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Coahuila

‘El Toro’ Gloria

Por Carlos Gaytán Dávila

Hace 5 horas

‘Súbete rápido para que no te vea el caballo’

Era lo que pudiéramos llamar, con todo respeto, un enorme individuo de más de 100 kilogramos de peso; impresionante su musculatura. De oficio cantinero y de afición boxeador. La mera verdad no recuerdo su nombre, la gente le decía “El Toro” Gloria. Fue un simpático personaje que se desempeñó en varias cantinas, en la difícil tarea del barman, donde lo mismo preparaba bebidas “espirituosas”, atendía a la clientela y preparaba la botana que le quedaba deliciosa.

Se movía parsimoniosamente de un lado a otro a lo largo de la enorme barra del Salón Cuauhtémoc, ubicado en la Zona Centro de la ciudad. Otras veces trabajó para el salón Cruz Blanca, ubicado a un costado de la entrada de las Comisiones de Seguridad, o sea la policía secreta del estado, dentro del propio edificio del Palacio de Gobierno, sede del Poder Ejecutivo de Coahuila.

Tuvo algunos combates con los mastodontes de la época. Así se enfrentó a otro no menos pesado, Juan “El Quieto” Siller (o sea “El Quieto” Siller Malacara) También contra Palomo, a quien apodaban “El Mariachi”, sobandero de profesión. A un taxista güero, que le decían “La Salchicha” y con Juan Felipe Mery, de la famosa dinastía de los sirios libaneses que se asentaron en Saltillo. Con todos ellos se midió los guantes en la arenita de Obreros del Progreso de la calle Allende en el Centro Histórico de la ciudad, local que está cumpliendo 39 años de haber sido construido.

Seguramente “El Toro” Gloria tendría muchas y muy buenas anécdotas, pero esta que me contaron es genial.

Todavía por la década de los 60 del siglo pasado circulaban los famosos guayines de dos o cuatro ruedas, estirados por uno o dos caballos. Una especie de transporte de personas y de mercancía.

Gloria discutía con el cochero sobre el precio. El dueño del vehículo cobraba tres pesos y “El Toro” sólo traía 1.50 e insistía en que lo llevaran de Catedral al barrio del Ojo de Agua por esa cantidad. Al fin lo convence y el cochero le dice en tono bajito al Toro Gloria, ¡pero súbete rápido, para que no te vea el caballo!

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