Nacional
Por Agencia Reforma
Publicado el sábado, 5 de octubre del 2024 a las 11:42
Ciudad de México.– Cuatro guacamayas levantan el vuelo sobre el verde amotinado de las ceibas, los flamboyanes, maculis, guayacanes, platanares y palmeras de la quinta “La Chingada”.
Mientras a esa hora de la mañana, las cigarras y los monos saraguato comenzaban su concierto, el Presidente Andrés Manuel López Obrador preparaba su despedida de la conferencia mañanera, la mil 438, y alistaba su mudanza de Palacio Nacional.
Es la quinta de sus sueños. Ciento 33 mil 410 metros cuadrados, el único punto verde que queda casi dentro de la ciudad de caos y calles que suben y bajan, con banquetas de dos y tres escalones. A donde planeó volver desde el 2000.
A menos de 5 kilómetros de la finca hay una estación del Tren Maya inaugurado, pero todavía en obra. Otra del Tren Interoceánico, un nuevo campus del IPN, una sucursal del Banco del Bienestar donde podrá cobrar la pensión que también cobran los que no tenían derecho ni a un pago después del retiro.
Hay un hospital de ISSSTE inaugurado por López Obrador el 14 de septiembre que aún no funciona. Se construye un cuartel de la Guardia Nacional. Hay un parque renovado y avanza la obra de la primera plaza comercial de Palenque, “Plaza las Flores”.
Detrás de la finca está la zona arqueológica de Palenque, con un sendero de 6 kilómetros, con su rumor de selva, las vacas comiendo en la neblina, por donde el ex Presidente podría caminar pensando en el vacío de poder que ya no tiene.
En el taller mecánico de junto, una lona advierte a los ladrones que los vecinos están organizados. Sobre el portal negro de la quinta, junto a la marquesina roja, cuelga una cámara de vigilancia que no estaba apenas en octubre. Una cuadrilla de trabajadores instala en la barda una concertina de cuchillas, que López Obrador no requería cuando era Presidente.
Dos jóvenes con bermudas vigilan la entrada de la casa de campo. Prohíben las fotos cuando se abre el portón y se ve el sendero arbolado y el musgo verde de los troncos. Dos más vigilan adentro, sentados en sillas de plástico debajo de una ceiba, junto a la casa de tejas rojas y las paredes blancas de dos plantas. Otros trabajadores clavan tablas, cortan losetas y, salvo eso y la seguridad, nada dice que ya viene un ex Presidente.
Ahí pasará los últimos de sus días. Lo prometió desde 2016 con la vista puesta en 2018:
“Si el pueblo de México se manifiesta en 2018 por un cambio de fondo y me da su confianza, vendría a la quinta como ahora, de vez en cuando; pero si la mayoría de la gente dice que no me quiere gobernando o los de la mafia del poder nos lo impiden, entonces sí me iría literalmente a La Chingada. Es mi plan B: refugiarme en este lugar maravilloso”, dijo.Cambio de airesUn trabajador de la cuadrilla ha salido de la quinta. Habla en la mañana gris, de neblina y polución, en la orilla de tierra gris de la carretera Palenque-Pakalná.
“Me salí para hablarte. Es que adentro nos quitan el celular en la caseta de vigilancia”, dice.
López Obrador heredó la quinta en el 2000, una vez que murieron sus padres. No la declaró cuando gobernó la Ciudad de México, de 2000 a 2004.
La escrituró en 2007, y en 2015, cuando viajaba a Villahermosa en un auto con su esposa Beatriz Gutiérrez y sus cuatro hijos, dictó su testamento para heredarla. Se reservó el derecho al usufructo.
“Porque deseo vivir cuanto pueda y hasta que muera en la Quinta La Chingada”.
El terreno de junto lo heredó Jesús Martín López Obrador, uno de sus siete hermanos. El menor, quien en 2021 fue exhibido en un video recibiendo dinero para la campaña del ex Presidente de 2018, y quien lo mantiene en venta: 2 mil 671 metros cuadrados a un costo de 15 mil por metro cuadrado o a 70 pesos si es en renta.
Tras su obsesión de 12 años por la Presidencia y los 2 mil 131 días que gobernó entre tirios y troyanos, López Obrador cambiará el despertar con los gritos de los vendedores ambulantes en el Centro Histórico de la Ciudad de México, por el rumor de las cigarras, los gritos de las guacamayas y de los monos saraguato. Por el difuso amanecer de la neblina.
Buscará la paz en el trópico, donde lo ha escrito el desafío es conciliar la razón con la pasión.
“Y, hasta ahora, no conozco a nadie que haya podido lograrlo”.
Ya lo advertía en su libro “Entre la historia y la esperanza: corrupción y lucha democrática en Tabasco”, de 2015:
“Aquí todo aflora y se sale de cauce. En esta porción del territorio nacional, la más tropical de México, los ríos se desbordan, el cielo es proclive a la tempestad, los verdes se amotinan y el calor de la primavera o la ardiente canícula enciende las pasiones y brota con facilidad la ruda franqueza”.Que no se va”Yo creo que no se va, yo creo que va a estar vigilando a Claudia Sheinbaum”, dice un taxista que serpentea desde el centro de Palenque a 31 grados, porque está nublado. Evitando perros, charcos, hablando de la maravilla de un Presidente que apenas se protege con un portón negro y concertina de púas.
“Ese portón tan sencillo, mira, ni los millonarios de aquí tienen ese portón, puro control remoto, pero el Presidente es muy sencillo, muy tratable, no es presumido ni nada de eso. No trae carro blindado, ni nada, carro sencillo, camioneta, dice el refrán el que nada debe nada teme”.
Todos lo saben: aquí viene a vivir el Presidente. Así, sin considerar que ya dejó el cargo.
“A ver si lo puedo ver y le pido una petición”, dice la vendedora de tacos de carnitas en la salida de la estación del Tren Maya.
Aunque tiene una corrida al día, adentro no hay ninguna tienda abierta. Los obreros que ponen un plafón de carrizo, conectan fierros, terminan de instalar las puertas y en la taquilla informan que sale cada día a las 09:00 por la única ruta y sin poder bajarse. Hasta Cancún son 21 estaciones, por 11 horas y mil 699 pesos para turistas nacionales.
“El 15 de octubre sube el precio a 2 mil 123 y 50 centavos”.
En el nuevo hospital del ISSSTE, inaugurado el 14 de septiembre con 686 millones de pesos, siguen las obras. Adentro informan que el miércoles, al día siguiente que López Obrador deje el cargo, comenzarán a dar las consultas sólo para los afiliados.
“Qué bueno, para que se atienda el Presidente que ya viene”, dice un policía. Ya viene, ya dejará el poder, lo saben todos, pero aún no se sabe cuándo.
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