Sin demasiado esfuerzo podría nombrar a más de 10 conocidos que se contagiaron de dengue en los últimos dos meses. Sin embargo ahí no termina mi ejercicio de cálculo empírico de infectados en Jalisco. Cuando pregunto a mi alrededor, me doy cuenta de que cada una de las personas interpeladas puede hacer una lista similar si no es que más extensa que la mía.
En la zona de hospitales del centro de la ciudad, vecindario del Hospital Civil Viejo, uno se encuentra, por aquí y por allá, anuncios improvisados en los que se ofrecen pruebas de detección de dengue. Quinientos pesos, se lee en letras escritas a mano como con prisa. Por ningún lado se ve que se exhiban, a pie de calle y con semejante insistencia, pruebas de influenza o de Covid. Con cartelones fosforescentes parecerían hacer hincapié en la gravedad y recurrencia de la enfermedad: “¡Aquí!, pruebas de dengue, $500 pesos”.
Por su parte, la Secretaría de Salud del Estado insiste en que no hay una crisis de salud, está en la imaginación de quienes hemos visto caer enfermos a amigos, vecinos, empleados, sobrinos, padres. Según ellos, son 17 mil casos confirmados en el Estado y 26 muertos, en lo que va del año. Nada de qué alarmarse, dicen los que saben. ¿Y qué saben los que saben o más bien qué ocultan?, nos preguntamos nosotros.
Esta misma semana, la Dra. Karla López, delegada estatal del IMSS, declaró que sólo en esta institución se habían atendido a 25 mil pacientes por dengue. Claro que después de semejante revelación vinieron aclaraciones oficiales, un tanto cantinflescas, que más que tranquilizar crearon más dudas…
El Gobierno de Enrique Alfaro se despide en medio de una crisis inédita de dengue en el Estado, para declarar esto no es necesario recurrir a las cifras oficiales, tan sólo hay que observar a nuestro alrededor un fenómeno que nunca antes habíamos vivido. Pero ¿por qué mienten las autoridades de manera tan cínica, por qué subregistran a los enfermos de dengue si la evidencia se palpa y sufre a diario?
A continuación listaré las hipótesis que se me ocurren.
Uno, están acostumbrados a disfrazar las cifras que no les favorecen. Lo hemos visto, por ejemplo, con las de los desaparecidos. No quieren cargar con tantos enfermos de dengue en su historial, ser recordados como el gobierno de Jalisco responsable de una crisis sanitaria. En este año, ya lograron el no tan honroso primer lugar en casos de dengue a nivel nacional. Las cifras reales destrozarían cualquier récord alcanzado.
Dos, las autoridades municipales no hicieron el trabajo preventivo que les correspondía. No llevaron a cabo las tareas de fumigación adecuadas. A los brigadistas se les echó de menos en las zonas de costumbre. No se les vio con sus bombas, caretas y detrás de una cortina blanca.
Tres, el presupuesto para las tareas preventivas se gastó en otros menesteres. Era el último año del sexenio. Había que pensar en el futuro, en los bonos de salida. Había que priorizar las tareas, darle uso eficiente a los recursos escasos. El dengue y la población no estaban al principio de la lista.
Cuatro, no existe coordinación real entre los prestadores de servicios médicos. No hay un sistema estatal que aglutine los casos detectados en el sector privado con aquellos del sector público. Los laboratorios patito no declaran los resultados a la Secretaría de Salud.
Sea cual fuere la razón, el subregistro de casos y la falta de acciones preventivas reflejan un abandono preocupante de la salud pública. Es urgente que la población y las autoridades entrantes asuman responsabilidades antes de que la crisis sanitaria escale aún más.
En pleno siglo XXI cuando se cuenta con información científica y tecnológica suficiente para hacer frente a casi cualquier enfermedad infecciosa, no se entiende cómo el dengue sigue causando estragos en un estado como Jalisco.
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