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Peligro en el golf

Por Guadalupe Loaeza

Hace 2 meses

Nunca se imaginó el candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, que mientras se preparaba para disfrutar de un tranquilo juego en su club de golf de West Palm Beach, a tan sólo unos metros se encontraba el cañón de un rifle asomando entre la maleza. Era un domingo al mediodía y el expresidente se percibía más irritado que de costumbre. Por la mañana le habían mostrado algunos sondeos de la campaña presidencial en donde, en ciertos estados, aparecía la vicepresidenta con un 48% de la preferencia, contra un 45.4% de Trump. “Bull shit!”, exclamó incrédulo. En seguida se aproximó de muy mala gana hacia su bolsa de palos de golf. “Let’s go!”, le ordenó a su caddy, acostumbrado al mal humor y a las trampas de su patrón cuando jugaba en grupo.

Hasta ese momento el expresidente aún no sabía que un agente del Servicio Secreto había descubierto el fusil que había utilizado Ryan Wesley Routh, de 58 años, para, aparentemente, intentar matarlo. El asesino en ciernes fue arrestado inmediatamente y llevado a un tribunal federal del estado de Florida. Durante la investigación para identificarlo, los agentes usaron los datos de su celular, y allí descubrieron que el individuo había estado en el campo de golf entre la 1:59 de la madrugada del domingo hasta aproximadamente la 1:31 de la tarde. Casi 12 horas esperando a que su víctima apareciera. Algo que nunca pasó. La policía encontró, donde se había estacionado Routh para dormir, una cámara digital, el fusil cargado y una bolsa de plástico con comida. El Servicio Secreto estadunidense informó que el sospechoso, que ha sido acusado de posesión ilegal de armas de fuego, “no disparó ni efectuó ningún disparo contra nuestro agente”, dijo a periodistas el director en funciones, Ronald Rowe (Reforma).

¿Quién es Ryan Wesley Routh? Un antiguo trabajador de la construcción de Greensboro, Carolina del Norte, y muy a favor de Ucrania. Aunque todavía no hay mucha información, se sabe que es un ciudadano muy enojado con el mundo, en especial con Trump. En su libro La guerra imposible de ganar en Ucrania, autopublicado en 2023 y el cual supuestamente se dirigía al Gobierno iraní, escribió que Trump era “un imbécil” y “un bufón”, por los hechos relacionados con el motín del Capitolio, ocurridos el 6 de enero de 2021. “Yo voté por Trump”, escribió, “por ese infante que elegimos para que se convirtiera en nuestro próximo Presidente y que terminó siendo un descerebrado”. Incluso, Routh tenía un sitio web en el que recaudaba dinero y reclutaba a futuros voluntarios para su causa.

¿Cuántos “Rouths” no habrá a lo largo y ancho de Estados Unidos que quieren emular a cualquier personaje que les parezca poderoso, o bien, que quieren deshacerse de él por el sólo hecho de odiarlo? Un verbo muy peligroso, el cual se ha expandido en ese país, de más en más. Hace apenas unos días, la cantante pop recibió un mensaje que decía: “Odio a Taylor Swift” -escrito por Trump en la red Truth Social-, nada más porque apoyó a Kamala Harris para las próximas elecciones presidenciales. Este mensaje seguramente fue leído por millones de seguidores de Trump. El verbo “odiar” es uno de los más socorridos, sobre todo, durante las elecciones. Por otro lado, siempre he pensado que la sociedad estadunidense está enferma de frustración, soledad e individualismo pero, sobre todo, de violencia. No es casual que Trump haya sido víctima, hasta ahora, de dos atentados. Los más mal pensados no pueden dejar de considerar que quizá fue una puesta en escena por parte del candidato republicano. Harris sigue creciendo como la espuma, incluso entre personalidades del partido republicano.

De allí que ahora Trump emplee este ataque como un arma política: “este atentado es por culpa de la retórica incendiaria de Biden y Harris”.

Nosotros en México tenemos otro tipo de atentados igual de graves, por citar el más reciente, el asesinato del Poder Judicial. Como bien dice el constitucionalista Diego Valadés: “Los efectos de un trauma institucional tan profundo como el que México acaba de sufrir se irán dejando sentir de manera paulatina. Primero avanzarán de manera imperceptible, pero cuando se acumulen lo suficiente la vida en México será escalofriante”.

 

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