Hace días, padeciendo el terrible tráfico vehicular de Saltillo, encabronado con tanta gente conduciendo vehículos sin cultura vial, que provocan accidentes en su afán de llegar a su destino a tiempo, o por cualquier motivo te mientan la madre o te echan el carro encima, recordé el Saltillo que encontré cuando llegué a esta hospitalaria ciudad hace 56 años.
Aquel Saltillo que recuerdo era una ciudad de obreros industriales, con un perfil estudiantil en donde muchos jóvenes estudiaban y trabajaban para tener un futuro mejor, y a donde venían estudiantes canadienses y estadunidenses a aprender español. Ese Saltillo también tenía la fama de ser la Atenas de México, porque era habitado por un sector amante de la poesía, la historia, la cultura y orgullosos de su apacible y tranquila ciudad, sin muchos vehículos transitando sus calles ni sus aceras convertidas en estacionamientos.
De ese Saltillo, nadie puede olvidar sus mañanas y tardes-noches otoñales e invernales pletóricas de una niebla acogedora y muy londinense, y sus tardes con una lluvia que refrescaba la ciudad y bañaba los árboles y las plantas. Esos días me hacen recordar a personajes cultos y pensantes como Arturo Ruiz Higueras, Federico Berrueto Ramón, Roberto Vega Mandujano, Raúl Flores Villarreal, Gilberto Cortés de la Fuente, Mariano Narváez González, Jesús Alfonso Arreola Pérez, Arturo Moncada Garza, Ildefonso Villarello, José Cárdenas Valdez, Guillermo Meléndez, Segundo Rodríguez Álvarez, Felipe Sánchez de la Fuentes, Casiano Campos y muchos semejantes más.
Conocí en esa época a funcionarios a quienes critiqué en su momento, pero que hoy ante tanta estulticia política, los añoró, pues pese a sus limitaciones, fueron mucho mejores de los que ahora dominan el escenario público, por eso es bueno recordar a Mario Eulalio Gutiérrez, a Arturo Berrueto, a Óscar Flores Tapia, a Jorge Masso, a Enrique Martínez, a Luis Horacio Salinas y a una pléyade de personajes, cuyo desempeño opaca a las nuevas generaciones de hombres públicos. José María Fraustro Siller es parte de esos políticos discretos, de bajo perfil que se dedican a hacer lo suyo, con efectividad y sin aspavientos.
Ese Saltillo lamentablemente ya se fue, pues a pesar de seguir siendo una ciudad de trabajadores industriales, ya perdió no solo su tranquilidad y apacible vida, sino su perfil estudiantil y su presunción de ser la Atenas de México, y por desgracia caímos en la mediocridad, en una ciudad de caos vial, de desarrollo y crecimiento caótico, producto de que nuestras autoridades no quisieron ver hacia el futuro, y nunca hicieron obras acordes a lo que venía como producto del progreso. Solo Flores Tapia cumplió con ese cometido.
Hoy nuestras autoridades y representantes políticos andan más preocupados en ver cómo logran simpatías y votos, llevando a los pobres mercaditos, repartiendo despensas, huevos y leche, en lugar de dedicarse a resolver los problemas urgentes que tienen las ciudades que producen riqueza, empleos e impuestos. Al parecer, les importa más el voto de los informales, que solucionar los problemas de la formalidad empresarial.
En nuestra región, el comportamiento de los habitantes también ha cambiado con la presencia de nuevos ciudadanos que la emigración a traído a nuestra ciudad, y por tal razón han aparecido eventos que eran desconocidos en Saltillo, como es el caso de la agresión con arma blanca de un adolescente a su maestra de secundaria, y la agresión de la madre de un estudiante a su profesora, que son acciones acostumbradas en otros estados, pero no en Saltillo. Estos nuevos comportamientos también cambiarán el estatus político de nuestro estado, y no nos hemos preparado para ello.
Los problemas del Saltillo actual no son los parques de las colonias y fraccionamientos, sino la movilidad social, se requieren más vialidades que logren la fluidez en las calles rebosantes de autos y camiones, se necesita un sistema de transporte urbano barato, eficaz y eficiente, y un crecimiento citadino acorde a un Plan de Desarrollo para nuestra ciudad, en donde la pavimentación sea una acción permanente de los gobiernos municipales, que sirva no para presumir como una obra extraordinaria y digna de publicidad, sino como una acción cotidiana de las autoridades.
El Saltillo que hoy tenemos, con todos sus problemas y necesidades, es producto de lo que no hicieron nuestras autoridades en el pasado, pero que hoy siguen trayendo inversiones a nuestra región, sin tener la infraestructura necesaria para enfrentar el crecimiento que eso supone. Ojalá y las nuevas autoridades se den a la tarea de pensar seriamente en el futuro de nuestra región y de Saltillo, para que el progreso económico sea verdaderamente presumible, tal y como lo es hoy la seguridad pública en nuestro estado.
Política aldeana
Los gobiernos, durante décadas lo único que han hecho para combatir la pobreza es entregar despensas, tinacos, cemento, etc., y ahora dinero en efectivo, pero de nada ha servido, pues la pobreza sigue avanzando, y no se han dado cuenta que esas acciones no funcionan, pero se continúan haciendo, seguramente como una estrategia electorera: apoyos a cambio de votos o simpatías.
En la antigua cultura china hay un método que se reduce a una frase: Si quieres que alguien progrese, no le des el pescado, enséñale a pescar. O lo que es lo mismo edúcalo en un oficio o profesión y créale oportunidades para desarrollar sus talentos y conocimientos. ¿Será demasiado difícil hacer algo al respecto?
Preguntas huérfanas
¿Sabía usted que los empresarios que tienen vehículos que transitan por otros estados le pagan a la Guardia Nacional cuotas-extorsiones, para que sus vehículos no tengan problemas en las carreteras de otros estados?
Más sobre esta sección Más en Coahuila