Coahuila
Hace 1 mes
Saltillo, como Guanajuato, guardando las proporciones, tiene su Callejón del Beso pero con una enorme diferencia, pues el de la capital guanajuatense guarda historia debidamente documentada en un libro donde resalta el romance surgido entre Carmen y Carlos, que termina en tragedia.
El nuestro es un breve espacio de unos 70 centímetros de ancho, por unos 30 metros de largo, que conecta a la calle Escobedo con el callejón de Moreno, y este a su vez con los barrios de La Unión y Santa Anita.
La estreches del pasadizo construido hace más de una centuria, originó el nombre del Callejón del Beso, pero no se conoce una leyenda que justifique su apelativo o un espacio recurrente para las parejas de enamorados que buscan la privacidad y el romance. Viví algunos años por ese sector y nunca supe de un apasionado lance, más bien, el Callejón del Beso influía respeto y miedo pues, en su parte más alta, vivían algunos ladrones, “piñeros” y carteristas (incluso se decía que había venta de narcóticos).
La anécdota
Ahí habitó un personaje del barrio, a quien apodaban La Manzana, un fino “carterista” de quien seguramente habrá muchas anécdotas. Una de ellas la contaba el temible jefe del Servicio Secreto del Estado, Santana Jiménez, de negros recuerdos. Un policía le solicitó a Santana 500 pesos para atender necesidades de su casa y le prometió regresarle 800 pesos. Ya convenido el trato, antes de que el agente se retirara de la oficina de Santana, este entró a las celdas donde se encontraba La Manzana y le dijo: “Te voy a dejar en libertad, pero primero le sacas de la bolsa de la camisa, sin que él se dé cuenta, 500 pesos a ese hombre que está ahí sentado”. Una vez en la calla quién sabe cómo le haría “la manzana”, que regresó con los 500 pesos y quedó liberto. El elemento contó a Santana que el billete se le había caído de la bolsa de la camisa cuando iba a bordo de un autobús rumbo a su domicilio y que ahora le prestara otros 500 pesos, luego le regresaría mil 300.
Hoy en día el Callejón del Beso de Saltillo, está descuidado, pues desde la Administración municipal de Humberto Moreira, hace más de 20 años, las autoridades locales se han olvidado del lugar. Los vecinos piden la vigilancia policiaca, pues frecuentemente los alumnos de la Universidad Carolina hacen labores de limpieza, pero inmediatamente vuelve a lucir sucio y grafitado por el vandalismo que aún prevalece en la zona.
Debería de incluirse en un atractivo más para propios y extraños, donde los visitantes al igual como sucede en Guanajuato, conocieran una leyenda y dejar correr la creencia que como allá, quienes aspiren a contraer matrimonio, deben darse un beso en dicho breve espacio para que la unión sea duradera. Un ósculo señal del más puro amor. O que cada pareja que pase debe besarse para tener suerte en la vida.
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