Jueves 4 de octubre 1972
Hora: 11:40 de la noche
Todavía hay incrédulos o personas que se dejan llevar por las narrativas de quienes no fueron testigos de la tragedia, que aseguran que el accidente del tren de pasajeros procedente de Real de Catorce a Saltillo, fue el 5 de octubre.
La fecha oficial está registrada en los archivos de los Ferrocarriles Nacionales de México como el 4 de octubre de 1972, a las 11:40 de la noche.
Así lo corrobora el entonces Agente del Ministerio Publico que dio fe de los hechos, Francisco Javier Robledo Méndez, quien junto a dos o tres policías y un reportero de la página policiaca del periódico El Independiente, Raúl Hernández, veracruzano él, que por su estatura apodaban “Kid Ato”, acudieron primero que nadie al dantesco escenario. La llamada de auxilio la recibió el joven profesionista a las 11:54 de la noche del día 4 de octubre de 1972.
Robledo Méndez, recién desempacado como abogado, egresado de la Facultad de Jurisprudencia de la entonces Universidad (no autónoma) de Coahuila, fue prácticamente “noveateado” en el sentido honesto o estricto de la palabra, pues fue quien dio fe del trenazo y él, junto a otros agentes del Ministerio Público de la región y del estado, les tocó dar fe de los 113 cadáveres resultado del accidente. Aunque el Gobierno de Eulalio Gutiérrez Treviño, sostenía que eran 117 los muertos. Se perdieron familias enteras en el trenazo. Un policía municipal, a quien le decían “El Chato”, perdió a esposa e hijos en el fatal incidente y cobró un importante beneficio que le permitió dejar de trabajar de por vida. Los lesionados fueron cientos y, según indica Robledo, perdió la contabilidad. Muchos quedaron mutilados.
Hubo quienes intentaron cometer fraude y usufructuar a nombre de equis difunto la indemnización. Y pudo haber algunos casos de esos, puesto que en 1972 todavía no se utilizaba en Saltillo el análisis de la sangre para conocer el ADN (ácido desoxirribonucleico), que es una molécula que contiene la información genética que se hereda y que es necesaria para el desarrollo y funcionamiento de los organismos a fin de saber con exactitud la consanguinidad y el parentesco de una persona. La gente pasaba por la morgue del Hospital Universitario y simplemente reconocía a sus familiares y aparecía en el listado que Ferrocarriles Nacionales de México, tenia de los beneficiarios para otorgarles la indemnización de las víctimas del famoso y letal accidente.
Las anécdotas
Raúl Hernández fue el que tomó la foto del entonces joven Antonio Rodríguez cargando una niña muerta, consecuencia del trenazo y, como tela de fondo, la máquina y los carros telecospiados, apuntando al cielo. Con esa foto otro reportero gráfico, Héctor García Bravo, ganó un premio nacional.
El día 3 de octubre de 1972 nació mi segunda hija, Karla. Esa noche del trenazo, después de ir a visitar a mi esposa y a mi hija, me fui a descansar a mi casa y, como a las medianoche del día cinco del propio mes y año, en un auto de alquiler llegaron a mi domicilio, las dos procedentes del Hospital Universitario donde las habían desalojado, pues les dijeron que habíase registro un grave accidente ferroviario y necesitaban disponer de todas las camas.
Nos decíamos a dormir, cuanto tocan a mi puerta. Era mi patrón, el licenciado Jorge Ruiz Schubert, que me pidió que lo acompañara al lugar del percance. Era yo el reportero de la XESJ y recuerdo que regresé tres días después a mi casa. Dormía a ratos en la radiodifusora. El resto de la historia usted ya la conoce, está debidamente documentada.
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