El otoño trae consigo innumerables pequeños placeres para el mexicano, desde ese olor a hoja seca que invade el ambiente al caminar en las calles de tu barrio por la tarde, hasta la celebración de las tradiciones nacionales como la elaboración de las coronas, usadas para embellecer los sepulcros de tus seres queridos que se han adelantado en su partida.
Otro de los placeres de la vida es el sabor de una buena caña, el de los dulces de calabaza, los elotes en todas sus presentaciones, hervidos, asados, en esquite, enteros, desgranados, con chile, limón y sal, con queso amarillo, mantequilla, chile en polvo, crema, queso blanco, con mayonesa y hasta con ajonjolí en polvo, deliciosos todos nos recuerdan lo afortunados que somos de vivir un año más nuestras tradiciones.
Pero, la reina de las tradiciones otoñales lo es la celebración del día de muertos, pues, de pequeños empezamos a vivirla acompañando a nuestros mayores a visitar las tumbas de la estirpe familiar, sin embargo, lejos de comprender en su justa dimensión las visitas al panteón cada 2 de noviembre, lo cierto es que, más de un mexicano adora ir a visitar a sus muertitos para de paso disfrutar de los antojitos mexicanos que están apostados por lo general, cerca del panteón.
Esta deliciosa práctica, ayuda directamente a la economía de la ciudad porque genera una derrama directa a los productores y comerciantes locales, lo que es muy positivo pues mantiene viva la tradición y beneficia a la gente productiva; ósea, uno va y cumple con sus ancestros, con sus mayores, se da un tour por el pasillo de los antojitos mexicanos, se patrocina una cata de comida tradicional mexicana y ayuda a la microeconomía de su ciudad, ¡Que belleza de fiesta!.
La comida siempre ha estado ligada a la celebración de día de muertos, debido a que, el ritual marca que en ese día el alma de nuestros seres queridos regresa para compartir con su familia un bello lazo de amor que traspasa el velo de la vida y la eternidad, además de que puede disfrutar de los placeres terrenales como lo es la degustación de la comida; por ello, la comida favorita de tu difunto no puede faltar el día de muertos, ya sea en su tumba o en el altar de muertos.
La primera ocasión que supe de ello, fue en mi examen de ingreso a la escuela secundaria, ahí me aplicaron un examen sobre comprensión lectora con una extensa lectura sobre la isla de Janitzio que es una bella postal mexicana, también conocida como “La Puerta del Cielo”.
Situada en el estado de Michoacán, es testigo de la velación que realiza el pueblo Purépecha que vive cerca del lago de Pátzcuaro, ellos navegan rodeando el lago y la isla en la noche del 1 de noviembre engalanando la obscura noche con embarcaciones aluzadas con antorchas; la celebración continúa para el día 2, cuando reciben a sus fieles difuntos con ofrendas de flores, veladoras en los altares y por supuesto los platillos, dulces, o antojitos que más disfrutaban sus seres amados en vida; todo esto como ofrendas que hacen los vivos para honrar a sus muertos.
Una tradición milenaria, llena de misticismo, luces y colores, es una práctica arraigada presenciada por miles de visitantes nacionales y extranjeros; ésta, atiende a la perpetuación de una leyenda de los Purépecha, dicha leyenda cuenta que las personas al morir vuelan sobre el lago encantado, hasta la isla de Janitzio en forma de mariposas monarcas, que para verlas, sólo se requiere que abras tu corazón, de tal modo que, al atravesar navegando en lancha el lago, podrás ver dibujadas entre las aguas del lago de Pátzcuaro a todas las almas.
Tiempo después, cuando leí una cita del premio nobel mexicano, remembré aquella lectura y suspiré… tal vez, sólo tal vez, esa isla inspiró su pluma:
“Somos mortales porque estamos hechos de tiempo y de historia. Pero hay salidas instantáneas a través de la cultura, que es un acto poético, que disuelve el tiempo, para escapar de la historia y de la muerte”, Octavio Paz.
Hoy en día, si no tienes la fortuna de acudir a ese lugar en la celebración del día de muertos, la magia de la tecnología te brinda la oportunidad de ser testigo de esta magnífica celebración nacional por medio de videos que puedes reproducir por internet, en un día cualquiera, a la hora que más te plazca y en el lugar en el que te encuentres.
Después de la pandemia, poner un altar de muertos en las casas, es una opción bondadosa para honrar y recordar a tus seres queridos, sin arriesgarte a un contagio por coronavirus o dengue por ir al panteón, además de que, puedes llenar el altar de los antojitos mexicanos que gustes y disfrutar de todo el proceso; en sí, celebrar el día de muertos en forma segura y muy a la mexicana.
Pero no se compara con el placer extra terrenal que se siente el ir al panteón en un clima agradable, hablar con tus seres queridos que partieron primero y comer toda clase de antojitos mexicanos, un elote con chile o una buena caña de azúcar, por eso y más es inigualable el Dia de Muertos.
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