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Coahuila

500 Días: Lecciones de vida

Por María del Carmen Maqueo Garza

Hace 3 horas

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No deja de sorprenderme la elevada frecuencia con que aparecen notas que dan cuenta de fallecimientos de figuras públicas muy jóvenes. Me lleva a recordar aquello de morir a los 27 años, que muchos artistas del siglo veinte han cumplido. La frecuencia actual me inquieta, en particular porque son muertes aparentemente inexplicables o absurdas, como caerse de un quinto piso en medio de la noche. Me parecen como el probable colofón de vidas vividas de manera precipitada o irreflexiva, sin especial cuidado, según se deja ver. Me preocupa en particular el mensaje subyacente en todos estos casos, que podría llevar a nuestros jóvenes a pensar que así es la vida, un albur, una especie de ruleta rusa que se juega con total ligereza, sin importar lo que el azar marque.

Frente a este panorama nos hacen falta modelos que apunten en sentido contrario; figuras que inviten a la reflexión, a la resistencia y a no darse por vencidos aun en las condiciones más desfavorables. De igual manera como encontramos los ejemplos del actuar precipitado, hay modo de explorar para hallar verdaderos arquetipos que instan a no darse por derrotados en la vida, así se nos presenten las dificultades más grandes.

Estoy por terminar la lectura de una gran novela que acaba de ver la luz este noviembre: “500 días”, escrita en coautoría por dos grandes narradores que se identifican con los seudónimos de Medardo y Espacio de Luz, el primero de ellos es el protagonista central que va a dar a prisión acusado de un delito que no cometió; la segunda una psicóloga que conoce de tiempo atrás y a la que une una gran amistad. La historia está basada en hechos reales, y nos va llevando desde la vida que gozaba Medardo al momento de su intempestiva detención por causas que no logra identificar de entrada y que finalmente, cuando descubre el motivo de su detención, entiende que ha sido víctima de usurpación de identidad.

La obra está narrada con crudeza, dando cuenta de una realidad que para la mayoría de nosotros resulta ajena, confinada a los recintos carcelarios y el manejo discrecional de muchas de sus autoridades, para las que los derechos humanos son un lujo que no existe en prisión. Lo maravilloso de la obra es que nos va llevando a través de los terribles escenarios que debe vivir el protagonista, a la par que en él comienza un proceso de sanación interior de la mano de Luz, con la que mantiene constante comunicación telefónica.

En toda lectura tengo la costumbre de señalar los párrafos que me resultan destacables. Mi ejemplar está plagado de anotaciones que marcan las reflexiones tan importantes que llevan a cabo Medardo y Luz, conforme avanza el proceso judicial del primero. Da cuenta en forma directa de las transformaciones que van ocurriendo en “La Extensión”, el penal donde se le mantiene preso durante más de un año. Cambios en la persona de sus compañeros de prisión, como en el entorno, físico y social, y el modo en que, habiendo logrado un determinado estado de equilibrio, surgen situaciones que dan al traste con parte de lo conseguido y habrá que volver a empezar. Hay ratos en que Medardo se quiebra, tanto que nos lleva a pensar que terminará dándose por derrotado ante la presión. No obstante, vemos ese espíritu inquebrantable volver a surgir de los escollos, con más sabiduría que antes de caer.

Desde aquí va mi profundo reconocimiento a Medardo y a Espacio de Luz por su capacidad de narrar al mundo palabras de esperanza, que invitan a no desfallecer jamás.  Nos demuestran en cada línea que la voluntad de propósito queda siempre por encima de las dificultades, y que el corazón es un diamante en bruto que se va puliendo con cada golpe que recibe. Y finalmente que, no conforme con ser mejor para sí, ese corazón prodiga su amor hacia el entorno, como una invitación que logra contagiar de entusiasmo a los demás.

Nosotros, adultos, hemos acostumbrado a nuestros jóvenes a un mundo de inmediatez y precisión, de modo que ellos esperan que las cosas funcionen tal como quieren, y a la primera de cambios.  Por desgracia eso es una falacia, y cuando salgan al mundo real van a sufrir un descalabro, en ocasiones tan grave, que termine con ellos. Nos corresponde a nosotros ubicarlos en la realidad con sus lógicas variaciones y sus desafíos, y hacer lo necesario para que desarrollen las herramientas requeridas para salir adelante.  Proveerles de modelos que les ayuden a no desfallecer en el camino, es darles un gran regalo de vida.

“500 días”, por Medardo y Espacio de Luz, ed. Cálamo, 2024: Una lectura de lo más recomendable, grandes lecciones de vida para todos nosotros, peregrinos del mundo. Palabras de aliento que nos animan en esos ratos cuando nos sentimos desfallecer a la vera del camino.

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