Nacional
Publicado el sábado, 16 de noviembre del 2024 a las 12:04
Querétaro.– La seguridad que presumía Querétaro se desgajó la noche del 9 de noviembre cuando 10 personas fueron masacradas al interior del bar “Los Cantaritos“, ubicado apenas a unas cuadras del centro de la capital estatal.
La colindancia con entidades golpeadas por el narcotráfico, como lo son Guanajuato, San Luis Potosí, Hidalgo, Edomex o Michoacán, finalmente le cobró factura a este estado que no está en los primeros lugares de incidencia delictiva.
De golpe, se destapó que la rivalidad entre el Cártel de Santa Rosa de Lima contra el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), la cual principalmente se registra en Guanajuato con constantes asesinatos, coches bomba y narcomantas, se trasladó hasta Querétaro.
Durante años, Querétaro fue considerado un santuario para líderes del crimen organizado. En este estado, narcotraficantes de alto perfil encontraron refugio, alejados de las disputas y la violencia que marcaban su actividad en otras regiones. Fraccionamientos exclusivos como Juriquilla, El Campanario y Loma Dorada se convirtieron en epicentros de lujo y discreción.
Capos como Héctor Beltrán Leyva, conocido como “El H”, quien lideraba el Cártel de los Beltrán Leyva, vivieron en propiedades emblemáticas. Según reportes, su mansión en Juriquilla reflejaba opulencia con cúpulas doradas y figuras religiosas. Otro notable residente fue Juan José Esparragoza Monzón, “El Azulito”, hijo del cofundador del Cártel de Sinaloa, quien operaba bajo la fachada de empresario.
La percepción de Querétaro como un oasis para el narco comenzó a desmoronarse con el tiempo. Casos como la captura de Ángel Chávez Gastélum, “Don Ángel”, en 2018, marcaron un punto de inflexión. Este narcotraficante, considerado uno de los más buscados, fue arrestado en un restaurante de lujo en el Boulevard Bernardo Quintana. Similar destino corrió David López Jiménez, “El Cabo 20”, detenido en 2020 en Balcones Coloniales.
El golpe más reciente y simbólico fue el ataque en el bar “Los Cantaritos”, que dejó un saldo de 10 muertos y expuso la creciente presencia de grupos criminales en la entidad. Según especialistas, este incidente es un reflejo del deterioro de la seguridad en Querétaro, donde ahora se disputan territorios grupos criminales.
La transformación de Querétaro en un territorio disputado no es casual. Su ubicación estratégica en el centro del país lo convierte en un nodo clave para el transporte de drogas, armas y dinero. Además, su infraestructura moderna, con redes carreteras y un aeropuerto de alta capacidad, facilita actividades ilícitas.
Esta conectividad también hace de Querétaro un puente entre estados violentos como Guanajuato y Michoacán. Según expertos en seguridad como Óscar Balderas, esta posición geográfica ha incrementado el interés de los cárteles por la región, agravando los niveles de violencia.
Un reportaje de La Opinión de México señala que, en la década de los 90, líderes de diferentes cárteles habrían acordado convertir Querétaro en un territorio neutral. Esta tregua permitió que los capos vivieran en paz junto a sus familias, sin temor a enfrentamientos. Sin embargo, el equilibrio se rompió en los últimos años, derivando en un aumento de la violencia y las disputas territoriales.
A medida que los cárteles expanden su influencia, Querétaro dejó de ser un refugio tranquilo para convertirse en un escenario más del narcotráfico, con un incremento visible en delitos como desapariciones y robo de vehículos.
Este crecimiento de la actividad delictiva en Querétaro no solo afecta la seguridad, sino también la percepción de la ciudadanía. Muchos queretanos aún recuerdan casos como el asesinato de Álvaro Sánchez Sánchez, “El Tartamudo”, del Cártel de los Hermanos Sánchez, quien fue ejecutado junto con su familia en 2023 en Tequisquiapan.
La violencia también se refleja en el hallazgo de cuerpos abandonados, operativos militares y una creciente sensación de inseguridad. Aunque las autoridades han implementado operativos y reforzado la vigilancia, el reto sigue siendo enorme.
Querétaro ya no es el santuario pacífico que fue para los narcotraficantes. La combinación de su ubicación estratégica, infraestructura moderna y la expansión de los cárteles ha transformado al estado en un territorio disputado. Los recientes episodios de violencia y las capturas de líderes criminales evidencian la urgente necesidad de abordar esta problemática con estrategias integrales de seguridad y prevención.
Con información de La Voz de Querétaro
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