La historia de México ha sido contada desde diversas ópticas donde los malos se enfrentan a los buenos, vencedores y vencidos, héroes y villanos, pero, para quienes tienen el oficio de guardar la memoria, las hazañas épicas tienen sus matices y los héroes son tan humanos como sus virtudes y defectos.
En el 2006, al festejar el 196 aniversario de la Independencia de México, los historiadores César Morado Macías y Héctor Jaime Treviño Villarreal desmitifican algunas visiones que existen sobre la guerra de independencia: Mito: El grito de Dolores fue la noche del 15 de septiembre.
Realidad: El llamado grito, se realizó la madrugada del 16 de septiembre.
Los insurgentes Miguel Hidalgo y Costilla, Miguel y Josefa Domínguez, Ignacio Allende y Juan Aldama planearon en Querétaro iniciar la insurrección en diciembre de 1810, durante las fiestas de San Juan de los Lagos.
Al ser descubiertos el evento se tuvo que adelantar. Como el 16 de septiembre era domingo, el cura Hidalgo llamó a misa, pero una vez reunidos los feligreses les llamó a luchar contra el mal gobierno. Históricamente durante el siglo 19, el grito de Dolores se celebró el 16 de septiembre.
Durante la dictadura de Porfirio Díaz, para adecuarlo a los festejos de su cumpleaños el 15 de septiembre, la celebración cívica se adelantó unas horas y hasta la fecha así lo festejamos. Mito: La historia dice que Juan José Rayas o De los Reyes, conocido como “El pípila”, cargó una losa sobre su espalda para incendiar la puerta de acceso a la Alhóndiga de Granaditas al inicio de la independencia. Realidad: No existe documento, referencia o bibliografía seria que constate la existencia de “El pípila”, indican los historiadores consultados.
Por la magnitud de los hechos que se atribuyen a su heroicidad, lo más probable es que se trate de una invención popular.
“La puerta de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato, era tan gruesa que creo difícil que este señor la haya quemado”, comenta Treviño Villarreal.
“Pudo haber sido que hubo varios ‘pípilas’, que eran lo barreteros que trabajaban en las minas, pero historiadores serios consideran que esta acción es sólo un mito”.
El mito de “El pípila”, recuerda, se propagó con mayor fuerza durante el porfiriato, hasta el punto de convertirse en un icono de la lucha por la independencia.
Durante el año de 1992, el historiador Héctor Aguilar Camín encabezó a un grupo de investigadores que reformaron los textos de historia de México, pero al dejar fuera mitos como el del “El pípila”, los textos tuvieron que ser reelaborados ante algunas voces críticas.
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