Así le decían a una madre y sus tres hijas en la alta sociedad novohispana del México precolombino, estas mujeres fueron María Josefa, María de la Paz y María Antonia y su madre María Ignacia Rodríguez de Velasco de Osorio Barba y Bello Pereyra, más conocida como la Güera Rodríguez; que nació un 20 de noviembre de 1778, siendo hija del matrimonio entre Antonio Rodríguez de Velasco y María Ignacia Osorio Barba y Bello Pereyra.
Sumamente hermosa, dan cuenta de ello todas la citas históricas, además se decía que poseía un agudo ingenio, así como una inteligencia notable para las mujeres de su época, pues sabía leer, escribir y había recibido una instrucción adecuada gracias a su padre.
La Güera se casó oficialmente con 3 hombres, con el primero de ellos procreó a un varón y a sus tres hijas, éste era un militar llamado José Jerónimo López de Peralta y Villar Villamil, con quien contrajo nupcias en el año de 1794, pero de esa relación, se decía que él la golpeaba, y que un día le tiró un balazo a la Güera, que no acertó, acusándolo ella de intento de asesinato, a la postre todo desencadenó en la anulación de su matrimonio.
Su segundo esposo fue el sexagenario don Mariano Briones, lo cual también generó un tremendo escándalo, al enviudar se casó por último con Manuel de Elizalde con quien permaneció hasta su muerte, luego de esto Don Manuel abrazó la vida sacerdotal.
Contribuyó ampliamente a la guerra de independencia, puso a los servicios de la causa, toda la información y sus relaciones públicas para poder concretar la proclamación del México independiente.
Inicialmente las narraciones sobre la participación de la Güera en la causa liberal, se ve ensombrecida por la línea que se desdibuja entre la realidad y la ficción, sus hazañas se cuentan de tantas maneras que se han ido distorsionando, sin embargo, hoy después de más de doscientos años, podemos ver su vida sin tanto morbo y escándalo.
Armando Fuentes Aguirre (Catón), subraya la participación de esta mujer en la independencia de forma indiscutible, nada menos que directamente con el propio Miguel Hidalgo y Costilla, a quien le entregaba dinero cada vez que iba a verla a la Ciudad de México, cantidades que las usaba el cura para abastecer de armas al movimiento insurgente.
Además de ello, usaba sus relaciones públicas en favor del movimiento, dado que su alto estrato social le permitía organizar reuniones, bailes y fiestas a las que nadie se negaba a asistir, de estas obtenía información valiosa sobre los movimientos de tropas del ejército realista.
Pero, todos sus méritos se ven empañados o poco reconocidos, por la misoginia de la época, se decía que había tenido incontables amantes y que de su vida hacía, como común mente se dice, todo un papalote.
Entre sus admiradores se menciona al libertador de América, Simón Bolívar, al naturalista y explorador alemán Alexander Von Humboldt, de quien se convirtió en admiradora y amiga, diciéndose inclusive que tuvieron una relación romántica.
Se tienen datos de su participación en la inauguración de una Estatua ecuestre en honor a Carlos IV en la que estuvo acompañada por Humboldt. María, según Artemio de Valle Arizpe, vestía ropa galante y caminaba del brazo del barón, en donde también se menciona que la Güera causó revuelo al criticar la escultura, señalando un defecto en los testículos del hermoso caballo que sostenía al Rey.
Se dice que la imagen de la Dolorosa situada a la derecha del altar mayor de la iglesia de La Profesa, esculpida por el reconocido artista Manuel Tolsá, quien también se dice era íntimo de la Güera, está basada en su imagen, además de la Inmaculada que se halla en la misma iglesia, en uno de los altares del costado derecho, podría ser la hija de la Güera.
Como pueden observar, la realidad supera a la ficción cuando se trata de esta insigne independentista, si bien no portó armas ni participo activamente en las guerras de independencia, su integridad estuvo en 2 ocasiones comprometida, pues fue acusada ante la inquisición de herejía por apoyar a la insurgencia.
Gracias a la información tan privilegiada que ella recababa, se libró del santo oficio, narran que los 3 inquisidores parecían los acusados, cuando la tremenda Güera les sacó sus trapitos al sol, ocasionando que se suspendiera el juicio y la mandaran exiliada a Querétaro.
Belleza equiparada a la de la Diosa Venus, poseía un rostro hermoso, ojos azules, cabello rubio rizado y una piel blanca cual porcelana, su belleza fue tan famosa que el mismo rey de España mandó que se hiciera una pintura al óleo de la Venus y sus tres gracias para dar cuenta de la certeza del sobrenombre con el que se referían a María Ignacia y sus hijas.
Así, plagada de chismes, descalificaciones y bullicio de la alta sociedad, encontramos la vida de esta notable mujer que vivió en plena independencia nacional; sin ataduras de ningún tipo, vivió como quiso y con quien quiso, a la sombra de su buena cuna, su estrella, y sobre todo de su astucia.
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