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Coahuila

Unidos para rescatar el México que queremos

Por Cholyn Garza

Hace 1 mes

Demasiada violencia se está viviendo en nuestro México; un país que tiene todo para hacer de sus habitantes seres felices. ¿Qué nos pasó? ¿En qué momento descuidamos nuestra casa común? ¿Por qué la hemos estado cediendo a gente que no ama este país?

Recuerdo cuando niña, escuchaba a mi padre referirse a México siempre con enorme orgullo de la tierra, de todas sus riquezas, sus maravillas naturales, su gente noble, luchona, de gran corazón.

Así crecí, escuchando las bondades de nuestro México, extendida a la generosidad de su gente siempre dispuesta a ofrecer su mano para ayudar a otros menos afortunados.

Así fue siempre. En un duelo por pérdida de algún ser querido -por ejemplo- ahí estaba presente la familia, los amigos, vecinos, o simples conocidos.

Qué decir de una tragedia provocada por un fenómeno natural, el pueblo, el verdadero pueblo que ama a su México, respeta y se solidariza con el hermano en desgracia, se vuelca en ayuda para darla a quien la necesita.

Cómo no recordar el terremoto en la ciudad de México, nuestro querido Distrito Federal; primero que nadie -adelantándose al gobierno- ahí estuvieron esos maravillosos personajes, hombres que aún sin el equipo adecuado hicieron un frente común para quitar escombros y poder rescatar a alguien con vida.

¡Y lo lograron! Porque la ayuda fue llegando para sumar esfuerzos y apoyar en las tareas de rescate.  Una gran acción humanitaria, solidaria y desinteresada.

Esa es nuestra gente, así somos los que crecimos con amor a nuestro México.  Y lo seguimos observando cuando se presenta una situación que requiere de nuestro apoyo; y se aviva el deseo de ayudar que está presente en nosotros.

A un año de la tragedia en Guerrero, la calamidad vuelve a azotar el bello puerto de Acapulco.  Las imágenes son verdaderamente dolorosas.  Gente que lo poco que lograron obtener de la caridad después del huracán OTIS, la tormenta John lo vuelve a arrebatar.

¿Qué queda para esa gente en desgracia? ¿resignación? ¿buscar a dónde ir? ¿esperar a que las promesas de gobierno se conviertan en realidad?

Es difícil, muy difícil la situación de esas familias si tomamos en consideración que la mayoría vive del turismo, visitantes que se han alejado por razones obvias.

Al no haber visitantes, no hay trabajo.  Podría haberlo, sin embargo, no ha sido así porque la reconstrucción está muy lenta.  No hay recursos para poner en pie de nuevo a Acapulco y mientras tanto ¿qué puede hacer la gente que clama por ayuda?

Como ayuda solicitan y urgente, quienes viven en territorio de violencia donde las bandas organizadas se han ido apoderando de gran parte de las ciudades, de los estados.  No es posible que un día sí y otro también se estén violentando los derechos de las personas que viven en lugares donde se siembra el terror.

Por ejemplo, Culiacán, tierra de nadie, donde el ejército trata de poner orden y un gobernador -que no gobierna- pero sí miente y crea historias para cubrir sus errores y sus faltas, va al Congreso -a pasearse y tomarse la foto- como si la situación que prevalece en Sinaloa, fuera hacer protagonismo o para dar risa.

¿Acaso la risa la causó un accidente que estuvieron a punto de provocar? Me refiero al haberse subido a un elevador que permitía un cupo de 4 personas y subieron poco más de diez irresponsables diputados -hombres y mujeres- que deseaban estar cerca del individuo que tiene a su estado en constante violencia.

Por cierto, el elevador que requerirá de ser arreglado.  Deberían descontarle de su dieta a quienes provocaron con su irresponsabilidad un problema, que pudo ser mayor.  No cabe duda de que la educación y los buenos modales no son propios de esa gente, a quienes de verdad les queda grande, grandísimo el cargo que ostentan.

Y si no son capaces de evitar un problema que con un poco de sentido común pudo no ocurrir ¿cómo creer que tendrán la inteligencia para defender a México y sus instituciones? No tuvieron la capacidad de interpretar que un sobrepeso a un elevador causaría un daño ¿cómo creer que sepan interpretar las leyes?

No queda ninguna duda, son “borregos” despreciables “levantadedos” a quienes el país, nuestro país, les importa nada.  Su capacidad no da para más; por eso tienen que recibir órdenes y cumplirlas al pie de la letra, sin analizar lo que se va a aprobar.

Eso es lo que tenemos como representantes, como funcionarios, como gobierno. Individuos destructores que no aman a México, pero sí se benefician de lo que posee este maravilloso país.

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