de los estadunidenses está a favor de cobrar impuestos a las importaciones. Entre los votantes de Trump, el apoyo sube a 83 por ciento. Las encuestas probablemente darían resultados similares en México y casi todos los demás países. La idea de que las importaciones dañan la economía local está muy extendida. Los populistas de izquierda y de derecha la han adoptado para conseguir votos.
La experiencia nos dice, sin embargo, que los países más exitosos en lo económico han tenido una mayor apertura a la inversión y el comercio. El proteccionismo asfixia la economía y daña a los consumidores; los obliga a comprar productos de menor calidad a mayor precio y acaba con la competitividad de los productores locales. El sistema de sustitución de importaciones ya lo sufrimos en México de 1952 a 1982, hasta que se desmoronó y llevó a la década perdida.
Ayer en la mañanera el secretario de economía Marcelo Ebrard se convirtió en un sorprendente defensor del libre comercio. Advirtió que los aranceles serían para Estados Unidos como darse un “tiro en el pie” y podrían llevar a la desaparición de 400 mil empleos en ese país nada más en las industrias automotriz y de autopartes. Con un arancel de 25%, los autos y otros productos de la región serían, efectivamente, menos competitivos.
La Tax Foundation de Estados Unidos, que estudia las políticas fiscales desde 1937, ha señalado que los aranceles de Trump contra México, Canadá y China representarían una carga de 1.2 billones de dólares entre 2025 y 2034 para los consumidores estadunidenses. Esto llevaría a una reducción de 0.4% en el producto interno bruto y a la pérdida de 344 mil 900 empleos locales. Estas cifras no consideran las posibles afectaciones por aranceles compensatorios o por una guerra comercial.
Quizá Trump debería escuchar al Reagan de 1988: “El proteccionismo está siendo usado hoy como una barata forma de nacionalismo.
Nuestros pacíficos socios comerciales no son nuestros enemigos, son nuestros aliados. Debemos tener cuidado ante los demagogos que quieren declarar una guerra comercial contra nuestros amigos, debilitando nuestra economía, nuestra seguridad nacional y el mundo libre, mientras cínicamente enarbolan la bandera estadunidense”.
Débiles
Nuestros políticos siguen sin entender que la soberanía se construye sobre la independencia económica. Este 26 de noviembre los diputados aprobaron la Ley de Ingresos con un aumento en los derechos de la minería, actividad que ya está sufriendo una crisis. Al subir los impuestos, disminuirá la inversión y la producción. Seremos más débiles para enfrentar a Trump.
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