Coahuila
Hace 2 semanas
Fue un visionario Gobernador de Coahuila, el ingeniero agrónomo Eulalio Gutiérrez Treviño, quien ideó la ampliación de la carretera libre entre Saltillo y Monterrey, quien le apostó al crecimiento económico de esta zona del noreste de México, pero nunca imaginó que iba a ser insuficiente por el gran flujo vehicular que ahora tiene, pero mire usted, a otros gobernantes les correspondió modernizarla, claro con la ayuda del Gobierno Federal, pero no ha sucedido nada. La política y los partidos nos dividen.
Por describirlo de alguna manera, la ampliación a cuatro carriles de la llamada carretera libre, “surgió de la nada” cuando el estado manejaba un presupuesto muy inferior al que ahora tiene, sin incluir la magna deuda actual de los coahuilenses, que sólo alcanza para pagar los intereses y el capital ahí sigue inamovible, aunque la restructuren.
Sólo bastó un acuerdo con la federación, para que en Coahuila se aportara unos cuantos centavos por litro del consumo de gasolina para hacer la obra, tal cual como usted la conoce ahora. No ha cambiado.
Del lado de Nuevo León correspondió al Gobierno del abogado y locutor Luis Marcelino Farías, con sus propios recursos, pues el vecino estado sigue siendo una potencia económica envidiable.
Como usted seguramente habrá de recordar, el anterior trazo de la carretera Saltillo-Monterrey, hasta antes de 1974, era de un sólo cuerpo con dos sentidos. Hoy es de dos cuerpos con dos carriles cada uno. Era secretario de Comunicaciones y Transportes el ingeniero Luis Enrique Bracamontes.
En octubre de 1972 el ingeniero Eulalio Gutiérrez Treviño, durante su informe anual de Gobierno, anunció la construcción de la nueva autopista de 32 kilómetros del lado de Coahuila con recursos provenientes de un impuesto especial a la gasolina, de tres centavos por litro, para que fuera una carretera libre. El aforo en aquel entonces era de 5 mil vehículos diarios. Ahora circulan 80 mil.
La anécdota
Por un acuerdo de los gobernadores Luis M. Farías y Eulalio Gutiérrez, la puesta en servicio de la gran carretera sería el 16 de octubre de 1974, fecha en que se celebra el Día del Caminero, pero la inauguración no se pudo concretar, sino unos días después por múltiples factores, precisamente el 1 de noviembre de dicho año se puso en operación, porque las máquinas pinta rayas a más del doble de la velocidad que operaban los trabajadores no terminaron. El día de la inauguración a los camineros que pintaban las rayas de la carretera con brocha y a mano los alcanzó la comitiva presidencial. Dejaron las brochas y los botes y se escondieron tras los matorrales. Pasó la comitivita e inauguró y ellos siguieron pintando.
Cincuenta años han transcurrido y la obra sigue vigente, aunque para el flujo vehicular de más de 80 mil unidades diarias, es insuficiente.
La autopista de cuota tampoco da abasto, pues nos ganó la modernidad y casi todos tenemos automóvil. Hace falta un servicio de pasajeros por ferrocarril para bajarle volumen a las carreteras u otra opción es un tercer trazo, cuyo anteproyecto tiene algunos años por el lado de Coahuila, pero se requeriría de una inversión de hasta 800 millones de pesos que ni en sueños tiene el estado, por lo que urge la aportación directa de la Federación.
Concretamente se propone la creación de una tercera vía de 55.67 kilómetros que comprendería desde San José de los Nuncios, en Ramos Arizpe, hasta La Huasteca, ya en Nuevo León.
La abundancia de tráileres hace muy peligrosa la circulación por las dos actuales carreteras, la libre y la de cuota. Una solución es sacar de ambos cuerpos a la carga pesada y desviarla por la antigua carretera nacional. Hay una propuesta política del actual Gobernador de Nuevo León, Samuel García, pero creo que ahí se quedó en promesa, como todas las cosas en nuestro México lindo y querido.
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