Coahuila
Hace 7 horas
Misujo Asada Nakasima y Rosa Moreno Meléndez, formaron en Saltillo una familia compuesta por auténticos guerreros; hombres y mujeres de bien que lucharon para trascender en el tiempo.
El apellido Nakasima constituye una gran tradición en nuestra ciudad, no sólo por las florerías y neverías de su propiedad y conocidas por todos, sino por la unión que han demostrado entre los miembros de este conglomerado de las diferentes generaciones y que no se ha perdido con el paso de los años.
Don Luis Nakasima Asada nació el 3 de marzo de 1892, en la villa de Taraki, Kumamoto Ken, Japón. Sus padres fueron Norushige Asada y Kaneko Nakasima, eran propietarios de un establecimiento dedicado a la venta de productos medicinales herbolarios.
A los 16 años, Luis Nakasima sale de su tierra natal con la inquietud y el deseo de conocer otros países.
Sin saber otro idioma y no con mucho dinero, aborda un barco con un numeroso grupo de connacionales, en un viaje que dura dos meses hasta llegar al Puerto de Manzanillo, Colima, el 1 de febrero de 1908.
En el trayecto le robaron su maleta con ropa y pertenencias; sin embargo, poco tiempo después y con la ayuda de mucha gente llega a la Ciudad de México, donde conoce a Rosa Moreno Meléndez. Con ella contrae matrimonio civil como Luis Nakasima Asada, nombre con el que fue bautizado por la religión católica, pues su nombre original sintoísta; era Misujo Asada Nakasima y, por ser primogénito y haber salido de su país, se vio en la necesidad de renunciar a sus derechos hereditarios mediante un escrito.
El matrimonio llega en 1917 a Saltillo con el fin de trasladarse posteriormente a los Estados Unidos, pero se enamoran tanto de la ciudad que se establecen definitivamente en ella y empiezan a trabajar, con una máquina que les envían de Japón, en la venta de “alaskas”, una especie de raspados de hielo preparados con jarabe dulce y frutas naturales. Luego idean vender en un carrito nieve de leche, crema y frutas naturales, en conos que Rosita elaboraba en unos moldes japoneses, con harina y huevo, con tal éxito que al poco tiempo ya contaban con 10 carritos. Al ver la aceptación y gusto de los saltillenses por su producto, en 1920 deciden poner la primera nevería Nakasima en la calle de Allende No. 4, con el nombre El Buen Gusto, donde fueron inventados los platillos Las Tres Marías, El Farolito, Rasca Cielos, Paricutín, y muchos más.
Fue tal la novedad de su negocio que, con el fin de atender mejor a sus clientes, tuvieron que cambiarse a un local más grande en la calle de Aldama, punto de reunión de políticos, artistas y de toda la sociedad saltillense.
A Luis Nakasima le gustaban mucho los juegos de azar, como la baraja, y para obtener un ingreso más se dedicaba a dar clases particulares de “jiujitsu” y “kendo” a profesores de esta ciudad. Entre sus paisanos, frecuentaban la nevería Mariano Kamishima, Sabás Umezawa y José María Iziwata.
Luego nacería la venta de flores, y es cuando comienza el negocio de nombre Nevería y Florería Quinta Nakasima. En su matrimonio, Luis y Rosita tuvieron cinco hijos: Carmen, Fernando, María Luisa, Luis y Mario, quienes luego formaron sus propias familias con Florentino Valdés, Elena Sasagury, Benito Soberón, Lilia Villafuerte y María del Socorro García, respectivamente.
Luis Nakasima creó toda una tradición en Saltillo con su actividad comercial, no sólo en la elaboración de nieves y venta de flores, sino en la importación de juguetes japoneses.
Murió el 21 de junio de 1949, y su esposa Rosita el 16 de agosto de 1976. El árbol genealógico creció con las familias Valdés, Sasagury, Soberón, Villafuerte y García, cuyas ramas se diseminaron por todo Coahuila y otros estados.
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