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Coahuila

¿Cómo saber si mi hijo tiene ansiedad?

Por María José César

Hace 2 meses

Los niños y los adolescentes, al igual que en la vida adulta, pueden presentar síntomas de ansiedad. Estas consecuencias afectan su desarrollo socioemocional y pueden dañarles de manera más profunda su percepción de sí mismos y su manera de vivirse en el mundo.

Por eso es importante que como papás no tengamos miedo de mirar lo que es.

 

Según el DSM IV, el manual de psiquiatría, la ansiedad se asocia a inquietud o impaciencia, facilidad para fatigarse, dificultades para concentrarse, tensión muscular, irritabilidad o alteración del sueño.

La ansiedad suele ser una reacción normal ante una situación de peligro, incertidumbre o de amenaza. Tomada como una emoción más, es importante vivirla y no evitarla. Es importante que como padres identifiquemos si está pasando una etapa de ansiedad.

 

Vivir y no evitar. Porque 4 de cada 10 personas pueden experimentar los síntomas de ansiedad actualmente. La ansiedad es una emoción desagradable, comparable al miedo. La diferencia es que en el miedo podemos encontrar una causa, y en la ansiedad es más difícil reconocer lo que la detona.

 

¿Cómo funciona la ansiedad en el cerebro?

Se activa el miedo. De ahí se activan los síntomas. Se esfuerza por controlar los síntomas y con eso la vivencia que genera ansiedad.

 

¿Tienes la sospecha de que tal vez tu hijo tiene ansiedad?

Estas son algunas maneras en las que los niños exteriorizan la ansiedad…

1. Tiene problemas para dormir o para comer. Le cuesta dormir por las noches.

2. Lo percibes irritable. Llora y se enoja fácilmente.

3. Aumenta o disminuye significativamente sus niveles de energía.

4. Suele tener miedo a estar solo o sola.

5. Te demanda mucha atención.

6. Evitan una situación/persona/tarea específica que les ocasiona ansiedad.

7. Presentan pensamientos negativos constantemente.

8. Se muestran desafiantes.

 

Hablemos con nuestros hijos sobre cómo se siente y qué piensa, siempre en función de su edad…

1. Comienza con un dibujo de las emociones básicas. Ayúdale a poner ejemplos de situaciones que le generan esas emociones.

2. Pídele que dibuje o represente, esa ansiedad o miedo que siente. Dale permiso de ponerle nombre y colores. Eso ayuda a darle salida y cognitivamente darle otro sentido al pensamiento y emoción que se vive.

3. Practica ejercicios de respiración. Hay muchas formas, la idea de inflar un globo imaginario, hacer sonidos de animales, inhalar y exhalar lentamente con una vela prendida (moviendo la llama pero sin apagarla). Puedes buscar audios de apoyo en internet, hay meditaciones guiadas fáciles y gratuitas.

 

¿Qué hacer si mi hijo padece ansiedad?

– No te muestres molesto por su ansiedad. El saberse acompañado le dará la seguridad que él necesita.

– Genera espacios dentro de la rutina que le den certeza de que estás. Si la ansiedad se le despierta al dormir, al dejarlo en el colegio, al estar en una clase… intenta darle más seguridad y presencia en esos espacios para que no lo atraviese solo.

 

– Frases para decirle a un niño con ansiedad:

1. Conmigo estás seguro.

2. Vamos un rato a caminar.

3. Es normal sentir nervios.

4. Déjame acompañarte hasta que te sientas más calmado.

5. Dibujemos lo grande que es tu preocupación.

6. Respiremos juntos.

7. Imagínate que estamos inflando un globo gigante. Respiremos como si lo estuviéramos inflando.

 

Recuerda que como papás somos su referente para atravesar cualquier emoción. La manera en la que manejemos el miedo o la ansiedad, será el arma principal que él tomará ante esas situaciones.

 

Como padres bajamos los niveles de ansiedad al acompañarlos a respirar, al decir frases reconfortantes; al implementar esos espacios de descarga. Otras maneras que sirven efectivamente son los tratamientos de terapia cognitivo conductual; la alimentación balanceada, la actividad física; las rutinas predecibles y los horarios de sueño.

 

Hace un tiempo leí un artículo que hablaba sobre la tragedia silenciosa que viven nuestros niños de hoy. Y no sólo ellos, también nuestros adolescentes. Están envueltos en una era mediática dónde hay demasiada información y demasiada ansiedad. Cómo padres, reflexionemos sobre de qué manera podemos contribuir a su salud no sólo física, sino también emocional, psicológica y espiritual.

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