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Afición, jugadores y mercado futbolero

Por Federico Muller

Hace 1 mes

En las postrimerías del siglo 20 se consolidaba un fenómeno social en las principales ciudades de Estados Unidos, que desviaba la fe religiosa de un sector de la población conformado sobre todo por jóvenes y adultos hacia otra muy distinta, soportada en la confianza en los equipos y jugadores de futbol.

 

Los templos y los estadios

Paulatinamente, los templos cristianos vieron diezmada la asistencia regular a los cultos dominicales matutinos de las fieles familias, que puntualmente se congregaban en el primer día de la semana. Si se recurre a la etimología de la palabra religión, se puede entender como aquella que ata o religa al hombre con alguna divinidad u objeto sobresaliente para él.

La nueva religión que surgía provocaba que los creyentes de antaño sustituyeran las toscas bancas de madera por las graderías de los estadios de futbol. Se dejaron de entonar himnos de alabanza y comenzaron a prevalecer las loas o endechas por las jugadas que se desarrollaban sobre el emparrillado, que osados jugadores llevaban a cabo comandados por ágiles pasadores. La explicación de migrar de un recinto a un campo deportivo, de cambiar de feligreses a aficionados, no puede sólo circunscribirse a factores lúdicos, ni económicos, sino también debe incorporar a la antropología, que se encarga de descifrar prácticas, símbolos y rituales que son parte del contexto y naturaleza del hombre.

El sentido de trascender que se buscaba en la adoración al Ser Supremo, se suple por el consumo intangible de las experiencias vividas de la contienda del juego, que temporalmente satisface las necesidades no materiales del espectador. A  partir de allí, en las sociedades contemporáneas los deportes profesionales han sido también parte de estudio de las ciencias sociales.

 

Futbol soccer: del llanero al de paga

En México, por otras razones distintas a las del mercado estadunidense, el futbol, pero soccer, ha sido también un deporte que ha atraído a las masas a practicarlo y a corearlo desde las tribunas cuando sus clubes favoritos disputan un partido en la liga profesional. En este artículo se pergeñan comentarios sobre el poco éxito que ha tenido el futbol más allá de nuestras fronteras  cuando se compite en el terreno profesional no amateur, y se describen algunas aristas del mercado futbolero en el país. Su creciente popularidad entre las clases sociales poco adineradas de la sociedad, puede afirmarse, sin lugar a equivocarse, que se debe a su accesibilidad económica y simpleza para practicarlo. No hace falta más que un balón, un llano y un par de piernas que le peguen al esférico para meterlo en una portería delimitada por piedras del terreno.

Un popular jugador de la Comarca Lagunera dio sus primeros toques a la pelota en un campo “acondicionado”, excepto cuando los niños futbolistas tenían que suspender momentáneamente el encuentro para dar paso al pastor que llevaba el rebaño al aprisco, y que atravesaba el campo de juego. No obstante, la entrega, mentalidad y desinterés que se tienen al jugarlo en el llano, se diluyen porque los intereses del jugador, que logra incursionar en el mercado de paga, se trastocan particularmente de aquellos talentosos que provienen de la cultura del esfuerzo.

El jugador profesional destacado, sin duda, está expuesto a sucumbir ante los beneficios  del medio que lo rodea, desde las ofertas millonarias que le pueden llegar a hacer las marcas transnacionales de artículos deportivos, hasta las televisoras que tienen la exclusiva de transmitir los partidos. La fama -lamentablemente- incide en forma negativa en lo que antiguamente se conocía como amor a la camiseta, cuando viste la casaca de la selección de su país. Ya no son los ímpetus que forjó en el llano, ahora sopesa los intereses personales, los de su club, país y patrocinadores. Todos ellos, modulan su desempeño en el campo de juego.

Hay un ejemplo de lo que puede hacer el jugador mexicano fuera de la mercadotecnia y de los intereses de mercado, Aunque la prensa nacional no lo publicitó porque no era económicamente redituable. “(…) México se convirtió en doble campeón del Mundial de Personas sin Hogar. Tanto la selección femenil, como la selección masculina de futbol mexicano, ganaron la copa de oro en el Mundial de Personas sin Hogar, avalado por la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA). La competencia deportiva, también conocida como Mundial de Futbol Calle o Mundial de los Sintecho, se llevó a cabo este sábado 28 de septiembre en Seúl, Corea. Cabe mencionar que esta copa se disputa desde 2003 y tiene el objetivo de ayudar a personas en situación de pobreza y exclusión social…”.

 

Afición y mercado

El otro elemento que contribuye a la transformación de la mentalidad del jugador que pasa de amateur a profesional, es la afición, que semanalmente abarrota los estadios, sucumbe ante los encantos del futbol y encuentra un refugio transitorio a sus cuitas mirando el juego, vitoreando a sus héroes, yendo más allá de simple espectadora, pues se identifica con ellos, sintiéndose parte del club. El cúmulo de emociones que despierta el futbol en el aficionado es variopinto, pero generalmente logra que afloren bajas pasiones, menguando la racionalidad y autocontrol, que mantiene fuera del estadio.

En 2023, la Liga Mx estuvo integrada por 18 equipos que compitieron por el gallardete. Los ingresos de los clubes provienen de los derechos que pagan las televisoras por transmitir sus partidos (se estima que más de la mitad del total de lo que reciben los equipos lo aportan los canales de televisión). Otras fuentes de recursos son los patrocinios, la venta de boletos para entrar al estadio y los cobros por transferencias de jugadores.

 

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