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| Iliana Gritzewsky siente que se ahoga y su cuerpo tiembla. Foto: Zócalo | EFE

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Exrehén mexicana de Hamás alza la voz para que la guerra acabe y vuelvan los cautivos

  Por EFE

Publicado el domingo, 24 de noviembre del 2024 a las 12:03


Desde aquel 7 de octubre negro no ha habido ningún día de paz para ella, ni si quiera el de su liberación

Madrid.- Iliana Gritzewsky siente que se ahoga y su cuerpo tiembla cuando le preguntan cómo la secuestró Hamás y cómo soportó su cautiverio en los túneles de Gaza, pero, a pesar de todo, quiere contarlo porque “el mundo se está olvidando de que hay 101 secuestrados que cada segundo que pasa pueden morir”.

Gritzewsky, de 30 años, y su novio Matan Zangaukera, ambos mexicanos e israelíes y residentes en Israel, fueron secuestrados el 7 de octubre de 2023 en el sangriento ataque de Hamás en el que murieron más de mil 200 personas y 250 fueron tomadas como rehenes.

Tras 55 días de cautiverio, Iliana fue liberada junto a otros secuestrados, gracias a la tregua acordada por Israel y Hamás hace un año, pero siguen presos su novio y muchos conocidos y amigos del kibutz donde vivía y en el que fueron asesinados o secuestrados uno de cada cuatro vecinos.

Estoy aquí para alzar la voz por mi novio y por mis amigos y para que todo el mundo sepa que nos pasó a los que fuimos secuestrados y todos recuerden que todavía hay ciudadanos civiles inocentes en manos de un grupo terrorista”, explica a EFE durante su visita a Madrid, donde está este domingo para participar en la ceremonia de mañana por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

“Mi pueblo quiere que la guerra acabe a cambio de la vuelta de los rehenes”

Lo que yo he vivido y los que están viviendo los secuestrados no se lo deseo a nadie- dice-. El mundo entero tiene que alzar la voz contra los grupos terroristas”.

Iliana lanza su mensaje para que lo oigan todos, “civiles y políticos, porque todos son personas” y todos tienen que saber lo que están sufriendo los secuestrados.

Mi pueblo quiere que esta guerra acabe completamente a cambio de que nos regresen a todos 101 secuestrados”, sentencia, antes de aclarar que no quiere hablar de política.

Su novio y sus amigos siguen secuestrados

Ella dice no tener datos suficientes como para saber quién es el responsable de que no se haya podido llegar a un acuerdo para liberar a los que siguen secuestrados, pero afirma que nunca se imaginó que la pesadilla de tener a su novio y sus amigos secuestrados iba a ser tan larga.

Desde aquel 7 de octubre negro no ha habido ningún día de paz para ella, ni si quiera el de su liberación porque cuando le dijeron que iba a salir Iliana ya sabía que su novio estaba en los mismos túneles que ella, aunque nunca le permitieron verlo.

No estaba dispuesta a irme sin ver a mi novio. Sabía que si me iba, mi cuerpo iba a salir, pero mi alma se iba a quedar ahí con él y con mis amigos”, recuerda.

Pero los terroristas la liberaron porque “da igual lo que digas, eres una marioneta para ellos, ellos hacen lo que quieren contigo”.

El aterrador relato del secuestro y el cautiverio

El relato de su secuestro y su cautiverio es estremecedor. A pesar de que contarlo la rompe por dentro, es capaz de narrar algunos momentos y transmitir el miedo y las humillaciones sufridas.

Cuenta que el pavor la paralizó cuando los terroristas entraron en su casa y la arrastraron del cabello a la motocicleta en la que se la llevaron a Gaza “como un trofeo”.

El secuestro fue tan brutal que llegó a su último destino, los túneles de Gaza, con la cadera y la mandíbula rotas, quemadas en las piernas y sorda de un oído. Todavía ahora cojea y sabe que nunca recuperará la movilidad de la cadera.

Durante los primeros días la llevaron de casa en casa y la golpearon, torturaron y tocaron. Todo el tiempo que estuvo secuestrada vivió aterrada porque era habitual que a media noche se llevaran a alguien para torturarle e interrogarle.

Durante 55 días eternos temió que cualquier palabra o gesto que hiciera provocara otra paliza o una violación y cuando finalmente fue trasladada a los túneles, al miedo se sumó la oscuridad, la humedad, la suciedad y el peligro de morir sepultado.

En esos dos meses perdió 12 kilos, se desmayaba de debilidad diariamente y nunca recibió atención médica, por eso sabe como deben estar su novio y el resto de secuestrados un año después, e insiste en que “cada segundo que pasa pueden morir”.

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