Espectáculos
Por Agencia Reforma
Publicado el miércoles, 9 de octubre del 2024 a las 15:42
Ciudad de México.- La serie dramática basada en un crimen real, Monstruos: la historia de Lyle y Erik Menendez, ha sido una de los shows más vistos en Netflix desde su estreno el 19 de septiembre, impulsando de nuevo un interés enorme por los hermanos Menendez, quienes en 1989 asesinaron a sus padres con escopetas en el interior de la mansión familiar de Beverly Hills.
El lunes, la misma plataforma de emisión en continuo estrenó Los hermanos Menendez, un largometraje documental de Alejandro Hartmann, que se basa en 20 horas de nuevas entrevistas telefónicas con los hermanos desde la cárcel. También incluye entrevistas en cámara con familiares supervivientes, periodistas, el primer fiscal y varios miembros del jurado de los dos juicios penales de la década de 1990.
Tras un excepcional juicio que terminó con jurados en desacuerdo en 1994 (los hermanos tuvieron jurados distintos), Lyle y Erik volvieron a ser juzgados y condenados en 1996 a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. En el segundo juicio, el juez prohibió a la defensa utilizar la mayor parte de los testimonios que apoyaban su argumento de que los hermanos habían matado a sus padres por miedo tras años de abusos sexuales, emocionales y físicos.
El caso se ha convertido en una especie de causa célebre en los últimos años, con celebridades y jóvenes usuarios de las redes sociales abogando por la liberación de los hermanos, sobre todo a medida que nuevas pruebas parecen respaldar las denuncias de abusos.
Al mismo tiempo, una avalancha de libros, documentales y series de ficción han adoptado una postura más comprensiva hacia los hermanos que la que recibieron en un principio; este último documental llega días después de que George Gascón, fiscal del distrito de Los Ángeles, anunciara que su oficina estaba revisando el caso, afirmando: “Tenemos la obligación moral y ética de revisar lo que se nos está presentando”.
Gran parte del documental vuelve sobre lo mismo y se basa en gran medida en material de archivo, sobre todo del primer juicio, que se emitió en Court TV. Sin embargo, destacan varios detalles nuevos, menos conocidos y olvidados hace tiempo. He aquí un resumen.
La semana anterior a los asesinatos
Aunque algunos de los hechos ya se relataron en el juicio, Lyle y Erik, que ahora tienen 56 y 53 años, cuentan más cosas en las nuevas entrevistas sobre el miedo y la desesperación que sintieron justo antes de los asesinatos.
Como cuenta en el documental, Erik estaba deseando graduarse de secundaria e irse a la Universidad Stanford para poder alejarse de su padre, Jose. Después de que su padre le dijera que no podía ir a Stanford —y que en su lugar tendría que vivir en casa y asistir a la UCLA— Erik comenzó a tener pensamientos suicidas. Fue entonces, dice, cuando reveló a Lyle que su padre seguía abusando sexualmente de él. “Fue el momento más devastador de mi vida”, dice.
Lyle describe cómo se enfrentó a su padre por los abusos y descubrió indirectamente que su madre, Kitty, lo sabía todo.
Erik dice que fue la primera vez que percibió que Lyle tenía miedo de verdad; creían sinceramente, dice, que Jose y Kitty iban a matarlos.
La salud mental de Lyle y Erik tras los asesinatos
El comportamiento de los hermanos después de los asesinatos —que incluyó un derroche de dinero— fue citado por la fiscalía como prueba de que habían matado a sus padres por dinero.
En el documental, ambos hermanos afirman que no se sentían felices ni despreocupados tras los asesinatos. Lyle dice que lloraba por las noches, dormía mal y se sentía a la deriva.
Erik dice: “La idea de que lo estaba pasando bien era absurda”, añadiendo más tarde que seguía echando muchísimo de menos a su madre y que deseaba poder hablar con ella.
Su vida en prisión
Tras su condena, la principal preocupación de ambos era que no los enviaran a prisiones estatales diferentes. En el documental, Lyle dice que la única razón por la que accedieron a una entrevista con Barbara Walters en 1996 fue para suplicar públicamente que permanecieran juntos. De todos modos, fueron separados.
“Nuestro comienzo en la vida carcelaria fue tremendamente doloroso” debido a esa separación, dice Lyle. Erik hizo una huelga de hambre en aquel momento.
Los dos se reunieron cuando Lyle fue trasladado en 2018 a una prisión de San Diego, donde Erik estaba recluido. Ahora pueden hablar entre ellos todos los días.
Lyle dice que ha podido encontrar una especie de “libertad mental” a lo largo de los años, asumiendo lo que él llama un papel de “padre confesor” para otras víctimas de abusos en prisión. Erik se ha aficionado a la pintura, describiéndola como “un medio espiritual o curativo para expresarme”. A veces pinta 12 horas al día.
La acusación se mantiene firme
“La única razón por la que estamos haciendo este especial es por el movimiento en TikTok”, dice en el documental Pamela Bozanich, quien ejerció la acusación en el primer juicio. En lugar de celebrar juicios penales, sugiere irónicamente, ¿por qué no limitarse a hacer encuestas en las redes sociales?
El tiempo no parece haber alterado sus opiniones sobre el caso.
“Te lo digo ahora, toda esa defensa fue inventada”, dice, y añade: “Y si yo fuera una persona inmoral, la habría fabricado de la misma manera”.
La abogada defensora original de Erik, Leslie Abramson, declinó ser entrevistada para el documental. Escribió en un correo electrónico a los productores: “Me gustaría dejar el pasado en el pasado”.
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