Por: Paola Rojas
El acceso a la educación es un derecho humano fundamental y México vive una crítica situación en ese rubro. Basta ver los resultados de la prueba del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA) publicados en diciembre del 2023.
Nuestro país quedó en el lugar 51 de las 81 naciones evaluadas. Apenas el 34% de los estudiantes mexicanos alcanzó el nivel mínimo en matemáticas y en comprensión de lectura, y sólo el 53% identificó las ideas principales en un texto.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México mantiene un nivel por debajo del promedio internacional en Ciencias, Matemáticas y Lectura. De hecho, tenemos la puntuación más baja entre los países miembros desde 2006.
Saber si hemos mejorado en los años recientes es imposible, porque México no ha pagado la cuota para realizar la prueba PISA. De hecho, en 2025 podríamos quedar fuera de ese examen. La apuesta de la Administración anterior fue dejar de evaluar, por lo que ya no hay siquiera un diagnóstico confiable.
Un factor más que influye en la deficiente educación en México es la deserción escolar. Datos del sistema educativo nacional publicados por la SEP, arrojan que durante el ciclo 2021-2022, la tasa de abandono escolar se elevó a 10.2 en educación media superior y 3.9 en secundaria.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), sólo 8 de cada 100 alumnos que comienzan sus estudios en la universidad logran terminarlos. Por su parte, Educación con Rumbo (un movimiento nacional que promueve la calidad educativa y el derecho a la educación en México), sostiene que en el ciclo escolar 2021-2022, 607 mil 413 estudiantes dejaron la escuela, una cifra que, sumada a los 815 mil 740 alumnos del ciclo escolar previo, da un total de 1 millón 432 mil 153 alumnos que desertaron en los dos últimos años escolares correspondientes a la pandemia.
En cuanto a universidades públicas, contamos con dos grandes pilares: la UNAM y el IPN. Sin embargo, las más de 4 mil aulas en Ciudad Universitaria o las 90 unidades académicas del Politécnico no son suficientes. En 2024, la UNAM, rechazó a más del 90% de sus aspirantes a licenciatura.
Pero ahí no acaba el problema. Quienes sí se titulan se topan con la dificultad de encontrar un empleo relacionado con aquello que estudiaron. Y es que en México hay una preocupante desconexión entre la oferta educativa y el ámbito laboral.
El pasado 23 de octubre, Mario Delgado, secretario de Educación Pública, anunció que el objetivo de la actual administración es abrir 330 mil espacios de educación superior. Detalló que se crearán 30 nuevas sedes de la Universidad Rosario Castellanos; 10 para la Universidad de la Salud; y 50 más para el Sistema de Universidades del Bienestar Benito Juárez.
El reto será lograr que de esas instituciones egresen jóvenes con la formación necesaria para realmente asumir las muchas vacantes que hay. Las empresas no están encontrando el capital humano capacitado para la nueva realidad tecnológica. No es sólo cuántos espacios se van a crear, si no que cualitativamente estén a la altura. Son muchos los pasos que hay dar para alcanzar esa meta. Urge poner a México en la vanguardia educativa.
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