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Coahuila

El lugar que no nos corresponde

Por Irene Spigno

Hace 9 horas

Hace unos meses, comencé a jugar pádel. Sé que, en muchos contextos, el pádel es un deporte que se ha puesto muy de moda. Su éxito se debe a múltiples razones, pero creo que una de las más comunes es que es un deporte sencillo de jugar (aunque difícil si se quiere jugar bien), ya que no necesitas mucha técnica ni una gran condición física para disfrutar de un buen rato peloteando y desestresarse.

Sin embargo, si quieres jugar bien (y no lastimarte), necesitas entrenar y tomar clase, participar en partidos y enfrentarse no solo a tus amistades, sino también a personas que no conoces y que juegan mejor que tú. Esto nos obliga a salir de nuestra zona de confort, a superar nuestros límites y a esforzarnos por mejorar.

Además, es un juego que demanda muchas habilidades: necesitas tener paciencia y la capacidad de tomar buenas decisiones en fracciones de segundo. La pelota puede venir a gran velocidad, y si no tomas la mejor decisión en el momento adecuado, no solo puedes perder el punto o el partido, sino que incluso puedes lastimarte.

Hace unos días, conversando con un amigo, surgió el tema de cómo el pádel ha impactado nuestras vidas y que aprendizajes hemos incorporado a nuestra cotidianidad. Son muchos, pero aquí quiero centrarme en un aspecto que considero muy importante: la posición que mantenemos en la cancha.

En la cancha, los dos jugadores de cada equipo pueden decidir si jugar de drive o de revés. ¿De qué depende esta decisión? De muchos factores. De manera muy general, quien juega en la derecha se desplaza en un espacio más reducido, se mueve menos y debe defender muy bien. Por el contrario, quien juega en el lado izquierdo de la cancha necesita más técnica, porque aunque pueda realizar menos jugadas, tiene la responsabilidad de atacar y concretar el punto.

Aunque cada jugador es responsable de su lado de la cancha, hay jugadas en las que la pelota cae en el centro. Y la eterna pregunta es: ¿de quién es la pelota que va al centro de la cancha? Idealmente, debería haber un buen entendimiento entre los jugadores y comunicarse adecuadamente, aunque mucho depende de cada jugada especifica. En muchas ocasiones, el jugador que ocupa la parte izquierda de la cancha tiene más facilidad para cubrir el centro.

¿Qué sucede si no hay comunicación de equipo? Se puede perder esa pelota o, peor aún, lesionarse. Esto ocurrió, por ejemplo, durante un partido entre amigos que tienen un alto nivel de juego (lo que implica una gran velocidad de la pelota y jugadas muy precisas) al que asistí hace unas semanas. En un momento del juego, ambos jugadores fueron por la pelota que iba dirigida al centro de la cancha.

El jugador de revés, que ya estaba en la mejor posición para golpear la pelota que consideraba suya, no se percató que su compañero de drive iba por la misma pelota. En lugar de golpear la pelota, terminó golpeando la cabeza de su compañero. Afortunadamente, no fue nada que un poco de hielo no pudiera resolver.

Pero creo que podemos extraer una valiosa lección de vida de esta experiencia. Aunque queramos hacer lo mejor para nuestro equipo, debemos aprender a comunicarnos y a mantener la posición que nos corresponde, tanto en la cancha como en la vida.

Muchas veces “invadimos” espacios que no nos corresponden con la intención de obtener lo que creemos que es el mejor resultado, pero al final solo estorbamos e impedimos que nuestro compañero, quien debería hacer la jugada, dé lo mejor de sí mismo.

Aunque nuestras intenciones sean buenas, debemos aprender a respetar los espacios y las posiciones de los demás. Como siempre, es una cuestión de equilibro y comunicación. Y si no queremos comunicarnos o respetar el espacio de la otra persona, podemos salir lastimados y derrotados. Como ya comentamos hace un par de semanas, es fundamental saber escuchar y, por ende, entender. Pero de esto hablaremos la próxima semana.

 

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