La ligereza y la manera con la que el presidente Andrés Manuel López Obrador se toma la crisis que se vive en el Poder Judicial federal resulta grave y preocupante, por decir lo menos.
Hay de dos sopas: o el inquilino de Palacio Nacional no entiende las posibles consecuencias, o las quiere, las desea y las necesita políticamente.
Históricamente, las grandes concentraciones de poder en distintas partes del mundo se han dado ante una profunda crisis social, política, legal, económica y jurídica.
Generalmente se provocan con esa intención: sólo desde el terror se logran las dictaduras; el problema aquí tiene varias aristas, de las que vale la pena destacar tan sólo dos.
Por un lado esta crisis judicial que tiene su origen en el choque con la Suprema Corte de Justicia, refleja en el ámbito internacional una profunda preocupación por la falta de estado de derecho, legalidad y justicia.
En medios internacionales ven el actuar del tabasqueño, arrollando a la instancia que preside Norma Piña y al INE de Lorenzo Córdova, con fines propios del inicio de una dictadura, aunque “ya se vaya”.
En el Gobierno de Joe Biden ven con malos ojos la situación que atraviesa el país, lo que podría tener consecuencias en el T-MEC por posibles sanciones económicas y la salida de capitales e inversión.
Si bien los trabajadores del Poder Judicial han aclarado, vía sus voceras Juana Fuentes y Patricia Aguayo, que el paro de labores no incluirá los asuntos de carácter penal, podría desatar una crisis carcelaria sin precedentes.
Si los trabajadores decidieran irse a una huelga total, que incluyera lo penal, nos veríamos ante motines en los reclusorios, familiares de las personas recluidas desesperadas y reclamando.
Asimismo, personas presas sin juicios y fiscalías deteniendo gente sin un juzgado ante el cual puedan ponerlos a disposición, un verdadero caos que pondría en riesgo la seguridad ciudadana.
Los miembros de la delincuencia podrían actuar con total impunidad en cualquier parte del país al saber que no hay juzgados en funciones.
En resumen el país implosionaría y viviríamos en una especie de versión tabasqueña de la película The Purge (La Purga).
Claudia Sheinbaum recibiría de su mentor un país en llamas, pero a juzgar por lo que dijo hace dos días AMLO en su conferencia “mañanera”, aquí… aquí no pasa nada.
ES MUY PROBABLE que hoy la Presidenta electa, Claudia Sheinbaum, anuncie quién será el próximo director de Pemex, quizás el nombramiento más importante que resta después de los secretarios de la Defensa y de Marina, los cuales se dará a conocer en la última semana de septiembre. Desde el 15 de julio le revelamos en este espacio que el director de Petróleos Mexicanos sería el académico Víctor Rodríguez Padilla. El profesor titular del Departamento de Sistemas Energéticos de la Facultad de Ingeniería de la UNAM ya se entrevistó con Octavio Romero para operar la transición. Ya tiene armado su equipo. El director financiero será Jesús Puente, subdirector de Evaluación y Calificación de Riesgo del Bancomext, un perfil que se acerca más a las necesidades de la petrolera, y no Fernando Baca, como ayer reportamos, titular de la Unidad de Coordinación con Entidades Federativas de la Secretaría de Hacienda. De todos modos Puente Treviño es un nombramiento de Rogelio Ramírez de la O. El próximo director de Pemex Exploración y Producción será el excomisionado de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, Néstor Martínez; la directora de Pemex Transformación Industrial será la exdirectora de PMI Comercio Internacional, Margarita Pérez, y el de Pemex Logística, Sergio Rosado.
Y A TODO esto, ¿a dónde irá Romero Oropeza tras su salida de Pemex? Se conoce que el ingeniero agrónomo, actor relevante del movimiento de la 4T, pidió a la Presidenta electa una de estas dos carteras: el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), que actualmente dirige Carlos Martínez, o la Comisión Nacional del Agua (Conagua) que encabeza Germán Martínez Santoyo. Nada perdido el paisano del presidente López Obrador, por la vivienda y el agua serán dos rubros estratégicos en la construcción del segundo piso de la 4T. Para cualquiera de ellas no pierda tampoco de vista a Alfonso Ramírez Cuéllar.
OTRO QUE QUERÍA el Infonavit, pero como le adelantamos hace unas tres semanas, su suerte ya estaba echada, es Martí Batres. Ayer Sheinbaum Pardo confirmó el adelanto que dimos desde el 9 de agosto sobre que el todavía Jefe de Gobierno de la Ciudad México, terminaría incorporándose al nuevo Gobierno federal, pero como director del ISSSTE. Y más que confirmado lo que informamos hace un par de días: la actual directora de ese instituto, Bertha Alcalde, será la nueva fiscal de la Ciudad de México, en sustitución del polémico encargado del despacho, Ulises Lara.
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